Capítulo 6
LAS LECCIONES DEL AMOR
Introducción
1. La relación que existe entre la ira y el ataque es obvia, pero la
relación que existe entre la ira y el miedo no es siempre tan evidente. La ira
siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar en
última instancia como nuestra propia responsabilidad en vez de culpar a otros
por ello. No te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que
está justificado contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto.
Dadas estas tres premisas completamente irracionales, se tiene que llegar a la
conclusión, igualmente irracional, de que un hermano merece ataque en vez de
amor. ¿Qué se puede esperar de premisas dementes sino conclusiones dementes? La
manera de desvanecer una conclusión demente es considerar la cordura de las
premisas sobre las que descansa. Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene
justificación y tú eres responsable de lo que crees.
2. Se te ha pedido que me tomes como modelo para tu aprendizaje, ya que
un ejemplo extremo es un recurso de aprendizaje sumamente útil. Todo el mundo
enseña, y enseña continuamente. Asumes inevitablemente esta responsabilidad en
el momento en que aceptas cualquier premisa, y nadie puede organizar su vida
sin un sistema de creencias. Una vez que has desarrollado un sistema de
pensamiento, sea cual fuere su clase, riges tu vida de acuerdo con él y lo
enseñas. Tu capacidad para ser fiel a un sistema de pensamiento podrá estar mal
ubicada, pero aun así es una forma de fe y se puede canalizar en otra
dirección.
I. El mensaje de la crucifixión
1. Para los efectos del aprendizaje, examinemos de nuevo la crucifixión.
No hice hincapié en ella anteriormente debido a las temibles connotaciones que
quizá tengas asociadas con ella. Lo único que se ha subrayado hasta ahora es
que no fue una forma de castigo. No obstante, no se puede explicar nada
utilizando exclusivamente términos negativos. Existe una interpretación
constructiva de la crucifixión que está totalmente desprovista de miedo y que,
por lo tanto, es totalmente benévola en cuanto a lo que enseña si se entiende
debidamente.
2. La crucifixión no es más que un ejemplo extremo. Su valor, al igual
que el valor de cualquier otro recurso de enseñanza, reside únicamente en la
clase de aprendizaje que facilita. Se puede entender—y se ha entendido—
incorrectamente. Ello se debe únicamente al hecho de que los temerosos tienden
a percibir con miedo. Ya te dije que siempre puedes recurrir a mí para
compartir mi decisión y, de ese modo, hacerla más firme. Te dije también que la
crucifixión fue la última jornada inútil que la Filiación tuvo que emprender, y
que para todo aquel que la entienda representa la manera de liberarse del
miedo. Aunque antes solo hice hincapié en la resurrección, no aclaré entonces
el propósito de la crucifixión y la manera en que ésta, de hecho, condujo a la
resurrección. Ese propósito, no obstante, tiene una aportación muy concreta que
hacer en tu propia vida y te ayudará a comprender tu propio papel como maestro
si lo examinas sin miedo.
3. Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si
te estuviesen crucificando. Ésta es una marcada tendencia de los que creen
estar separados, que siempre se niegan a examinar lo que se han hecho a sí mismos.
La proyección implica ira, la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el
miedo. El verdadero significado de la crucifixión radica en la aparente
intensidad de la agresión cometida por algunos de los Hijos de Dios contra
otro. Esto, por supuesto, es imposible y se tiene que entender cabalmente que
es imposible. De lo contrario, yo no puedo servir de modelo para el
aprendizaje.
4. En última instancia, solo el cuerpo puede ser agredido. No cabe duda
de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo. Sin embargo,
si la destrucción en sí es imposible, cualquier cosa que pueda ser destruida no
es real. Su destrucción, por lo tanto, no justifica tu ira. En la medida en que
creas que la justifica, estarás aceptando premisas falsas y enseñándoselas a
otros. El mensaje de la crucifixión fue precisamente enseñar que no es
necesario percibir ninguna forma de ataque en la persecución, pues no puedes
ser perseguido. Si reaccionas con ira, tienes que estar equiparándote con lo
destructible y, por lo tanto, viéndote a ti mismo de forma demente.
5. He dejado perfectamente claro que soy como tú y que tú eres como yo,
pero nuestra igualdad fundamental solo puede demostrarse mediante una decisión
conjunta. Eres libre, si así lo eliges, de percibirte a ti mismo como si te
estuvieran persiguiendo. Mas cuando eliges reaccionar de esa manera, deberías
recordar que yo fui perseguido de acuerdo con el pensar del mundo y que no
compartí esa interpretación. Y puesto que no la compartí, no la reforcé. Ofrecí,
por consiguiente, una interpretación diferente del ataque, que deseo compartir
contigo. Si la crees, me ayudarás a enseñarla.
6. Como ya dije anteriormente “Lo que enseñes es lo que aprenderás”. Si
reaccionas como si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución.
No es ésta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de alcanzar
su propia salvación. Enseña más bien tu perfecta inmunidad, que es la verdad
acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada. No trates de protegerla,
ya que de lo contrario creerás que es susceptible de ser atacada. No se te pide
ser crucificado, lo cual fue parte de lo que yo aporté como maestro. Se te pide
únicamente que sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos
extremas de percibir falsamente y que no las aceptes como falsas
justificaciones para desatar tu ira. No puede haber justificación para lo
injustificable. No creas que la haya ni enseñes que la hay.
Recuerda siempre que enseñas lo que crees. Cree lo mismo que yo, y llegaremos
a ser maestros de igual calibre.
7. Tu resurrección es tu re-despertar. Yo soy el modelo del
renacimiento, pero el renacimiento en sí no es más que el despuntar en la mente
de lo que ya se encuentra en ella. Dios Mismo lo puso allí, por lo tanto,
es cierto para siempre. Yo creí en ello y, por consiguiente, lo acepté como la
verdad. Ayúdame a enseñárselo a nuestros hermanos en nombre del Reino de Dios,
pero cree primero que es verdad, pues de lo contrario enseñarás mal. Mis
hermanos se quedaron dormidos durante la supuesta “agonía del huerto”, pero yo
no pude haberme indignado con ellos porque sabía que no podía ser abandonado.
