Capítulo 3
LA PERCEPCIÓN INOCENTE
I. Expiación sin sacrificio
1. Hay otro punto que debe quedar perfectamente claro antes de que pueda
desaparecer cualquier residuo de temor que aún esté asociado con los milagros.
La crucifixión no estableció la Expiación; fue la resurrección la que lo hizo.
Son muchos los cristianos sinceros que no han entendido esto correctamente.
Nadie libre de la creencia en la escasez podría cometer tal equivocación. Si se
examina la crucifixión desde un punto de vista invertido, parece como si Dios
hubiese permitido, e incluso fomentado, el que uno de Sus Hijos sufriese por
ser bueno. Esta desafortunada interpretación, que surgió como resultado de la
proyección, ha llevado a muchas personas a vivir sumamente atemorizadas de Dios.
Tales conceptos antirreligiosos se infiltran en muchas religiones. El auténtico
cristiano, sin embargo, debería hacer una pausa y preguntarse: “¿Cómo iba a ser
posible esto? ¿Cómo iba a ser posible que Dios Mismo fuese capaz de albergar el
tipo de pensamiento que Sus Propias palabras han señalado claramente que es
indigno de Su Hijo?”
2. La mejor defensa, como de costumbre, consiste en no atacar la
posición de otro, sino más bien en proteger la verdad. No es muestra de
sensatez aceptar un concepto si para justificarlo tienes que invertir todo un
marco de referencia. Este procedimiento es doloroso en sus aplicaciones menores
y verdaderamente trágico a una escala mayor. Con frecuencia la persecución
termina siendo un intento de “justificar” la terrible y errónea percepción de
que Dios Mismo persiguió a Su Propio Hijo en nombre de la salvación. Ni
siquiera las palabras mismas tienen sentido. Superar esto ha sido sumamente
difícil, pues si bien este error no es más difícil de corregir que cualquier
otro, son muchos los que no han estado dispuestos a abandonarlo en vista de su
eminente valor como defensa. Un ejemplo menos dramático es el del padre que
dice: “Esto me duele a mí más que a ti”, pero se siente exonerado al darle una
paliza a su hijo. ¿Crees que nuestro Padre piensa realmente así? Es tan
esencial eliminar cualquier pensamiento de este tipo que debemos asegurarnos de
que nada semejante permanezca en tu mente. Yo no fui “castigado” porque tú
fueras malo. La lección completamente benévola que la Expiación enseña se echa
a perder si se mancilla con cualquiera de las formas en que esta clase de
distorsión se manifiesta.
3. La afirmación: “Mía es la venganza, dice el Señor” es una percepción
falsa mediante la cual uno le atribuye a Dios su propio pasado “malvado”. Ese
pasado “malvado” no tiene nada que ver con Dios. Él no lo creó ni tampoco lo
sustenta. Dios no cree en el castigo. Su Mente no crea de esa manera. Dios no
tiene nada contra ti por razón de tus “malas” acciones. ¿Cómo sería posible
entonces que me hubiese acusado a mí por ellas? Asegúrate de que reconoces cuán
absolutamente imposible es esta suposición, y también de que procede
enteramente de la proyección. Este tipo de error es responsable de una multitud
de errores similares, incluyendo la creencia de que Dios rechazó a Adán y lo
expulsó del Jardín del Edén. Quizá por eso piensas a veces que no te estoy
guiando bien. He tomado las máximas precauciones para usar palabras que sean
casi imposibles de distorsionar, pero siempre es posible tergiversar los
símbolos si así se desea.
4. El sacrificio es una noción que Dios desconoce por completo. Procede
únicamente del miedo, y los que tienen miedo pueden ser crueles. Cualquier
forma de sacrificio es una violación de mi exhortación a que debes ser
misericordioso tal como tu Padre en el Cielo lo es. A muchos cristianos les ha
resultado difícil darse cuenta de que esto les atañe a ellos. Los buenos
maestros nunca aterrorizan a sus estudiantes. Aterrorizar es atacar, y como
resultado de ello se produce un rechazo de lo que el maestro ofrece,
malográndose así el aprendizaje.
5. Se me ha llamado correctamente “el cordero de Dios que quita los
pecados del mundo”, mas quienes representan al cordero manchado de sangre no
entienden el significado del símbolo. Si se entiende correctamente, es un
símbolo muy simple que habla de mi inocencia. El león y el cordero tendidos el
uno junto al otro simbolizan que la fuerza y la inocencia no están en
conflicto, sino que coexisten naturalmente en paz. ”Bienaventurados los puros
de corazón porque ellos verán a Dios” es otra forma de decir lo mismo. Una
mente pura conoce la verdad y en eso radica su fuerza. No confunde la
destrucción con la inocencia porque asocia la inocencia con la fuerza y no con
la debilidad.
6. La inocencia es incapaz de sacrificar nada porque la mente inocente
dispone de todo y solo se esfuerza por proteger su plenitud. No puede
proyectar. Tan solo puede honrar a otras mentes porque honrar a otros es el
saludo natural de los verdaderamente amados hacia los que son como ellos. El
cordero “quita los pecados del mundo” en el sentido de que el estado de
inocencia, o gracia, es uno en el que el significado de la Expiación es
perfectamente obvio. La Expiación carece por completo de ambigüedad. Es perfectamente
inequívoca porque existe en la luz. Únicamente los intentos de ocultarla en las
tinieblas han hecho que sea inaccesible para aquellos que eligen no ver.
