Capítulo 8
EL VIAJE DE RETORNO
I. La dirección del plan de
estudios
1. El Conocimiento no es la motivación para
aprender este curso. La motivación es la paz. La paz es el requisito previo
para alcanzar el Conocimiento simplemente porque los que están en conflicto no
están en paz, y la paz es la condición necesaria para el Conocimiento porque es
la condición del Reino. El Conocimiento solo puede ser restituido cuando
satisfaces sus condiciones. No es éste un trato que Dios haya hecho, pues Dios
no hace tratos. Es simplemente el resultado del uso incorrecto que has hecho de
Sus Leyes en nombre de una voluntad imaginaria que no es la Suya. El
Conocimiento es Su Voluntad. Si te opones a Su Voluntad, ¿cómo vas a poder
gozar de conocimiento? Te he dicho lo que el Conocimiento te ofrece, pero tal
vez aún no lo consideres algo enteramente deseable, pues, de lo contrario, no
estarías tan dispuesto a descartarlo cuando el ego te pide que le seas
leal.
2. Las distracciones del ego tal vez parezcan
interferir en tu aprendizaje, pero el ego no tiene realmente ningún poder para
distraerte a menos que tú se lo confieras. La voz del ego es una alucinación.
No puedes esperar que te diga: “No soy real”. No obstante, no se te pide que
desvanezcas tus alucinaciones por tu cuenta. Se te pide simplemente que las
evalúes a la luz de los resultados que te aportan. Si dejas de desearlas debido
a la pérdida de paz que te ocasionan, serán eliminadas de tu mente.
3. Cada vez que respondes a la llamada del ego
estás haciendo un llamamiento a la guerra, y la guerra ciertamente te priva de
la paz. Mas en esta guerra no hay adversario. Ésta es la reinterpretación de la
realidad que tienes que hacer para asegurar tu paz, y la única que necesitas
hacer. Los que percibes como adversarios forman parte de tu paz, a la cual
renuncias cuando los atacas. ¿Cómo se puede tener aquello a lo que se renuncia?
Compartes para tener, pero no renuncias a lo que compartes. Cuando renuncias a
la paz, te excluyes a ti mismo de ella. Es ésta una condición tan ajena al
Reino que te es imposible entender el estado que prevalece dentro de él.
4. Lo que aprendiste en el pasado tiene que haberte
enseñado lo que no te convenía, por la sencilla razón de que no te hizo feliz.
Solo por esto debería ponerse en duda su valor. Si el propósito del aprendizaje
es producir cambios —y ése es siempre su
propósito— ¿te sientes satisfecho con
los cambios que tu aprendizaje ha producido en ti? Si no estás contento con lo
que aprendiste es señal evidente del fracaso de dicho aprendizaje, ya que
significa que no conseguiste lo que deseabas.
5. El plan de estudios de la Expiación es el
opuesto al que tú elaboraste para ti, y lo mismo se puede decir de su
resultado. Si el resultado de tu plan de estudios te ha hecho infeliz, y deseas
otro diferente, obviamente es necesario que se efectúen cambios en el plan de
estudios. El primer cambio que debe efectuarse es un cambio de dirección. Un
plan de estudios que tenga sentido no debe ser inconsistente. Si lo planean dos
maestros que creen en ideas diametralmente opuestas, no puede ser un plan
integrado. Si esos dos maestros lo ponen en práctica simultáneamente, cada uno
de ellos no hará sino ser un obstáculo para el otro. Esto da lugar a
fluctuaciones, pero no a un auténtico cambio. Los que son volátiles no tienen
dirección. No pueden decidir ir en una dirección determinada porque no pueden
abandonar la otra, si bien esta última no existe. Su plan de estudios
conflictivo les enseña que todas las direcciones existen, mas no les proporciona
ninguna base racional sobre la que fundar su elección.
6. Antes de que pueda efectuarse un auténtico
cambio de dirección es necesario reconocer plenamente la total insensatez de
semejante plan de estudios. No puedes aprender simultáneamente de dos maestros
que están en completo desacuerdo con respecto a todo. Su plan de estudios
conjunto constituye una tarea de aprendizaje imposible. Te están enseñando
cosas completamente diferentes de forma completamente diferente, lo cual sería
posible si no fuera porque las enseñanzas de ambos son acerca de ti. Ninguno de
ellos puede alterar tu realidad, pero si los escuchas a los dos, tu mente
estará dividida con respecto a lo que es tu realidad.