8. Lamento cuando mis hermanos no comparten mi decisión de oír
solamente una Voz, pues eso los debilita como maestros y como alumnos. Con
todo, sé que no pueden realmente traicionarse a sí mismos ni traicionarme a mí,
y que sobre ellos es donde todavía tengo que edificar mi iglesia. No hay
ninguna otra alternativa al respecto porque únicamente tú puedes ser la roca de
la iglesia de Dios. Allí donde hay un altar hay una iglesia, y la presencia del
altar es lo que hace que la iglesia sea santa. La iglesia que no inspira amor,
tiene un altar oculto que no está sirviendo al propósito para el que Dios lo
destinó. Tengo que edificar Su iglesia sobre ti porque quienes me aceptan como
modelo son literalmente mis discípulos. Los discípulos son seguidores, y si el modelo
que siguen ha elegido evitarles dolor en relación con todo, serían ciertamente
insensatos si no lo siguiesen.
9. Elegí, por tu bien y por el mío, demostrar que el ataque más
atroz a juicio del ego, es irrelevante. Tal como el mundo juzga estas cosas,
mas no como Dios sabe que son, fui traicionado, abandonado, golpeado,
atormentado y, finalmente, asesinado. Está claro que ello se debió únicamente a
las proyecciones de otros sobre mí, ya que yo no le había hecho daño a nadie y
había curado a muchos.
10. Seguimos gozando de perfecta igualdad como alumnos, aunque no es
necesario que tengamos las mismas experiencias. El Espíritu Santo se regocija
cuando puedes aprender de las mías y valerte de ellas para volver a despertar.
Ése es su único propósito y ésa es la única manera en que yo puedo ser
percibido como el camino, la verdad y la vida. Oír una sola voz nunca implica
sacrificio. Por el contrario, si eres capaz de oír al Espíritu Santo en otros,
puedes aprender de sus experiencias y beneficiarte de ellas sin tener que
experimentarlas directamente tú mismo. Eso se debe a que el Espíritu Santo es
Uno, y todo aquel que le escucha es conducido inevitablemente a demostrar Su
camino a todos.
11. Nadie te está persiguiendo, del mismo modo en que nadie me persiguió
a mí. No se te pide que repitas mis experiencias, pues el Espíritu Santo, a
Quien compartimos, hace que eso sea innecesario. Sin embargo, para valerte de
mis experiencias de manera constructiva, tienes aún que seguir mi ejemplo con
respecto a cómo percibirlas. Mis hermanos, que son también tus hermanos, están
constantemente justificando lo injustificable. La única lección que tengo que
enseñar, puesto que la aprendí, es que ninguna percepción que esté en
desacuerdo con el juicio del Espíritu Santo está jamás justificada. Mi función
consistió en demostrar que esto es verdad en un caso extremo, simplemente para
que pudiera servir como un instrumento de enseñanza ejemplar para aquellos que,
en situaciones no tan extremas, sienten la tentación de abandonarse a la ira y
al ataque. Mi voluntad, junto con la de Dios, es que ninguno de Sus Hijos
sufra.
12. La crucifixión no puede ser compartida porque es el símbolo de la
proyección, pero la resurrección es el símbolo del compartir, ya que para que
la Filiación pueda conocer su plenitud, es necesario que cada uno de los Hijos
de Dios experimente un re-despertar. Solo esto es conocimiento.
13. El mensaje de la crucifixión es inequívoco: Enseña solamente amor,
pues eso es lo que eres.
14. Si interpretas la crucifixión de cualquier otra forma, la estarás
usando como un arma de ataque en vez de como la llamada a la paz para la que se
concibió. Con frecuencia, los Apóstoles la interpretaron erróneamente, por la
misma razón que otros lo hacen. Su propio amor imperfecto les hizo ser
vulnerables a la proyección y, como resultado de su propio miedo, hablaron de
la “ira de Dios” como el arma de represalia de Éste. No pudieron hablar de la
crucifixión enteramente sin ira porque sus propios sentimientos de culpabilidad
habían hecho que se sintieran indignados.
15. Ésos son algunos de los ejemplos de pensamiento tergiversado del
Nuevo Testamento, si bien su evangelio es en realidad únicamente el mensaje del
amor. Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían
podido atribuir expresiones tales como: “No he venido a sembrar paz, sino
espadas”. Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas. De haberme
entendido realmente, no podrían haber descrito tampoco mi reacción a Judas como
lo hicieron. Yo no pude haber dicho “¿Traicionas al Hijo del hombre con un
beso?” a no ser que hubiese creído en la traición. El mensaje de la crucifixión
fue precisamente que yo no creía en la traición. El “castigo” que se dijo
infligí a Judas fue un error similar. Judas era mi hermano y un Hijo de Dios,
tan miembro de la Filiación como yo. ¿Cómo iba a condenarlo cuando estaba listo
para probar que condenar es imposible?
16. Cuando leas las enseñanzas de los Apóstoles, recuerda que les dije
que había muchas cosas que ellos no entenderían sino hasta mucho después,
porque en aquel entonces aún no estaban completamente listos para seguirme. No
quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de
pensamiento hacia el que te estoy guiando. No ando en busca de mártires, sino
de maestros. Nadie es castigado por sus pecados, y los Hijos de Dios no son
pecadores. Cualquier concepto de castigo significa que estás proyectando la
responsabilidad de la culpa sobre otro, y ello refuerza la idea de que está
justificado culpar. El resultado es una lección acerca de cómo culpar, pues
todo comportamiento enseña las creencias que lo motivan. La crucifixión fue el
resultado de dos sistemas de pensamiento claramente opuestos entre sí; el
símbolo perfecto del “conflicto” entre el ego y el Hijo de Dios. Este conflicto
parece ser igualmente real ahora, y lo que enseña tiene que aprenderse ahora
tal como se tuvo que aprender entonces.
17. Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mermada
capacidad de estar agradecido o no podrás apreciar a Dios. Él no necesita que
lo aprecies, pero tú sí. No se puede amar lo que no se aprecia, pues el miedo
hace que sea imposible apreciar nada. Cuando tienes miedo de lo que eres no lo
aprecias y, por lo tanto, lo rechazas. Como resultado de ello, enseñas
rechazo.
18. El poder de los Hijos de Dios está presente todo el tiempo porque
fueron creados para ser creadores. La influencia que ejercen unos sobre otros
es ilimitada, y tiene que usarse para su salvación conjunta. Cada uno de ellos
tiene que aprender a enseñar que ninguna forma de rechazo tiene sentido. La
separación es la noción del rechazo. Mientras sigas enseñando esto lo seguirás
creyendo. No es así como Dios piensa, y tú tienes que pensar como Él si es que
has de volver a conocerlo.