7. La Expiación de por sí solo irradia verdad. Es, por lo tanto, el
epítome de la mansedumbre y derrama únicamente bendiciones. No podría hacer eso
si procediese de cualquier otra fuente que no fuera la perfecta inocencia. La
inocencia es sabiduría porque no tiene conciencia del mal; y el mal no existe.
No obstante, es perfectamente consciente de todo lo que es verdad. La
resurrección demostró que nada puede destruir a la verdad. El bien puede
resistir cualquier clase de mal, al igual que la luz disipa cualquier clase de
obscuridad. La Expiación es, por lo tanto, la lección perfecta. Es la demostración
concluyente de que todas las demás lecciones que enseñé son ciertas. Si puedes
aceptar esta generalización ahora, no tendrás necesidad de aprender muchas
otras lecciones de menor importancia. Basta con que creas esto para que te
liberes de todos tus errores.
8. La Inocencia de Dios es el verdadero estado mental de Su Hijo. En ese
estado tu mente conoce a Dios, pues Dios no es algo simbólico; Dios es un
Hecho. Cuando conoces a Su Hijo tal como es, te das cuenta de que la Expiación,
y no el sacrificio, es la única ofrenda apropiada para el Altar de Dios, en el
que solo la perfección tiene cabida. El entendimiento de los inocentes es la
verdad. Por eso es por lo que sus altares son verdaderamente radiantes.
II. Los milagros y la percepción verdadera
1. He afirmado que los conceptos básicos a los que este curso hace
referencia no admiten grados. Algunos conceptos fundamentales no pueden
entenderse en función de sus opuestos. Es imposible concebir la luz y la
obscuridad, o el todo y la nada, como posibilidades compatibles. Estos
conceptos son o completamente verdaderos o completamente falsos. Es esencial
que te des cuenta de que tu pensamiento seguirá siendo errático hasta que te
comprometas firmemente con la luz o con la obscuridad. No obstante, un compromiso
firme con la obscuridad o con la nada, es imposible. No hay nadie que haya
vivido que no haya experimentado alguna luz o alguna cosa. Nadie es capaz,
pues, de negar completamente la verdad, aunque piense que puede.
2. La inocencia no es un atributo parcial. No es real hasta que es
total. Los que son parcialmente inocentes a veces tienden a actuar de manera
insensata. Su inocencia no pasa a ser sabiduría mientras no se convierta en un
punto de vista de aplicación universal. La percepción verdadera, o percepción
inocente, significa que nunca percibes falsamente y que siempre ves
correctamente. Dicho de una manera más llana, significa que nunca ves lo que no
existe, pero siempre ves lo que sí existe.
3. Cuando no tienes confianza en lo que alguien va a hacer, estás dando
testimonio de tu creencia de que esa persona no está en su mente recta.
Difícilmente puede ser ése un marco de referencia basado en el milagro. Esa
falta de confianza produce asimismo el efecto desastroso de negar el poder del
milagro. El milagro percibe todo tal como es. Si lo único que existe es la
verdad, lo único que la mentalidad recta puede ver es perfección. He dicho que
solo lo que Dios crea o lo que tú creas con la misma Voluntad existe realmente.
Eso es, pues, lo único que los inocentes pueden ver. Los inocentes no sufren de
una percepción distorsionada.
4. Tienes miedo de la Voluntad de Dios porque has usado tu mente, que Él
creó a semejanza de la Suya, para crear falsamente. La mente solo puede crear
falsamente cuando cree que no es libre. Una mente “aprisionada” no es libre
porque está poseída, o refrenada, por sí misma. Está, por lo tanto, limitada, y
la voluntad no es libre de afirmarse a sí misma. Ser uno es ser de una misma
mente o voluntad. Cuando la Voluntad de la Filiación y la del Padre son una, la
perfecta armonía entre ellas es el Cielo.
5. Nada puede prevalecer contra un Hijo de Dios que encomienda su
Espíritu en Manos de su Padre. Al hacer esto, la mente despierta de su sueño y
recuerda a su Creador. Toda sensación de separación desaparece. El Hijo de Dios
es parte de la Santísima Trinidad, pero la Trinidad en sí es Una. No hay
confusión entre Sus Niveles porque Éstos son de una sola Mente y de una sola
Voluntad. Este propósito único crea perfecta integración y establece la Paz de
Dios. Pero esta visión solo la pueden percibir los verdaderamente inocentes,
quienes al ser puros de corazón, defienden la percepción verdadera en vez de
defenderse de ella. Puesto que entienden la lección de la Expiación no tienen
el deseo de atacar y, por lo tanto, pueden ver correctamente. Esto es lo que la
Biblia quiere decir con: “Cuando Él aparezca (o sea percibido) seremos como Él,
pues lo veremos tal cual es”.
6. La manera de corregir las distorsiones es dejando de tener fe en ellas
y depositándola únicamente en lo que es verdad. No puedes hacer que lo que no
es verdad lo sea. Si estás dispuesto a aceptar lo que es verdad en todo lo que
percibes, dejas que sea verdad para ti. La verdad supera todo error, y aquellos
que viven inmersos en el error y en la vacuidad jamás pueden encontrar consuelo
duradero. Cuando percibes correctamente cancelas tus percepciones falsas y las
de los demás simultáneamente. Puesto que los ves tal como son, les ofreces tu
aceptación de su verdad para que ellos puedan aceptarla en sí mismos. Ésta es
la curación que el milagro produce.