II. La
diferencia entre aprisionamiento y libertad
1. Existe una lógica sobre la que basar tu
elección. Solo un Maestro sabe lo que es tu realidad. Si el propósito del plan
de estudios es aprender a eliminar los obstáculos que obstruyen el conocimiento
de esa realidad, eso solo lo puedes aprender de ese Maestro. El ego no sabe lo
que está tratando de enseñar. Está tratando de enseñarte lo que eres, si bien
él mismo no lo sabe. El ego no es más que un experto en crear confusión. No
entiende nada más. Como maestro, pues, el ego está completamente confundido y solo
causa confusión. Aun si pudieras hacer caso omiso del Espíritu Santo, lo cual
es imposible, no podrías aprender nada del ego porque el ego no sabe
nada.
2. ¿Qué razón puede haber para elegir semejante
maestro? ¿No tendría más sentido hacer caso omiso de todo lo que enseña? ¿Es
éste el maestro al que el Hijo de Dios debe dirigirse para encontrarse a sí
mismo? El ego no te ha dado nunca una solución sensata a nada. Basándote
simplemente en la experiencia que tienes de lo que enseña, ¿no sería ello
suficiente para descalificarlo como tu futuro maestro? Mas el daño que el ego
le ha ocasionado a tu aprendizaje no se limita solo a eso. Aprender es
placentero si te conduce por la senda que te resulta natural y facilita el
desarrollo de lo que ya tienes. Mas si se te enseña de una manera contraria a
tu naturaleza, lo que aprendas supondrá una pérdida para ti porque te
aprisionará. Tu voluntad forma parte de tu naturaleza y, por lo tanto, no puede
ir contra ella.
3. El ego no te puede enseñar nada mientras tu
voluntad sea libre porque no le escucharías. Tu voluntad no es estar
aprisionado porque tu voluntad es libre. Ésa es la razón de que el ego sea la
negación del libre albedrío. No es nunca Dios el que te coacciona, ya que
comparte Su Voluntad contigo. Su Voz enseña solamente en conformidad con Su
Voluntad, mas ésa no es la lección que enseña el Espíritu Santo, pues eso es lo
que tú eres. Su lección es que tu voluntad y la de Dios no pueden estar en
desacuerdo porque son Una. Esto supone la anulación de todo lo que el ego trata
de enseñar. Por lo tanto, no es solamente la dirección del programa de estudios
lo que tiene que estar libre de conflictos, sino también el contenido.
4. El ego trata de enseñarte que tu deseo es
oponerte a la Voluntad de Dios. Esta lección antinatural no se puede aprender,
y tratar de aprenderla viola tu libertad, lo cual hace que tengas miedo de tu
voluntad porque es libre. El Espíritu Santo se opone a cualquier forma de
aprisionamiento de la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad
del Hijo es la Voluntad del Padre. El Espíritu Santo te conduce firmemente por
la senda de la libertad, enseñándote cómo descartar o mirar más allá de todo lo
que te impediría seguir adelante.
5. Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la
diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que
te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes
hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el
aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y
otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte
de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñe de qué manera
son diferentes?
6. Las enseñanzas del Espíritu Santo apuntan en una
sola dirección y tienen un solo objetivo. Su dirección es la libertad y Su
objetivo es Dios. El Espíritu Santo, no obstante, no puede concebir a Dios sin
ti porque no es la Voluntad de Dios estar sin ti. Cuando hayas aprendido que tu
voluntad es la de Dios, tu voluntad no dispondrá estar sin Él, tal como Su
Voluntad no dispone estar sin ti. Esto es libertad y esto es dicha. Si te
niegas esto a ti mismo, le estarás negando a Dios Su Reino, pues para eso fue
para lo que te creó.
7. Cuando dije: “Todo poder y gloria son tuyos
porque Suyo es el Reino”, esto es lo que quise decir: la Voluntad de Dios no
tiene límites, y todo poder y gloria residen en Ella. Su fuerza, Su paz y Su
amor son ilimitados. No tiene límites porque Su extensión es ilimitada, y
abarca todas las cosas porque las creó y al crearlas, las hizo parte de Sí
Misma. Tú eres la Voluntad de Dios porque así es como fuiste creado. Eres como
tu Creador debido a que Él crea únicamente a Semejanza Propia. Eres parte de
Aquel que es todo Poder y Gloria, por lo tanto, eres igual de ilimitado que
Él.