19. Recuerda que el Espíritu Santo es el vínculo de comunicación entre
Dios el Padre y Sus Hijos separados. Si escuchases Su Voz sabrías que tú no
puedes herir ni ser herido, y que son muchos los que necesitan tu bendición
para poder oír esto por sí mismos. Cuando solo percibas esa necesidad en ellos
y no respondas a ninguna otra, habrás aprendido de mí y estarás tan deseoso de
compartir lo que has aprendido como lo estoy yo.
II. La alternativa a
la proyección
1. Cualquier división en la
mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo
que es la creencia en la separación. La Plenitud de Dios, que constituye Su
Paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud
de la Creación de Dios. Mediante ese reconocimiento dicha mente conoce a su
Creador. Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y
disociación. Dijimos anteriormente que la separación fue y sigue siendo un acto
de disociación, y que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su
defensa principal o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La
razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia como piensas.
2. Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte
de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el
que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas,
continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado de ti. Al hacer
esto de manera inconsciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho
de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.
3. La proyección, sin embargo, siempre te hará daño. La proyección
refuerza tu creencia de que tu propia mente está dividida, creencia ésta cuyo
único propósito es mantener vigente la separación. La proyección no es más que
un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado
de ellos. El ego justifica esto basándose en el hecho de que eso te hace
parecer “mejor” que tus hermanos y, de esta manera, empaña tu igualdad con
ellos todavía más. La proyección y el ataque están inevitablemente
relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el
ataque. 6 Sin proyección no puede haber ira. El ego utiliza la proyección con
el solo propósito de destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus
hermanos. El proceso comienza excluyendo algo que existe en ti, pero que
repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus hermanos.
4. Hemos aprendido, no obstante, que hay una alternativa a la
proyección. Todas las capacidades del ego se pueden emplear para un propósito
mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que dispone de una Voz
mejor. El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta. Del mismo modo en que los
objetivos de ambos son opuestos, así también lo son sus resultados.
5. El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección. Como sabe que
esa perfección es algo que todos comparten, la reconoce en otros, y de esta
forma la refuerza tanto en ti como en ellos. En vez de ira, esto suscita amor
tanto en ellos como en ti porque establece el estado de inclusión. Puesto que
percibe igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos las mismas necesidades. Esto
invita automáticamente a la Expiación porque la Expiación es la necesidad universal
de este mundo. Percibirte a ti mismo de esta manera es la única forma de hallar
felicidad en el mundo. Eso se debe a que es el reconocimiento de que tú no
estás en este mundo, pues el mundo es un lugar infeliz.
6. ¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado,
excepto dándote cuenta de que no estás en él? Tú no puedes estar donde Dios no
te ubicó, y Dios te creó como parte de Él. Eso es al mismo tiempo donde estás y
lo que eres. Esto es algo completamente inalterable. Es inclusión total. No puedes
cambiarlo ahora ni nunca. Es verdad para siempre. No es una creencia, sino un
Hecho. Todo lo que Dios creó es tan verdadero como Él. La verdad de ello radica
solamente en su perfecta inclusión en Aquel que es el único que es perfecto. Negar
esto es negarte a ti mismo y negarlo a Él, puesto que es imposible aceptar a
uno sin el otro.
7. La perfecta igualdad de la percepción del Espíritu Santo es el
reflejo de la perfecta igualdad del Conocimiento de Dios. La percepción del ego
no tiene equivalente en Dios, pero el Espíritu Santo sigue siendo el Puente
entre la percepción y el Conocimiento. Al permitirte usar la percepción de
forma que refleje el Conocimiento, éste finalmente podrá ser recordado. El ego
preferiría creer que es imposible que ese recuerdo alboree en tu mente, sin
embargo, es tu percepción lo que el Espíritu Santo guía. Tu percepción acabará
allí donde comenzó. Todo converge en Dios porque todo fue creado por Él y en
Él.
8. Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las
extensiones de Su Pensamiento en Su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo
tanto, perfectamente unidos dentro de sí mismos y entre sí. El Espíritu Santo
te capacita para poder percibir esta plenitud ahora. Dios te creó para que
creases. No puedes extender Su Reino mientras no conozcas la Plenitud de éste.
9. Los pensamientos se originan en la mente del pensador y desde ahí
se extienden hacia fuera. Esto es tan cierto del Pensamiento de Dios como del
tuyo. Puesto que tu mente está dividida, puedes percibir y también pensar. No
obstante, la percepción no puede eludir las leyes básicas de la mente. Percibes
desde tu mente y proyectas tus percepciones al exterior. Aunque la percepción
es irreal, el Espíritu Santo puede usarla provechosamente por el hecho de que
tú la concebiste. Él puede inspirar cualquier percepción y canalizarla hacia
Dios. Esta convergencia parece encontrarse en un futuro lejano solo porque tu
mente no está en perfecta armonía con esta idea y, consecuentemente, no la
desea ahora.
10. El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en él. Puesto
que Él procede de Dios, usa todo para el bien, pero no cree en lo que no es
verdad. 3 Puesto que se encuentra en tu mente, ésta también puede creer solo lo
que es verdad. El Espíritu Santo puede hablar únicamente en favor de eso porque
habla en favor de Dios. Te insta a que le devuelvas toda tu mente a Dios, ya
que en realidad tu mente nunca se separó de Él. Si nunca se separó de Él, solo
tienes que percibirla tal como es para que retorne a Él. Tener plena conciencia
de la Expiación es, por lo tanto, reconocer que la separación nunca tuvo lugar.
El ego no puede prevalecer frente a esto porque es una afirmación explícita de
que él nunca existió.
11. El ego puede aceptar la idea de que es necesario retornar porque
puede, con gran facilidad, hacer que parezca difícil. Sin embargo, el Espíritu
Santo te dice que incluso el retorno es innecesario porque lo que nunca ocurrió
no puede ser difícil. Mas tú puedes hacer que la idea de retornar sea a la vez
necesaria y difícil. Con todo, está muy claro que los que son perfectos no
tienen necesidad de nada, y tú no puedes experimentar la perfección como algo
difícil de alcanzar, puesto que eso es lo que eres. Así es como tienes que
percibir las Creaciones de Dios, de modo que todas tus percepciones estén en
línea con la única manera de ver del Espíritu Santo. Esta línea es la línea
directa de comunicación con Dios, y le permite a tu mente converger con la
Suya. Nada está en conflicto en esta percepción, ya que significa que toda
percepción está guiada por el Espíritu Santo, cuya Mente está fija en Dios. Solo
el Espíritu Santo puede resolver conflictos porque solo el Espíritu Santo está
libre de conflictos. Él percibe únicamente lo que es verdad en tu mente y lo
extiende solo a lo que es verdad en otras mentes.