III. Percepción y Conocimiento
1. Hemos estado haciendo hincapié en la percepción y apenas hemos
hablado del Conocimiento. Esto ha sido así porque la percepción tiene que ser
corregida antes de que puedas llegar a saber nada. Saber es tener certeza. La
incertidumbre significa que no sabes. El Conocimiento es poder porque goza de
certeza y la certeza es fuerza. La percepción es temporal. Al ser un atributo
de la creencia en el espacio y en el tiempo es susceptible de producir miedo o
amor. Las percepciones falsas producen miedo y las verdaderas fomentan el amor,
mas ninguna de ellas brinda certeza porque toda percepción está sujeta a
cambios. Por eso es por lo que la percepción no es Conocimiento. La percepción
verdadera es la base del conocimiento, pero gozar de Conocimiento es la
afirmación de la verdad y esto se encuentra allende cualquier percepción.
2. Todas tus dificultades proceden del hecho de que no te reconoces a ti
mismo ni reconoces a tu hermano ni reconoces a Dios. Reconocer significa
“conocer de nuevo”, implicando que antes gozabas de Conocimiento. Puedes ver de
muchas maneras debido a que la percepción entraña interpretación, y eso quiere
decir que no es íntegra ni consistente. El milagro, al ser una manera de
percibir, no es conocimiento. Es la respuesta correcta a una pregunta, mas
cuando sabes no preguntas. El primer paso en el proceso de des-hacer lo
ilusorio es cuestionar su realidad. El milagro—la respuesta correcta—lo
corrige. Dado que las percepciones cambian, su dependencia del tiempo es obvia.
La forma en que percibes en cualquier momento dado determina tu comportamiento,
y las acciones solo pueden tener lugar en el tiempo. El Conocimiento es
intemporal porque la certeza es algo incuestionable. Cuando sabes, dejas de
hacer preguntas.
3. La mente que cuestiona se percibe a sí misma en el tiempo y, por lo
tanto, busca respuestas para el futuro. Y la mente no receptiva cree que el
futuro va a ser igual que el presente. Eso da lugar a un estado de aparente
estabilidad que es normalmente un intento de contrarrestar el miedo subyacente
de que el futuro va a ser peor que el presente. Este miedo coarta enteramente
la tendencia a cuestionar.
4. La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiritual,
pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es
simbólica, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante,
un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del
milagro. Una “visión de Dios” sería un milagro más que una revelación. El hecho
en sí de que la percepción esté involucrada demuestra que la experiencia no
pertenece a la esfera del Conocimiento. De ahí que las visiones, por muy santas
que sean, son efímeras.
5. La Biblia te exhorta a que te conozcas a ti mismo o, lo que es igual,
a que tengas certeza. La certeza es siempre algo propio de Dios. Cuando amas a
alguien lo has percibido tal como es y esto te permite conocerlo. Hasta que no
lo percibas primero tal como es, no lo podrás conocer. Mientras sigas
cuestionando lo que él es, estarás indicando claramente que no conoces a Dios.
La certeza no requiere acción. Cuando dices que estás actuando basándote en tu
conocimiento, estás confundiendo el Conocimiento con la percepción. El
Conocimiento provee la fuerza para el pensamiento creador, no para la acción
recta. La percepción, el milagro y la acción están estrechamente vinculados. El
Conocimiento es el resultado de la revelación y genera solo pensamiento. La
percepción, aun en su forma más espiritualizada, incluye el cuerpo. El
Conocimiento procede del altar interno y es intemporal porque goza de certeza.
No es lo mismo percibir la verdad que conocerla.
6. Una percepción correcta es necesaria antes de que Dios pueda
comunicarse directamente con Sus altares, los cuales Él estableció en Sus
Hijos. En dichos altares es donde Él puede comunicar Su Certeza, y Su
Conocimiento inevitablemente brindará paz. Dios no es un extraño para Sus Hijos
ni Sus Hijos son extraños entre sí. El Conocimiento precedió tanto a la
percepción como al tiempo y finalmente los reemplazará. Ése es el verdadero
significado de “el Alfa y la Omega, el principio y el fin” y de “Antes de que
Abraham naciese, era yo”. La percepción puede y debe ser estabilizada, pero el
Conocimiento ya es estable. “Teme a Dios y observa Sus mandamientos” pasa a ser
“Conoce a Dios y acepta Su Certeza.”
7. Si atacas el error que ves en otro, te harás daño a ti mismo. No
puedes conocer a tu hermano si lo atacas. Los ataques siempre se lanzan contra
extraños. Al percibir falsamente a tu hermano lo conviertes en un extraño y,
por lo tanto, no puedes conocerlo. Y al haberlo convertido en un extraño, le
tienes miedo. Percíbelo correctamente para que lo puedas conocer. En la
Creación de Dios no hay extraños. Para poder crear como Él creó tan solo puedes
crear lo que conoces y lo que, por ende, aceptas como tuyo. Dios conoce a Sus
Hijos con absoluta certeza. Los creó conociéndolos. Los reconoce perfectamente.
Cuando ellos no se reconocen entre sí, no lo reconocen a Él.