8. ¿A qué otra cosa sino al poder y a la gloria
puede apelar el Espíritu Santo para restaurar el Reino de Dios? El Espíritu
Santo, pues, apela simplemente a lo que el Reino es para que éste reconozca lo
que él mismo es. Cuando reconoces esto brindas ese reconocimiento
automáticamente a todo el mundo porque has reconocido a todo el mundo. Mediante
tu reconocimiento despiertas el de ellos, y mediante el de ellos, el tuyo se
extiende. El despertar se propaga fácil y jubilosamente por todo el Reino en
respuesta a la Llamada a Dios. Ésta es la respuesta natural de todo Hijo de
Dios a la Voz que habla en Nombre de Su Creador, ya que es la Voz que habla en
nombre de las creaciones del Hijo y de su propia extensión.
III. El
encuentro santo
1. Gloria a Dios en las alturas, y también a ti
porque así lo ha dispuesto Su Voluntad. Pide y se te dará, pues ya se te ha
dado. Pide luz y aprende que eres Luz. Si quieres tener entendimiento e
iluminación aprenderás que eres Luz, ya que tu decisión de aprender esto es la
decisión de querer escuchar al Maestro que sabe de luz y que, por lo tanto,
puede enseñarte lo que es. No hay límite en lo que puedes aprender porque tu
mente no tiene límites. Las enseñanzas del Espíritu Santo no tienen límites
porque Él fue creado para enseñar. Al comprender perfectamente cuál es Su
función, la desempeña perfectamente porque ése es Su gozo y el tuyo.
2. Hacer la Voluntad de Dios perfectamente es el
único gozo y la única paz que pueden conocerse plenamente, al ser la única
función que se puede experimentar plenamente. Cuando esto se alcanza, ninguna
otra experiencia es posible. Desear otra experiencia, no obstante, obstaculiza
su logro porque la Voluntad de Dios no es algo que se te pueda imponer, ya que
para experimentarla tienes que estar completamente dispuesto a ello. El
Espíritu Santo sabe cómo enseñar esto, pero tú no. Ésa es la razón por la que
Lo necesitas y por la que Dios te lo dio. Únicamente Sus enseñanzas pueden
liberar tu voluntad para que se incorpore a la de Dios, uniéndola a Su Poder y
Gloria y estableciendo a Éstos como tuyos. Los compartes tal como Dios los comparte
porque ése es el resultado natural de su existencia.
3. La Voluntad del Padre y la del Hijo son Una por
razón de Su extensión. Dicha extensión es el resultado de la Unicidad de la que
Ambos gozan, la cual mantiene intacta la unidad de Ambos al extender Su
Voluntad conjunta. Ésta es la Creación Perfecta de los que han sido
perfectamente creados, en unión con el Creador Perfecto. El Padre tiene que dar
paternidad a Su Hijo porque Su Propia Paternidad tiene que seguir
extendiéndose. Tú, cuyo lugar está en Dios, tienes la santa función de extender
Su Paternidad no imponiendo ningún límite sobre ella. Deja que el Espíritu
Santo te enseñe cómo hacer esto, pues lo que significa solo lo puedes aprender
de Dios Mismo.
4. Cuando te encuentras con alguien, recuerda que
se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, así te
considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Tal
como pienses de él, así pensarás de ti mismo. Nunca te olvides de esto, pues en
tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo. Cada
vez que dos Hijos de Dios se encuentran, se les proporciona una nueva
oportunidad para salvarse. No dejes de darle la salvación a nadie para que así
la puedas recibir tú. Yo estoy siempre contigo, en memoria tuya.
5. El objetivo del plan de estudios, independientemente
del maestro que elijas, es: “Conócete a ti mismo”. No hay nada más que buscar.
Todo el mundo anda buscándose a sí mismo y buscando el poder y la gloria que
cree haber perdido. Siempre que estás con alguien, tienes una oportunidad más para
encontrar tu poder y tu gloria. Tu poder y tu gloria están en él porque son
tuyos. El ego trata de encontrarlos únicamente en ti porque no sabe dónde
buscar. El Espíritu Santo te enseña que si buscas únicamente en ti no te podrás
encontrar a ti mismo porque tú no eres un ente separado. Siempre que estás con
un hermano, estás aprendiendo lo que eres porque estás enseñando lo que eres.
Tu hermano reaccionará con dolor o con alegría dependiendo del maestro que tú
estés siguiendo. Será aprisionado o liberado de acuerdo con tu decisión, al
igual que tú. Nunca olvides la responsabilidad que tienes hacia él, ya que es
la misma responsabilidad que tienes hacia ti mismo. Concédele el lugar que le
corresponde en el Reino y tú ocuparás el tuyo.