12. La diferencia entre la proyección del ego y la extensión del Espíritu
Santo es muy simple. El ego proyecta para excluir y, por lo tanto, para
engañar. El Espíritu Santo extiende al reconocerse a Sí Mismo en cada mente, y
de esta manera las percibe a todas como una sola. Nada está en conflicto en esta
percepción porque lo que el Espíritu Santo percibe es todo igual. Dondequiera
que mira se ve a Sí Mismo y, puesto que está unido, siempre ofrece el Reino en
su totalidad. Éste es el único mensaje que Dios le dio, en favor del cual tiene
que hablar porque eso es lo que Él es. La Paz de Dios reside en ese mensaje,
por consiguiente, la Paz de Dios reside en ti. La gran paz del Reino refulge en
tu mente para siempre, pero tiene que irradiar desde ti hacia afuera para que
tomes conciencia de ella.
13. El Espíritu Santo te fue dado con perfecta imparcialidad, y a
menos que lo reconozcas imparcialmente no podrás reconocerlo en absoluto. El
ego es legión, pero el Espíritu Santo es Uno. No hay tinieblas en ninguna parte
del Reino, y tu papel solo consiste en impedir que las tinieblas moren en tu
mente. Esta armonía con la luz es ilimitada porque está en armonía con la luz
del mundo. Cada uno de nosotros es la luz del mundo, y al unir nuestras mentes
en esa luz proclamamos el Reino de Dios juntos y cual uno solo.
III.
La renuncia al ataque
1. Como ya hemos puesto de relieve, toda idea tiene su origen en la
mente del que la piensa. Lo que se extiende desde la mente, por lo tanto, se
encuentra todavía en ella, y la mente se conoce a sí misma por lo que extiende.
La palabra “conoce” está usada correctamente aquí porque el Espíritu Santo,
mediante Su percepción imparcial, guarda todavía el Conocimiento a salvo en tu
mente. Dado que Él nunca ataca, no obstaculiza la Comunicación de Dios. Por lo
tanto, el estado de ser nunca se ve amenazado. Tu mente, que es semejante a la
de Dios, jamás puede ser profanada. El ego nunca fue parte de ella ni lo será
nunca, pero a través del ego puedes oír, enseñar y aprender lo que no es
cierto. Te has enseñado a ti mismo a creer que no eres lo que eres. No puedes
enseñar lo que no has aprendido; y lo que enseñas lo refuerzas en ti al
compartirlo. Cada lección que enseñas es una lección que tú mismo estás
aprendiendo.
2. Por eso es por lo que debes enseñar solamente una lección. Si has de
verte libre de conflictos, tienes que aprender únicamente del Espíritu Santo y
enseñar únicamente con Él. Tú eres únicamente amor, mas cuando lo niegas haces
de lo que eres algo que tienes que aprender a recordar. Dije anteriormente que
el mensaje de la crucifixión fue: “Enseña solamente amor, pues eso es lo que
eres”. Ésta es la única lección que está perfectamente unificada porque es la
única lección que es una sola. La única manera de aprenderla es enseñándola.
”Lo que enseñes es lo que aprenderás.” Si esto es verdad, como en efecto lo es,
no olvides que lo que enseñas te enseña a ti. Y no puedes sino creer en lo que
proyectas o extiendes.
3. La única seguridad radica en extender el Espíritu Santo porque a
medida que ves Su mansedumbre en otros, tu propia mente se percibe a sí misma
como totalmente inofensiva. Una vez que puede aceptar esto completamente, no ve
necesidad alguna de protegerse. La protección de Dios alborea entonces sobre
ella, asegurándole que está perfectamente a salvo para siempre. Los que están
perfectamente a salvo son completamente benévolos. Bendicen porque saben que son
benditos. Desprovista de ansiedad, la mente es totalmente benévola y, puesto
que extiende caridad, es también caritativa. La seguridad no es otra cosa que
la completa renuncia al ataque. Ninguna transigencia al respecto es posible. Si
enseñas ataque en cualquier forma que sea, lo habrás aprendido, y ello no podrá
sino causarte dolor. Con todo, ese aprendizaje no es permanente y puedes
desaprenderlo dejándolo de enseñar.
4. Puesto que no puedes no enseñar, tu salvación radica en enseñar
exactamente lo opuesto a lo que el ego cree. Así es como aprenderás la verdad
que te hará libre y que te mantendrá libre a medida que otros la aprendan de
ti. La única manera de tener paz es enseñando paz. Al enseñarla, no puedes sino
aprenderla, pues no puedes enseñar aquello de lo que todavía te disocias. Solo
así podrás recobrar el conocimiento que desechaste. Para poder compartir una
idea tienes primero que disponer de ella. Dicha idea despierta en tu mente
mediante la convicción que nace de enseñarla. Aprendes todo lo que enseñas.
Enseña solamente amor, y aprende que el amor es tuyo y que tú eres amor.
IV. La única
Respuesta
1. Recuerda que el Espíritu Santo es la Respuesta, no la pregunta. El
ego siempre habla primero. Es caprichoso y no le desea el bien a su hacedor.
Cree, y con razón, que su hacedor puede dejar de brindarle apoyo en cualquier
momento. Si te desease el bien se alegraría de ello, tal como el Espíritu Santo
se alegrará cuando te haya conducido de vuelta a tu hogar y ya no tengas
necesidad de que Él te guíe. El ego no se considera a sí mismo parte de ti. En
eso radica su error fundamental, la base de todo su sistema de
pensamiento.
2. Cuando Dios te creó te hizo parte de Él. Por eso es por lo que el
ataque no tiene cabida dentro del Reino. Hiciste al ego sin amor y, por
consiguiente, él no te ama. No puedes permanecer dentro del Reino sin amor y,
puesto que el Reino es amor, crees estar privado de él. Esto le permite al ego
considerarse a sí mismo algo separado y externo a su hacedor, y de ahí que hable
en representación de la parte de tu mente que cree que tú estás separado y que
eres algo externo a la Mente de Dios. El ego planteó entonces la primera
pregunta que se hizo jamás, pregunta que él nunca podrá contestar. La pregunta:
“¿Qué eres?” representó el comienzo de la duda. Desde entonces el ego jamás ha
contestado ninguna pregunta, aunque ha hecho muchas. Las actividades más
ingeniosas del ego no han hecho más que enmarañar la pregunta, pues dispones de
la respuesta y el ego te tiene miedo.