IV. El error y el ego
1. Las capacidades que ahora posees no son sino sombras de tu verdadera
fuerza. Todas las funciones que tienes actualmente están divididas y son
susceptibles de ser cuestionadas y puestas en duda. Esto se debe a que no
tienes certeza acerca de cómo las vas a usar y, por consiguiente, eres incapaz
de gozar de conocimiento. Igualmente eres incapaz de gozar de conocimiento
porque todavía percibes sin amor. Antes de que la separación introdujese la
noción de grados, aspectos e intervalos, la percepción no existía. El Espíritu
no tiene niveles, y todo conflicto surge como consecuencia del concepto de
niveles. Solo los Niveles de la Trinidad gozan de unidad. Los niveles
producidos por la separación no pueden sino estar en conflicto. Esto se debe a
que ninguno de ellos significa nada para los demás.
2. La conciencia—el nivel de la percepción—fue la primera división que
se introdujo en la mente después de la separación, convirtiendo a la mente de
esta manera en un instrumento perceptor en vez de en un instrumento creador. La
conciencia ha sido correctamente identificada como perteneciente al ámbito del
ego. El ego es un intento de la mente errada para que te percibas a ti mismo
tal como deseas ser, en vez de como realmente eres. Sin embargo, solo te puedes
conocer a ti mismo como realmente eres, ya que de eso es de lo único que puedes
estar seguro. Todo lo demás es cuestionable.
3. El ego es el aspecto inquisitivo del ser que surgió después de la
separación, el cual fue fabricado en vez de creado. Es capaz de hacer
preguntas, pero no de percibir respuestas significativas, ya que éstas entrañan
conocimiento y no se pueden percibir. La mente está, por consiguiente, confusa
porque solo la Mentalidad Uno está exenta de confusión. Una mente separada o
dividida no puede sino estar confundida. Tiene necesariamente que sentirse
incierta acerca de lo que es. Y no puede sino estar en conflicto, puesto que
está en desacuerdo consigo misma. Esto hace que sus aspectos sean extraños
entre sí, y ésta es la esencia de la condición propensa al miedo en la que el
ataque siempre es posible. Tal como te percibes a ti mismo, tienes todas las
razones del mundo para sentirte atemorizado. De ahí que no te puedas liberar
del miedo hasta que te des cuenta, no solo de que no te creaste a ti mismo,
sino de que tampoco habrías podido hacerlo. Nunca podrás hacer que tus
percepciones falsas sean verdaderas, y tu creación no se ve afectada en modo
alguno por tu error. Por eso es por lo que, en última instancia, tienes que
optar por subsanar la separación.
4. No se debe confundir a la mente que goza de conocimiento con la
mentalidad recta, ya que solo esta última está vinculada a la percepción
verdadera. Puedes estar en tu mentalidad recta o en tu mentalidad errada, y aun
esto es cuestión de grados, lo cual demuestra claramente que ninguna de ellas
tiene nada que ver con el Conocimiento. El término “mentalidad recta” se debe
entender como aquello que corrige la “mentalidad errada”, y se refiere al
estado mental que induce a una percepción fidedigna. Es un estado de mentalidad
milagrosa porque sana la percepción errónea, lo cual es ciertamente un milagro
en vista de cómo te percibes a ti mismo.
5. La percepción siempre entraña algún uso inadecuado de la mente,
puesto que la lleva a áreas de incertidumbre. La mente es muy activa. Cuando
elige estar separada, elige percibir. Hasta ese momento su voluntad es
únicamente gozar de conocimiento. Una vez que ha elegido percibir no puede sino
elegir de manera ambigua, y la única forma de escaparse de la ambigüedad es
mediante una percepción clara. La mente retorna a su verdadera función solo
cuando su voluntad es gozar de conocimiento. Esto la pone al servicio del
Espíritu, donde la percepción cambia. La mente elige dividirse a sí misma
cuando elige inventar sus propios niveles. Pero no puede separarse
completamente del Espíritu, ya que de Éste es de donde deriva todo su poder
para fabricar o para crear. Aun en la creación falsa la mente está afirmando su
Fuente, pues, de otro modo, simplemente dejaría de existir. Esto último, es
imposible no obstante, ya que la mente le pertenece al Espíritu que Dios creó y
que, por lo tanto, es eterno.
6. La capacidad de percibir hizo que el cuerpo fuese posible, ya que
tienes que percibir algo y percibirlo con algo. Por eso es por lo que la
percepción siempre entraña un intercambio o interpretación que el Conocimiento
no requiere. La función interpretativa de la percepción, que es una forma de
creación distorsionada, te permitió entonces llegar a la conclusión de que tú
eres tu cuerpo, en un intento de escapar del conflicto que tú mismo habías provocado.
El Espíritu, que goza de absoluto conocimiento, no pudo avenirse a esta pérdida
de poder, ya que es incapaz de albergar obscuridad. Esto hizo que el Espíritu
fuera casi inaccesible a la mente y completamente inaccesible al cuerpo. A
partir de ahí se percibió al Espíritu como una amenaza, puesto que la luz
disipa la obscuridad al mostrarte simplemente que ésta no existe. La verdad
siempre prevalecerá sobre el error de este modo. No puede ser éste un proceso
activo de corrección porque, como ya he puesto de relieve, el Conocimiento no
hace nada. Puede ser percibido como un agresor, pero no puede atacar. Lo que tú
percibes como su ataque es tu propio vago reconocimiento de que el Conocimiento
siempre se puede recordar al no haber sido nunca destruido.