6. No puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y
tú, que eres el Reino, no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. Por lo
tanto, para lograr el objetivo del plan de estudios no debes escuchar al ego,
cuyo propósito es derrotar su propio objetivo. El ego no sabe esto porque no
sabe nada. Pero tú puedes aprenderlo, y lo aprenderás si estás dispuesto a
examinar lo que el ego quiere hacer de ti. Ésta es tu responsabilidad porque
una vez que hayas examinado esto aceptarás la Expiación para ti mismo. ¿Qué
otra elección podrías llevar a cabo? Una vez que hayas elegido aceptar la
Expiación para ti mismo entenderás por qué razón, cuando antes te encontrabas
con otra persona, creías que era otra persona. Y cada encuentro santo en el que
te entregues completamente te enseñará que eso no es así.
7. Solo puedes encontrarte con parte de ti mismo
porque eres parte de Dios, Quien Lo es todo. Su Poder y Su Gloria están en
todas partes, y tú no puedes estar excluido de ellos. El ego te enseña que tu
fuerza reside solo en ti. El Espíritu Santo te enseña que toda fuerza reside en
Dios y, por ende, en ti. La Voluntad de Dios es que nadie sufra. Él ha
dispuesto que nadie sufra por haber tomado una decisión equivocada, y eso te
incluye a ti. Por eso es por lo que te ha proporcionado los medios para
rectificarla. Mediante Su Poder y Su Gloria todas tus decisiones equivocadas se
rectifican completamente, y así tu hermano y tú quedáis liberados de todo
pensamiento opresivo que cualquier parte de la Filiación albergue. Las malas
decisiones no tienen ningún poder porque no son verdaderas. El aprisionamiento
que parecen producir es tan falso como ellas mismas.
8. El Poder y la Gloria le pertenecen únicamente a
Dios. Tú también le perteneces únicamente a Él. Dios da todo lo que le
pertenece porque da de Sí Mismo, y todo le pertenece. Dar de ti mismo es la
función que Él te encomendó. Llevarla a cabo perfectamente te permitirá
recordar lo que tienes de Él, y así recordarás también lo que eres en Él. Es
imposible que no puedas hacer esto, pues ése es tu poder. La gloria es el
regalo que Dios te hace porque eso es lo que Él es. Contémplala en todas partes
para que puedas recordar lo que eres.
IV. El
regalo de libertad
1. Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es
paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experimentas, es que te estás
negando a reconocer Su Voluntad. Su Voluntad no fluctúa, pues es eternamente
inmutable. Cuando no estás en paz, se debe únicamente a que no crees que estás
en Él. Mas Él es el Todo de todo. Su Paz es absoluta y tú no puedes sino estar
incluido en Ella. Sus Leyes te gobiernan porque lo gobiernan todo. No puedes
excluirte a ti mismo de Sus Leyes, si bien puedes desobedecerlas. Si lo haces,
no obstante, y solo en ese caso, te sentirás solo y desamparado porque te estarás
negando todo.
2. He venido como una luz a un mundo que en verdad
se niega todo a sí mismo. Hace eso simplemente al disociarse de todo. Dicho
mundo es, por lo tanto, una ilusión de aislamiento que se mantiene vigente por
miedo a la misma soledad que es su ilusión. Os dije que estaría con vosotros
siempre, incluso hasta el fin del mundo. Por eso es por lo que soy la luz del
mundo. Si estoy contigo en la soledad del mundo, la soledad desaparece. No
puedes mantener la ilusión de soledad si no estás solo. Mi propósito sigue
siendo, pues, vencer al mundo. Yo no lo ataco, pero mi luz no puede sino
desvanecerlo por razón de lo que es. La luz no ataca a la obscuridad, pero la
desvanece con su fulgor. Si mi luz va contigo a todas partes, tú desvaneces la
obscuridad conmigo. La luz se vuelve nuestra, y ya no puedes morar en la
obscuridad tal como la obscuridad no puede morar allí donde tú vas. Acordarte
de mí es acordarte de ti mismo, así como de Aquel que me envió a ti.