3. No podrás entender el conflicto hasta que entiendas plenamente el
hecho fundamental de que el ego no sabe nada. El Espíritu Santo no es el que
habla primero, pero siempre contesta. Todo el mundo en un momento u otro ha
acudido a Él para de una u otra forma obtener ayuda, y Él ha contestado. Puesto
que el Espíritu Santo responde de verdad, responde para siempre, lo cual quiere
decir que todo el mundo dispone de la respuesta ahora mismo.
4. El ego no puede oír al Espíritu Santo, pero cree que parte de la
mente que lo hizo está en su contra. Interpreta esto como una justificación
para atacar a su hacedor. Cree que la mejor defensa es el ataque y quiere que
tú creas eso también. A no ser que lo creyeses no te podrías poner de su parte,
y el ego tiene gran necesidad de aliados, aunque no de hermanos. Al percibir en
tu mente algo ajeno a sí mismo, el ego hace del cuerpo su aliado porque el
cuerpo no forma parte de ti. Esto hace del cuerpo el amigo del ego. Ésta es una
alianza claramente basada en la separación. Si te pones de parte de esta
alianza no podrás sino sentir miedo porque te estarás poniendo de parte de una
alianza basada en el miedo.
5. El ego se vale del cuerpo para conspirar contra tu mente, y puesto
que el ego se da cuenta de que su “enemigo” puede acabar con él y con el cuerpo
reconociendo simplemente que no forman parte de él, se une al cuerpo para
llevar a cabo un ataque conjunto. Tal vez sea ésta la más extraña de todas las
percepciones, si te detienes a considerar lo que realmente implica. El ego, que
no es real, trata de persuadir a la mente, que sí es real, de que ella es su
recurso de aprendizaje y, lo que es más, de que el cuerpo es más real que ella.
Nadie que esté en su mente recta podría creer semejante cosa y nadie que está
en su mente recta lo cree.
6. Escucha, pues, la única respuesta del Espíritu Santo a todas las
preguntas que el ego plantea: eres una Criatura de Dios, una parte de Su Reino
de inestimable valor que Él creó como parte de Sí Mismo. Eso es lo único que
existe y lo único que es real. Has elegido un sueño en el que has tenido
pesadillas, pero el sueño no es real y Dios te exhorta a despertar. Cuando Le
oigas no quedará ni rastro de tu sueño porque despertarás. Tus sueños contienen
muchos de los símbolos del ego y éstos te han confundido. Eso se debe, no
obstante, a que estabas dormido y no te dabas cuenta. Cuando despiertes verás
la verdad a tu alrededor y dentro de ti, y ya no creerás en los sueños porque
dejarán de ser reales para ti. En cambio el Reino y todo lo que allí has creado
te resultará sumamente real porque es hermoso y verdadero.
7. En el Reino no hay ninguna duda acerca de lo que eres y de donde te
encuentras. La duda no tiene cabida allí porque la primera pregunta jamás se
planteó. Al haber sido por fin completamente contestada, nunca existió. Solo el
Ser vive en el Reino, donde todo mora en Dios con absoluta certeza. El tiempo
dedicado a hacer preguntas en el sueño ha dado paso a la Creación y a Su
eternidad. Tú gozas de tanta certeza como Dios, pues eres tan real como Él,
pero lo que antes gozaba de absoluta certeza en tu mente ha pasado a ser ahora
únicamente la capacidad para gozar de ella.
8. El origen de las capacidades representó el principio de la
incertidumbre porque las capacidades son logros en potencia, pero todavía no
son logros. Tus capacidades son inútiles en presencia de los logros de Dios y
de los tuyos propios. Los logros son resultados que ya se han alcanzado. Cuando
son perfectos, las capacidades dejan de tener sentido. Es curioso que lo que es
perfecto tenga ahora que ser perfeccionado. De hecho, eso es imposible. Mas
recuerda que cuando te pones a ti mismo en una situación imposible crees que lo
imposible es posible.
9. Debes desarrollar tus capacidades antes de poder usarlas. Esto no es cierto
con respecto a nada que Dios creó, pero es la solución más benévola para lo que
tú has fabricado. En una situación imposible puedes desarrollar tus capacidades
hasta el punto en que ellas mismas te pueden liberar de tal situación. Dispones
de un Guía que te muestra cómo desarrollarlas, pero no tienes otro jefe que tú
mismo. Esto te pone a cargo del Reino, con un Guía para encontrarlo y los
medios para conservarlo. Tienes un modelo a seguir que reforzará tu mando y
nunca lo menoscabará en modo alguno. Por consiguiente, ocupas todavía el lugar
central en tu imaginada esclavitud, lo cual de por sí demuestra que no eres un
esclavo.
10. Te encuentras en una situación imposible únicamente porque crees que
es posible estar en una situación así. Te encontrarías en una situación
imposible si Dios te mostrara tu perfección y a la vez te probase que estabas
equivocado. Esto demostraría que los que son perfectos son incapaces de cobrar
conciencia de su propia perfección, y reforzaría la creencia de que aquellos que
lo tienen todo necesitan ayuda y son, por lo tanto, desvalidos. Éste es el tipo
de “razonamiento” en que el ego se embarca. Dios, que sabe que Sus Creaciones
son perfectas, no las humilla. Eso sería tan imposible como la noción del ego
según la cual él ha humillado a Dios.
11. Por eso es por lo que el Espíritu Santo jamás da órdenes. Dar
órdenes implica desigualdad, y el Espíritu Santo demuestra que la desigualdad
no existe. Ser fiel a una premisa que se ha aceptado es una ley de la mente, y
todo lo que Dios creó es fiel a Sus Leyes. Es posible también ser fiel a otras
leyes, pero no porque las leyes sean ciertas, sino porque tú las promulgaste.
¿De qué te serviría que Dios te probase que has pensado de forma demente?