7. Dios y Sus Creaciones permanecen a salvo y, por lo tanto, saben que
no existe ninguna creación falsa. La verdad no puede lidiar con los errores que
tú deseas conservar. Yo fui un hombre que recordó al Espíritu y Su
Conocimiento. Como hombre no traté de contrarrestar los errores con el
Conocimiento, sino de corregir el error de raíz. Demostré tanto la impotencia
del cuerpo como el poder de la mente. Al unir mi voluntad con la de mi Creador,
recordé naturalmente al Espíritu y Su verdadero propósito. No puedo unir tu
voluntad a la de Dios por ti, pero puedo borrar todas las percepciones falsas
de tu mente si la pones bajo mi tutela. Solo tus percepciones falsas se
interponen en tu camino. Sin ellas, no hay duda de la alternativa que
elegirías, pues una percepción sana induce a una elección sana. No puedo elegir
por ti, pero puedo ayudarte a que elijas correctamente. ”Muchos son los
llamados, pero pocos los escogidos” debería rezar: “Todos son llamados, pero
solo unos pocos eligen escuchar”. Por lo tanto, no eligen correctamente. Los
“escogidos” son sencillamente los que eligen correctamente más pronto. Las
mentes rectas pueden hacer esto ahora y, de este modo, hallar descanso para sus
almas. Dios te conoce solo en paz, y ésa es tu única realidad.
V. Más allá de la percepción
1. He dicho que las capacidades que ahora posees no son sino sombras de
tu verdadera fortaleza y que la percepción, que es intrínsecamente
enjuiciadora, comenzó solo después de la separación. Desde entonces nadie ha
estado seguro de nada. He dejado claro asimismo que la resurrección fue el
medio para regresar al Conocimiento, lo cual se logró mediante la unión de mi
voluntad con la de mi Padre. Es oportuno ahora establecer una distinción que ha
de clarificar algunos de los postulados que se presentarán más adelante.
2. Desde que se produjo la separación ha habido una gran confusión entre
las palabras “crear” y “fabricar”. Cuando fabricas algo, lo haces como
resultado de una sensación específica de carencia o de necesidad. Nada que se haya
hecho con un propósito específico tiene la capacidad de poder generalizarse.
Cuando haces algo para remediar lo que percibes como una insuficiencia, estás
afirmando tácitamente que crees en la separación. El ego ha inventado un gran
número de sistemas de pensamiento ingeniosos con ese propósito. Mas ninguno de
ellos es creativo. La inventiva, aun en su manifestación más ingeniosa, es un
esfuerzo en vano. Su naturaleza altamente específica apenas se compara con la
creatividad abstracta de las Creaciones de Dios.
3. El Conocimiento, como ya hemos observado, no conduce a la acción. Tu
confusión entre tu verdadera creación y lo que has hecho de ti mismo es tan
grande que se te ha hecho literalmente imposible saber nada. El Conocimiento es
siempre estable, y es evidente que tú no lo eres. Aun así, eres perfectamente
estable tal como Dios te creó. En ese sentido, cuando tu comportamiento es
inestable, estás en desacuerdo con la Idea que Dios tiene acerca de tu
creación. Puedes hacer esto si así lo eliges, mas no lo harías si estuvieras en
tu mente recta.
4. La pregunta fundamental que continuamente te haces no puedes
propiamente dirigírtela a ti mismo. Continúas preguntándote qué es lo que eres,
lo cual implica no solo que sabes la respuesta, sino que es a ti a quien le
corresponde proveerla. No obstante, es imposible que puedas percibirte a ti
mismo correctamente. No tienes una imagen que puedas percibir. La palabra
“imagen” está siempre vinculada a la percepción y no forma parte del
Conocimiento. Las imágenes son simbólicas y representan algo diferente de ellas
mismas. La idea de “cambiar de imagen” reconoce el poder de la percepción, pero
implica también que no hay nada estable en ti que se pueda conocer.
5. El Conocimiento no está sujeto a interpretaciones. Puedes tratar de
“interpretar” el significado de algo, pero siempre existe la posibilidad de
equivocarse porque se refiere a la percepción que se tiene del significado.
Tales incongruencias son el resultado de tus intentos de considerarte a ti
mismo separado y no-separado al mismo tiempo. Es imposible incurrir en una
confusión tan fundamental sin aumentar aún más tu confusión general. Tu mente
podrá haber llegado a ser muy ingeniosa, pero como siempre ocurre cuando el
método y el contenido están en desacuerdo, la usas en un fútil intento de
escaparte de un callejón sin salida. El ingenio no tiene nada que ver con el
Conocimiento, pues el Conocimiento no requiere ingeniosidad. El pensamiento
ingenioso no es la verdad que te hará libre, pero te librarás de la necesidad
de usarlo una vez que estés dispuesto a prescindir de él.
6. La oración es una forma de pedir algo. Es el vehículo de los
milagros. Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los
que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón,
la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón
no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees. Cuando
elegiste la percepción en vez del Conocimiento, te colocaste en una posición en
la que solo percibiendo milagrosamente podías parecerte a tu Padre. Has perdido
el conocimiento de que tú mismo eres un milagro de Dios. La Creación es tu
Fuente y es también la única función que verdaderamente tienes.
7. La afirmación “Dios creó al hombre a imagen y semejanza propia”
necesita ser reinterpretada. ”Imagen” puede entenderse como “pensamiento”, y
“semejanza” como “de una calidad idéntica”. Dios efectivamente creó al Espíritu
en Su Propio Pensamiento y de una calidad semejante a la Suya. No hay nada más.
La percepción, por otra parte, no puede tener lugar sin la creencia en “más” y
en “menos”. La percepción entraña selectividad a todo nivel. Es un proceso
continuo de aceptación y rechazo, de organización y reorganización, de substitución
y cambio. Evaluar es un aspecto esencial de la percepción, ya que para poder
seleccionar es necesario juzgar.
8. ¿Qué le ocurre a la percepción en ausencia de juicios o de nada que
no sea perfecta igualdad? Percibir se vuelve imposible. La verdad solo puede
conocerse. Toda ella es igualmente verdadera, y conocer cualquier parte de ella
es conocerla en su totalidad. Únicamente la percepción entraña una conciencia
parcial. El Conocimiento transciende las leyes que gobiernan la percepción
porque un conocimiento parcial es imposible. El Conocimiento es Uno y no tiene
partes separadas. Tú que eres realmente uno con él, solo necesitas conocerte a
ti mismo para que tu conocimiento sea total. Conocer el milagro de Dios es
conocerlo a Él.
9. El perdón es lo que sana la percepción de separación. Es necesario
que percibas correctamente a tu hermano debido a que las mentes han elegido
considerarse a sí mismas como entidades separadas. El Espíritu tiene absoluto
conocimiento de Dios. En eso radica Su poder milagroso. El hecho de que cada
uno de nosotros disponga de ese poder en su totalidad es una condición
enteramente ajena al pensar del mundo. El mundo cree que si alguien lo tiene
todo, no queda nada para los demás. Mas los milagros de Dios son tan totales
como Sus Pensamientos porque son Sus Pensamientos.
10. Mientras continúe habiendo percepción, la oración será necesaria.
Puesto que la percepción se basa en la escasez, los que perciben no han
aceptado totalmente la Expiación ni se han entregado a la verdad. La percepción
se basa en un estado de separación, así que todo aquel que de alguna manera
percibe tiene necesidad de curación. El estado natural de los que gozan de
conocimiento es la comunión, no la oración. Dios y Su milagro son inseparables.
¡Cuán bellos son en verdad los Pensamientos de Dios que viven en Su Luz! Tu
valía está más allá de la percepción porque está más allá de toda duda. No te
percibas a ti mismo bajo ninguna otra luz. Conócete en la Única Luz en la que
el milagro que eres se alza en perfecta claridad.
VI. Los juicios y el problema de la autoridad
1. Hemos hablado ya del Juicio Final, aunque no con gran detalle.
Después del Juicio Final no habrá ningún otro. Dicho juicio es simbólico porque
más allá de la percepción no hay juicios. Cuando la Biblia dice: “No juzguéis y
no seréis juzgados” lo que quiere decir es que si juzgas la realidad de otros
no podrás evitar juzgar la tuya propia.
2. La decisión de juzgar en vez de conocer es lo que nos hace perder la
paz. Juzgar es el proceso en el que se basa la percepción, pero no el
Conocimiento. He hecho referencia a esto anteriormente al hablar de la
naturaleza selectiva de la percepción y he señalado que la evaluación es
obviamente su requisito previo. Los juicios siempre entrañan rechazo. Nunca
ponen de relieve solamente los aspectos positivos de lo que juzgan, ya sea en
ti o en otros. Lo que se ha percibido y se ha rechazado o lo que se ha juzgado
y se ha determinado que es imperfecto permanece en tu mente porque ha sido
percibido. Una de las ilusiones de las que adoleces es la creencia de que los
juicios que emites no tienen ningún efecto. Esto no puede ser verdad a menos
que también creas que aquello contra lo que has juzgado no existe. Obviamente
no crees esto, pues, de lo contrario, no lo habrías juzgado. En última
instancia no importa si tus juicios son acertados o no, puesto que en cualquier
caso estás depositando tu fe en lo irreal. Esto es inevitable,
independientemente del tipo de juicio de que se trate, ya que juzgar implica que
abrigas la creencia de que la realidad está a tu disposición para que puedas
seleccionar de ella lo que mejor te parezca.
3. No tienes idea del tremendo alivio y de la profunda paz que resultan
de estar con tus hermanos o contigo mismo sin emitir juicios de ninguna clase.
Cuando reconozcas lo que eres y lo que tus hermanos son, te darás cuenta de que
juzgarlos de cualquier forma que sea no tiene sentido. De hecho, pierdes el
significado de lo que ellos son precisamente porque los juzgas. Toda incertidumbre
procede de la creencia de que es imprescindible juzgar. No tienes que juzgar
para organizar tu vida, y definitivamente no tienes que hacerlo para
organizarte a ti mismo. En Presencia del Conocimiento todo juicio queda
automáticamente suspendido; y éste es el proceso que le permite al Conocimiento
reemplazar a la percepción.
4. Tienes miedo de todo aquello que has percibido y te has negado a
aceptar. Crees que por haberte negado a aceptarlo has perdido control sobre
ello. Por eso es por lo que lo ves en pesadillas o disfrazado bajo apariencias
agradables en lo que parecen ser tus sueños más felices. Nada que te hayas
negado a aceptar puede ser llevado a la conciencia. De por sí, no es peligroso,
pero tú has hecho que a ti te parezca que lo es.