¿Podría Dios perder Su Certeza? He dicho frecuentemente que eres lo que
enseñas. ¿Querrías que Dios te enseñase que has pecado? Si Él confrontase al
ser que fabricaste con la verdad que Él creó para ti, ¿cómo no ibas a tener
miedo? Eso te haría dudar de tu mente recta, que es el único lugar donde
puedes encontrar la cordura que Él te dio.
12. Dios no enseña, pues enseñar implica una insuficiencia que Dios sabe
que no existe. Dios no está en conflicto. El propósito de enseñar es producir
cambios, pero Dios solo creó lo inmutable. La separación no fue una pérdida de
la perfección, sino una interrupción en la comunicación. La voz del ego surgió
entonces como una forma de comunicación estridente y áspera. Esto no podía
alterar la Paz de Dios, pero sí podía alterar la tuya. Dios no la acalló porque
erradicarla habría sido atacarla. Habiendo sido cuestionado, Él no cuestionó.
Simplemente dio la Respuesta. Su Respuesta es tu Maestro.
V. Las lecciones del Espíritu Santo
1. Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes
ahora y solo te enseña para que llegues a ser igual que Él. Tú te enseñaste mal
a ti mismo al creer lo que no era cierto. No creíste en tu propia perfección.
¿Iba acaso Dios a enseñarte que habías fabricado una mente dividida cuando Él
sabe que tu mente es íntegra? Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de
comunicación no están abiertos a Él, lo cual Le impide impartirles Su Júbilo y
así saber que Sus Hijos son completamente dichosos. El dar de Su Júbilo es un
proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. La Extensión de Dios,
aunque no Su Compleción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él
cual una sola. Así que Dios pensó: “Mis Hijos duermen y hay que
despertarlos”.
2. ¿Qué podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que
no lo asusta sino que simplemente le recuerda que la noche ya pasó y que la luz
ha llegado? No se le dice que las pesadillas que lo estaban aterrorizando tanto
no eran reales, pues los niños creen en la magia. Simplemente se le asegura que
ahora está a salvo. Más tarde se le enseña a distinguir la diferencia entre
estar dormido y estar despierto, para que entienda que no tiene que tener miedo
de los sueños. Y así, cuando vuelva a tener pesadillas, él mismo invocará la
luz para desvanecerlas.
3. Un buen maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno
negativo. No hace hincapié en lo que tienes que evitar para escapar de lo que
te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz. Piensa
en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: “No
hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto
otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo”. Definitivamente es
mucho mejor usar solo tres palabras: “¡Haz sólo esto!” Esta simple afirmación
es perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y de recordar.
4. El Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los errores
porque Su intención no es asustar a los niños y los que carecen de sabiduría
son niños. Siempre responde, no obstante, a su llamada, y el hecho de que ellos
puedan contar con Él los hace sentirse más seguros. Los niños ciertamente
confunden las fantasías con la realidad, y se asustan porque no pueden
distinguir la diferencia que hay entre ellas. El Espíritu Santo no hace
distinción alguna entre diferentes clases de sueños. Simplemente los hace
desaparecer con Su luz. Su luz es siempre la llamada a despertar, no importa lo
que hayas estado soñando. No hay nada duradero en los sueños, y el Espíritu
Santo, que refulge con la Luz de Dios Mismo, solo habla en nombre de lo que
perdura eternamente.
A. Para
poder tener, da todo a todos
1. Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que
eres eterno. Tal vez pienses que esto se logra con la muerte, pero con la
muerte no se logra nada porque la muerte no es nada. Todo se logra con la vida
y la vida forma parte del ámbito de la mente y se encuentra en la mente. El
cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida. Si
compartimos la misma mente, tú puedes superar la muerte puesto que yo la
superé. La muerte es un intento de resolver conflictos no tomando ninguna
decisión. Al igual que todas las demás soluciones imposibles que el ego
propugna, ésta tampoco resultará.
2. Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible y, por
consiguiente, no forma parte del Reino. El cuerpo es el símbolo de lo que crees
ser. Es a todas luces un mecanismo de separación y, por lo tanto, no existe. El
Espíritu Santo, como siempre, se vale de lo que tú has hecho y lo transforma en
un recurso de aprendizaje. Una vez más, y como siempre, reinterpreta lo que el
ego utiliza como un razonamiento en favor de la separación y lo convierte en
una demostración contra ésta. Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo
no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el
cuerpo. Todo milagro es una demostración de esto.
3. He dicho que el Espíritu Santo es la motivación para los milagros. El
Espíritu Santo te dice siempre que sólo la mente es real porque es lo único que
se puede compartir. El cuerpo es algo separado y, por lo tanto, no puede ser
parte de ti. Ser de una sola mente tiene sentido, pero ser de un solo cuerpo no
tiene ningún sentido. De acuerdo con las leyes de la mente, pues, el cuerpo no
tiene sentido alguno.
4. Para el Espíritu Santo no hay grados de dificultad en los milagros. A
estas alturas, esto debería resultarte ya bastante familiar, aunque no es algo
que todavía estés dispuesto a creer. Por lo tanto, ni lo entiendes ni puedes
hacer uso de ello. Es mucho lo que todavía nos queda por hacer en favor del
Reino como para pasar por alto este concepto tan crucial. Es realmente una de
las piedras angulares del sistema de pensamiento que enseño y que quiero que tú
enseñes. No puedes obrar milagros sin creer en él, ya que es una creencia en la
perfecta igualdad. El único regalo idéntico que se les puede ofrecer a los
Hijos idénticos de Dios, es apreciarlos completamente. Ni más ni menos. Sin una
gama variable, la idea de grados de dificultad carece de sentido, y no debe
haber gama alguna en lo que le ofreces a tu hermano.
5. El Espíritu Santo, que nos conduce a Dios, transforma la comunicación
en el estado de ser, de la misma manera en que en última instancia transforma
la percepción en Conocimiento. No pierdes lo que comunicas. El ego se vale del
cuerpo para atacar, para obtener placer y para vanagloriarse. La locura de esta
percepción lo convierte en algo verdaderamente temible. El Espíritu Santo lo ve
solo como un medio de comunicación y, puesto que comunicar es compartir,
comunicar se vuelve un acto de comunión. Tal vez creas que el miedo— al igual
que el amor—se puede comunicar y que, por lo tanto, se puede compartir. Sin
embargo, esto no es tan real como pueda parecer a primera vista. Los que
comunican miedo están fomentando el ataque, y el ataque siempre interrumpe la
comunicación y la imposibilita. Es verdad que los egos se unen en alianzas
temporales, pero siempre para ver qué es lo que cada uno puede obtener para sí
mismo. El Espíritu Santo comunica únicamente lo que cada uno puede dar a todos.