5. Cuando te sientes cansado es porque te has juzgado a ti mismo como
capaz de estar cansado. Cuando te ríes de alguien es porque lo has juzgado como
poco valioso. Cuando te ríes de ti mismo no puedes por menos que reírte de los
demás, aunque solo sea porque no puedes tolerar la idea de ser menos que ellos.
Todo esto hace que te sientas cansado, ya que es algo básicamente
descorazonador. No eres realmente capaz de estar cansado, pero eres muy capaz
de agotarte a ti mismo. La fatiga que produce el juzgar continuamente es algo
prácticamente intolerable. Es curioso que una habilidad tan debilitante goce de
tanta popularidad. No obstante, si deseas ser el autor de la realidad, te
empeñarás en aferrarte a los juicios. También les tendrás miedo, al creer que
algún día serán usados contra ti. Sin embargo, esta creencia solo puede existir
en la medida en que creas en la eficacia de los juicios como un arma para
defender tu autoridad.
6. Dios ofrece únicamente misericordia. Tus palabras deben reflejar solo
misericordia porque eso es lo que has recibido y eso es lo que deberías dar. La
justicia es un expediente temporal o un intento de enseñarte el significado de
la misericordia. Es juzgadora únicamente porque tú eres capaz de cometer
injusticias.
7. He hablado de distintos síntomas, y a ese nivel la variedad de los
mismos es casi infinita. Todos ellos tienen, no obstante, una sola causa: el
problema de la autoridad. Ésta es “la raíz de todo mal”. Cada síntoma que el
ego inventa es una contradicción debido a que la mente está dividida entre el
ego y el Espíritu Santo, de tal modo que cualquier cosa que el ego haga es
parcial y contradictoria. Esta posición insostenible es el resultado del
problema de la autoridad que, al aceptar como premisa el único pensamiento
inconcebible, solo puede producir ideas que a su vez son inconcebibles.
8. El problema de la autoridad es en realidad una cuestión de autoría.
Cuando tienes un problema de autoridad es siempre porque crees ser tu propio
autor y proyectas ese engaño sobre los demás. Percibes entonces la situación
como una en que los demás están literalmente luchando contigo para arrebatarte
tu autoría. Éste es el error fundamental de todos aquellos que creen haber
usurpado el Poder de Dios. Esta creencia les resulta aterradora, pero a Dios ni
siquiera le inquieta. Él está deseoso, no obstante, de erradicarla, no como un
castigo para Sus Hijos, sino solo porque sabe que les produce infelicidad. Las
Creaciones de Dios disponen de la verdadera autoría, mas tú prefieres
permanecer anónimo cuando eliges separarte de tu Autor. Al no tener certeza con
respecto a tu verdadera autoría, crees que tu creación fue anónima. Esto te
pone en una situación en la que lo único que parece tener sentido es creer que
tú te creaste a ti mismo. La disputa acerca de tu autoría ha dejado a tu mente
en tal estado de incertidumbre que ésta puede incluso llegar a dudar de que tú
realmente existas.
9. Solo los que abandonan todo deseo de rechazar pueden saber que es
imposible que ellos mismos puedan ser rechazados. No has usurpado el Poder de
Dios, pero lo has perdido. Afortunadamente, perder algo no significa que haya
desaparecido. Significa simplemente que no recuerdas dónde está. Su existencia
no depende de que puedas identificarlo o incluso localizarlo. Es posible
contemplar la realidad sin juzgar y sencillamente saber que está ahí.
10. La paz es el patrimonio natural del Espíritu. Todo el mundo es libre
de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que ésta es. El problema que
todos tienen que resolver es la cuestión fundamental de la autoría. Todo miedo
procede en última instancia, y a veces por rutas muy tortuosas, de negar la
verdadera autoría. La ofensa no es nunca contra Dios, sino contra aquellos que
Lo niegan. Negar Su Autoría es negarte a ti mismo la razón de tu paz, de modo
que solo te puedes ver a ti mismo fragmentado. Esta extraña percepción es el
problema de la autoridad.
11. No hay nadie que de una manera u otra no se sienta aprisionado. Si
ése es el resultado de su libre albedrío, tiene, por ende, que considerar que
su voluntad no es libre o, de lo contrario, el razonamiento circular de esta
premisa sería evidente. El libre albedrío no puede sino conducir a la libertad.
Los juicios siempre aprisionan, ya que fragmentan la realidad con las
inestables balanzas del deseo. Los deseos no son hechos. Desear implica que
ejercer la voluntad no es suficiente. Sin embargo, nadie que esté en su mente
recta podría creer que lo que desea es tan real como lo que su voluntad
dispone. En vez de “Busca primero el Reino de los Cielos” di: “Que tu voluntad
sea antes que nada alcanzar el Reino de los Cielos” y habrás dicho: “Sé lo que
soy y acepto mi herencia”.