Nunca te quita nada que te haya dado, pues Su deseo es que lo conserves. Sus
enseñanzas, por lo tanto, comienzan con esta lección: Para poder tener, da todo
a todos.
6. Éste es un paso preliminar básico y el único que tienes que dar por
tu cuenta. Ni siquiera es necesario que tú mismo lo completes, pero sí es
necesario que te encamines en esa dirección. Cuando decides ir en esa
dirección, te pones a ti mismo a cargo del viaje, función que a ti y solo a ti
te corresponde desempeñar. Este paso tal vez parezca agudizar el conflicto en
vez de resolverlo, ya que representa el paso inicial en el proceso de invertir
tu percepción y de rectificarla totalmente. Esto entra en conflicto con la
percepción invertida que todavía no has abandonado, ya que de lo contrario no
habría sido necesario un cambio de dirección. Algunos se quedan en este paso
durante mucho tiempo, experimentando un agudo conflicto. En este punto puede
que incluso traten de aceptar el conflicto en vez de dar el siguiente paso
hacia su resolución. Puesto que han dado el primer paso, no obstante, se les
prestará ayuda. Pues una vez que hayan elegido lo que no pueden completar
solos, ya no estarán solos.
B. Para
tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.
1. Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las
represalias y al abandono. Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso
es lo que perciben, lo que enseñan y lo que aprenden. Estas ideas descabelladas
son claramente el resultado de la disociación y la proyección. Eres lo que
enseñas, pero es evidente que puedes enseñar incorrectamente y, por
consiguiente, te puedes enseñar mal a ti mismo. Muchos pensaron que yo les estaba
atacando, aunque es evidente que eso no era cierto. Un alumno desquiciado
aprende lecciones extrañas. Lo que tienes que reconocer es que cuando no
compartes un sistema de pensamiento, lo debilitas. Los que creen en él perciben
eso como un ataque. Esto se debe a que cada uno se identifica con su propio
sistema de pensamiento, y todo sistema de pensamiento se centra en lo que uno
cree ser. Si el núcleo del sistema de pensamiento es cierto, lo único que puede
extenderse desde él es la verdad. Pero si lo que se encuentra allí es una
mentira, lo único que puede proceder de él son engaños.
2. Los buenos maestros se dan cuenta de que solo los cambios
fundamentales son duraderos, mas no comienzan en ese nivel. Su primer
objetivo—y el más importante—es fortalecer en el estudiante el deseo de
cambiar. Ése es asimismo no solo su último objetivo, sino también su objetivo
final. Lo único que el maestro tiene que hacer para garantizar el cambio es
estimular en el alumno su deseo de cambiar. Cambiar de motivación es cambiar de
mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio fundamental, ya que la
mente es fundamental.
3. El primer paso en el proceso de inversión o des-hacimiento, es el
des-hacimiento del concepto de “obtener”. La primera lección del Espíritu Santo
es por consiguiente: “Para poder tener, da todo a todos”. Dije que es posible
que esto agudice el conflicto temporalmente, y ahora podemos aclarar este punto
aún más. A estas alturas todavía no percibes la igualdad que existe entre tener
y ser. Hasta que no la percibas, tener te parecerá lo opuesto a dar. La primera
lección, por consiguiente, parece encerrar una contradicción, puesto que la
está aprendiendo una mente que está en conflicto. Esto quiere decir que hay
deseos conflictivos, y así la lección no puede aprenderse de manera consistente
todavía. Lo que es más, la mente del alumno proyecta su propio conflicto, por
lo tanto, no percibe consistencia en las mentes de los demás, lo cual la hace
sospechar de la motivación de éstos. Ésa es la verdadera razón de que, desde
cualquier punto de vista, la primera lección sea la más difícil de aprender.
Puesto que aún eres extremadamente consciente del ego en ti mismo y respondes
principalmente al ego de los demás, se te está enseñando a que reacciones ante
ambos como si lo que realmente crees no fuera verdad.
4. El ego—operando a la inversa como de costumbre—percibe la primera
lección como algo demente. De hecho, ésa es su única alternativa, pues la otra
posibilidad, que sería mucho menos aceptable para él, es obviamente que él es
el que es demente. En esto, como en todo, los juicios del ego están
predeterminados por lo que él es. El cambio fundamental tendrá lugar cuando el
pensador cambie de mentalidad. Mientras tanto, la progresiva claridad de la Voz
del Espíritu Santo hace que sea imposible que el alumno no la oiga. Por algún
tiempo, pues, recibirá mensajes conflictivos y aceptará los dos.
5. La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de
pensamiento que se oponen entre sí consiste claramente en escoger uno y
abandonar el otro. Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es
inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total
desacuerdo, es imposible gozar de paz mental. Si enseñas ambos sistemas, que es
lo que probablemente harás mientras aceptes los dos, estarás enseñando
conflicto y también aprendiéndolo. Sin embargo, tú deseas la paz, ya que de lo
contrario no habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudara. Su
lección no es demente, pero el conflicto sí.
6. Entre la cordura y la demencia no puede haber conflicto. Solo una de
ellas es verdad y, por lo tanto, sólo una de ellas es real. El ego trata de
persuadirte de que es a ti a quien le corresponde decidir cuál de ellas es
verdad, mas el Espíritu Santo te enseña que la verdad fue creada por Dios, y
que sea lo que sea que decidas, ello no puede alterarla en absoluto. A medida
que empieces a comprender el sereno poder de la Voz del Espíritu Santo y Su
perfecta consistencia, tu mente se dará cuenta de que estás tratando de revocar
una decisión que se tomó irrevocablemente por ti. Por eso sugerí anteriormente
que te recuerdes a ti mismo permitir que el Espíritu Santo decida en favor de
Dios por ti.
7. No se te pide que tomes decisiones descabelladas, aunque tal vez
pienses que eso es lo que se te está pidiendo. Sin embargo, creer que es a ti a
quien le corresponde decidir lo que son las Creaciones de Dios no puede sino
ser una locura. El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. Por
consiguiente, Su segunda lección reza así: Para tener paz, enseña paz para así
aprender lo que es.
8. Éste es todavía un paso preliminar, puesto que aún no has equiparado
tener con ser. Es, no obstante, un paso más avanzado que el primero, que en
realidad no es sino el comienzo del proceso de inversión del pensamiento. El
segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. Es pues, un paso
encaminado a liberarte del conflicto, ya que significa que se han considerado
las alternativas y se ha elegido la más deseable. Con todo, la expresión “más
deseable” aún implica que lo deseable tiene diferentes grados. Por lo tanto,
aunque este paso es esencial para poder tomar la decisión fundamental, no es
obviamente el último. No se ha aceptado todavía la falta de grados de
dificultad en los milagros porque nada que se desee completamente puede ser
difícil. Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se
tiene en cuenta que Dios Mismo te creó para que fueras un creador.
9. El segundo paso, pues, es todavía perceptual, si bien es un paso
gigantesco hacia la percepción unificada que refleja el Conocimiento de Dios.
Al dar este paso y seguir en esa dirección, estarás avanzando hacia el centro
de tu sistema de pensamiento, donde tendrá lugar el cambio fundamental. En el
segundo paso el progreso es intermitente, pero el segundo paso es más fácil que
el primero porque es el que le sigue. Darse cuenta de que este paso no puede
sino seguir al primero es señal de una creciente conciencia de que el Espíritu
Santo te guiará en tu camino.
1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que
hacerlo. Separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada
pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí.
El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, conserva lo que está
de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo
con el Reino. Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra
ello. Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta
unificación. Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego
lo acepta. Esto se debe a que ambos están en completo desacuerdo en relación
con todo, dado que están en completo desacuerdo con respecto a lo que tú eres.
Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente,
y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. El Espíritu
Santo nunca varía en este punto y, por lo tanto, el único estado de ánimo que
genera es uno de dicha. Protege dicho estado rechazando todo lo que no lo
fomenta, y así solo Él puede mantenerte en un estado de perfecta dicha.
2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que
enseñes nada que sea erróneo, y que de esta forma, tú mismo lo aprendas. No
sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar. En
la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero
solo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios.
Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por consiguiente,
aprender a estar libre de ellos. Esta rectificación es necesaria solo en tu
mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. Dios Mismo ha
establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. Por lo tanto, la
tercera lección del Espíritu Santo reza así: Mantente alerta solo en favor de
Dios y de Su Reino.
3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se produzca un
cambio fundamental. No obstante, todavía contiene un aspecto del proceso de
inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes
mantenerte alerta. Este paso representa un gran avance con respecto a la
primera lección, que es meramente el principio del proceso de inversión del
pensamiento, y también con respecto a la segunda, que es esencialmente la
identificación de lo que es más deseable. Este paso, que es la conclusión
lógica del segundo tal como el segundo lo es del primero, subraya la dicotomía
que existe entre lo deseable y lo indeseable. Por lo tanto, hace que la
elección final sea inevitable.
4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo
puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el tercer paso requiere un
constante estado de alerta contra el conflicto. Ya he dicho que puedes estar
tan alerta contra el ego como a su favor. La última lección enseña no solo que
puedes, sino que tienes que estar alerta. No se ocupa de la cuestión de los
grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser
mantenerte alerta. Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben
hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará.
Aquí, pues, es donde se te pide que seas consistente a pesar del caos. Mas la
consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se
excluyen mutuamente. No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo,
no estarás reconociendo esta mutua exclusión y seguirás creyendo que puedes
elegir la consistencia o el caos. Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu
Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. Esto
finalmente liberará a tu mente de tener que elegir y la encaminará hacia la
Creación dentro del Reino.
5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. Creas
mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres. La
forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones
implícitas en los otros dos y va más allá de ellos hacia una verdadera
integración. Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en
ella, la estarás reconociendo tal como Dios la creó. Por lo tanto, la estarás
aceptando tal como es. Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz
porque creerás en ella. Dios será de todos modos el que dará el paso final por ti,
pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado
para Dios. Te está preparando para la conversión de tener a ser en virtud de la
naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él.
6. Aprendes primero que tener se basa en dar y no en obtener. Luego
aprendes que aprendes lo que enseñas y que quieres aprender a estar en paz.
Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto
que es la condición del Reino. Has creído estar fuera del Reino y, como consecuencia,
te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. Es esencial, por lo tanto,
enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que
debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.
7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu
mente, pues te permite identificarte solo con el centro, donde Dios erigió el
Altar a Sí Mismo. Los altares son creencias, pero Dios y Sus Creaciones están
más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. La Voz que
habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están
más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas.
Mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asaltada por cualquier duda, lo
que Él ha logrado perfectamente no será evidente para ti. Por eso es por lo que
debes mantenerte alerta en favor de Dios. El ego habla contra Su Creación y,
por lo tanto, engendra dudas. No podrás ir más allá de las creencias hasta que
no creas plenamente.
8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que
percibes su plenitud y que has aprendido que es una. Ahora tienes que estar
alerta para mantener su unicidad en tu mente porque si dejas que te asalte la
duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. La
plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su
plenitud sí. Solo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de
ser no puede ser atacado. No obstante, no podrás experimentar una auténtica
sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que
eres. Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. No permitas
que entre en tu mente ninguna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario,
no podrás saber con certeza lo que eres. La certeza es el regalo que Dios te
hace. La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí.
9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro del
Reino. Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. Cuando desechaste la
verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. Al concebir otro
reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente solo el Reino de Dios
y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él. Lo que inventaste ha
aprisionado tu voluntad y te ha dado una mente enferma, que ahora tiene que ser
sanada. Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. Una
vez que tu mente haya sanado irradiará salud, y de este modo enseñará lo que es
la curación. Esto te consagrará como un maestro que enseña lo mismo que yo. Yo
tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y aquellos que
eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que
creen.
10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres
creer, y requiere que estés dispuesto a abandonar todo lo demás. Si sigues al
Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. Tu vigilancia es señal
de que quieres que Él te guíe. La vigilancia requiere esfuerzo, pero solo hasta
que aprendas que el esfuerzo en sí es innecesario. Has realizado enormes
esfuerzos por conservar lo que inventaste porque no es verdad. Por lo tanto,
ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello. Solo esto puede
eliminar la necesidad de tener que esforzarte e invocar al Ser que tienes y que
eres. Este reconocimiento no requiere ningún esfuerzo por tu parte, puesto que
ya es verdad, y tampoco necesita protección. Descansa en la perfecta seguridad
de Dios. Por lo tanto, la inclusión es total y la Creación no tiene
límites.
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