VII. Crear en contraposición a crear una imagen
propia
1. Todo sistema de pensamiento tiene que tener un punto de partida.
Empieza ya sea creando o fabricando, diferencia ésta a la que ya hemos hecho
referencia. La semejanza entre ambas cosas reside en el poder que tienen como
cimientos y su diferencia, en lo que descansa sobre ellas. Ambas son piedras
angulares de sistemas de creencias por las que uno rige su vida. Es un error
creer que un sistema de pensamiento basado en mentiras es débil. Nada que un
Hijo de Dios haya hecho carece de poder. Es esencial que te des cuenta de esto,
pues de lo contrario no podrás escapar de la prisión que tú mismo has
construido.
2. No puedes resolver el problema de la autoridad menospreciando el
poder de tu mente. Hacer esto es engañarte a ti mismo, y ello te hará daño
porque realmente comprendes el poder de la mente. Comprendes también que no
puedes debilitarla, de la misma manera en que tampoco puedes debilitar a Dios.
El “diablo” es un concepto aterrador porque parece ser sumamente poderoso y
sumamente dinámico. Se le percibe como una fuerza que lucha contra Dios por la
posesión de Sus Creaciones. El diablo engaña con mentiras y erige reinos en los
que todo está en directa oposición a Dios. Sin embargo, atrae a los hombres en
vez de repelerlos, y ellos están dispuestos a “venderle” sus almas a cambio de
regalos sin ningún valor. Esto no tiene ningún sentido.
3. Hemos hablado ya de la caída o separación, mas su significado tiene
que comprenderse claramente. La separación es un sistema de pensamiento que si
bien es bastante real en el tiempo, en la eternidad no lo es en absoluto. Para
el creyente todas sus creencias son ciertas. En el jardín simbólico se
“prohibió” la fruta de un solo árbol. Mas Dios no pudo haberla prohibido o, de
lo contrario, nadie la habría podido comer. Si Dios conoce a Sus Hijos, y yo te
aseguro que los conoce, ¿cómo iba a ponerlos en una situación en la que su
propia destrucción fuese posible? Al “árbol prohibido” se le llamó “el árbol
del conocimiento”. Sin embargo, Dios creó el Conocimiento y se lo otorgó
libremente a todas Sus Creaciones. Este simbolismo se ha interpretado de muchas
maneras, pero puedes estar seguro de que cualquier interpretación que conciba a
Dios o a Sus Creaciones como capaces de destruir Su Propio propósito es
errónea.
4. Comer de la fruta del árbol del conocimiento es una expresión que
simboliza la usurpación de la capacidad de autocrearse. Solamente en este
sentido no son Dios y Sus Creaciones co-creadores. La creencia de que lo son
está implícita en el “auto-concepto”, es decir, la tendencia del ser a forjar
una imagen de sí mismo. Las imágenes solo se pueden percibir, no conocer. El
Conocimiento no puede engañar, pero la percepción sí. Puedes percibirte como tu
propio creador, pero lo que a lo sumo puedes hacer es creértelo. No puedes
hacer que sea verdad. Y como dije anteriormente, cuando por fin percibas
correctamente no podrás sino alegrarte de que así sea. Hasta entonces, empero,
la creencia de que puedes es la piedra angular de tu sistema de pensamiento y
utilizas todas tus defensas para atacar las ideas que podrían ponerla al
descubierto. Todavía crees que eres una imagen que tú mismo fabricaste. Tu
mente está en desacuerdo con el Espíritu Santo en este punto, y no hay
posibilidad de que esto se resuelva mientras te empeñes en creer lo que es
literalmente inconcebible. Ésa es la razón de que no puedas crear y de que
tengas miedo de todo lo que fabricas.
5. La mente puede hacer que la creencia en la separación sea muy real y
aterradora, y esta creencia es lo que es el “diablo”. Es una idea poderosa,
dinámica y destructiva que está en clara oposición a Dios debido a que
literalmente niega Su Paternidad. Examina tu vida y observa lo que el diablo ha
hecho. Pero date cuenta de que eso que ha hecho se desvanecerá completamente a
la luz de la verdad, ya que su cimiento es una mentira. El hecho de que Dios te
haya creado constituye el único Cimiento que no puede ser debilitado, ya que la
luz se encuentra en él. Tu punto de partida es la verdad, y tienes que retornar
a tu Origen. Mucho se ha visto desde entonces, pero en realidad no ha ocurrido
nada. Tu Ser no ha dejado de estar en paz, a pesar de que tu mente está en
conflicto. Todavía no has retornado lo suficiente, y de ahí que tengas tanto
miedo. A medida que te acercas a tu Origen, experimentas el miedo a la
destrucción de tu sistema de pensamiento como si se tratase del miedo a la
muerte. Pero la muerte no existe; lo que existe es la creencia en la
muerte.
6. La rama que no da fruto será cortada y se secará. ¡Alégrate de que
sea así! La luz brillará desde el verdadero cimiento de la vida y tu forma de
pensar quedará corregida. No puede ser de otra manera. Tú que tienes miedo de
la salvación estás eligiendo la muerte. Vida y muerte, Luz y obscuridad,
Conocimiento y percepción son conceptos irreconciliables. Creer que se pueden
reconciliar es creer que Dios y Su Hijo no pueden reconciliarse. Solo la
unicidad del Conocimiento está libre de conflicto. Tu reino no es de este mundo
porque te fue dado desde más allá de él. La idea de un problema de autoridad
tiene sentido únicamente en este mundo. El mundo no se abandona mediante la
muerte sino mediante la verdad, y la verdad solo la pueden conocer aquellos
para quienes el Reino fue creado y por quienes espera.
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