3. Estabas en las tinieblas hasta que una parte de
la Filiación decidió acatar completamente la Voluntad de Dios. Una vez que esto
se logró, todos lo lograron perfectamente. ¿De qué otra manera, si no, habría
podido lograrse perfectamente? Mi misión consistió simplemente en unir la
voluntad de la Filiación con la Voluntad del Padre al ser yo mismo consciente
de Su Voluntad. Ésta es la conciencia que vine a impartirte, y el problema que
tienes en aceptarla es el problema de este mundo. Eliminarlo es la salvación, y
en ese sentido yo soy la salvación del mundo. El mundo, por lo tanto, no puede
sino aborrecerme y rechazarme, ya que el mundo es la creencia de que el amor es
imposible. Si aceptaras el hecho de que yo estoy contigo estarías negando al
mundo y aceptando a Dios. Mi voluntad es la Suya, y tu decisión de escucharme
es la decisión de escuchar Su Voz y de hacer Su Voluntad. De la misma manera en
que Dios me envió a ti, yo te enviaré a otros. E iré a ellos contigo para que
podamos enseñarles paz y unión.
4. ¿No crees que el mundo tiene tanta necesidad de
paz como tú? ¿No te gustaría dársela en la misma medida en que tú deseas
recibirla? Pues a menos que se la des, no la recibirás. Si quieres recibirla de
mí, tienes que darla. La curación no procede de nadie más. Tienes que aceptar
dirección interna. La dirección que recibas no puede sino ser lo que quieres,
pues de otro modo no tendría sentido para ti. Por eso es por lo que la curación
es una empresa de colaboración. Yo puedo decirte lo que tienes que hacer, pero
tú tienes que colaborar teniendo fe en que yo sé lo que debes hacer. Solo
entonces decidirá tu mente seguirme. Sin esta decisión no podrías curar porque
ello supondría que has decidido en contra de la curación, y este rechazo de lo
que yo he decidido para ti impediría la curación.
5. La curación es un reflejo de nuestra voluntad
conjunta. Esto resulta obvio cuando se examina el propósito de la curación. La
curación es la manera de superar la separación. La separación se supera
mediante la unión. No se puede superar separando. La decisión de unirse
tiene que ser inequívoca o, de lo contrario, la mente misma estaría dividida e
incompleta. Tu mente es el medio por el cual determinas tu propia condición, ya
que la mente es el mecanismo de decisión. Es el poder mediante el que te
separas o te unes y, consecuentemente, experimentas dolor o alegría. Mi
decisión no puede imperar sobre la tuya porque la tuya es tan poderosa como la
mía. De no ser así, los Hijos de Dios no gozarían de perfecta igualdad. No hay
nada que nuestra voluntad conjunta no pueda lograr, pero la mía sola no puede
ayudarte. Tu voluntad es tan libre como la mía y ni siquiera Dios Mismo se
opondría a ella. Yo no puedo disponer lo que Dios no dispone. Puedo ofrecerte
mi fuerza para hacer que la tuya sea invencible, pero no puedo oponerme a tu
decisión sin rivalizar con ella y, por lo tanto, sin violar lo que la Voluntad
de Dios ha dispuesto para ti.
6. Nada que Dios creó puede oponerse a tu decisión,
de la misma manera en la que nada que Dios creó puede oponerse a Su Voluntad.
Dios le dio a tu voluntad el poder que ella posee y yo no puedo sino respetarlo
en honor al Suyo. Si quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos
iguales. Si quieres ser diferente, aguardaré hasta que cambies de parecer. Yo
puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas. ¿Cómo podría
ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad? Nadie puede aprender lo
que es la libertad si está sometido a cualquier clase de tiranía, y la perfecta
igualdad de todos los Hijos de Dios no se podría reconocer si una mente
ejerciera dominio sobre otra. Los Hijos de Dios gozan de perfecta igualdad en
lo que respecta a su voluntad, por ser todos ellos la Voluntad del Padre. Ésta
es la única lección que vine a enseñar.
7. Si tu voluntad no fuera la mía tampoco podría
ser la de nuestro Padre. Esto significaría que habrías aprisionado la tuya, y
que no le has permitido ser libre. Solo no puedes hacer nada porque solo no
eres nada. Yo no soy nada sin el Padre y tú no eres nada sin mí porque al negar
al Padre te niegas a ti mismo. Siempre me acordaré de ti, y en el hecho de que
me acuerde de ti radica el que tú te acuerdes de ti mismo. En nuestro mutuo
recuerdo radica nuestro recuerdo de Dios. Y en ese recuerdo radica tu libertad
porque tu libertad está en Él. Únete, pues, a mí en alabanza de Él y de ti que
fuiste creado por Él. Éste es nuestro regalo de gratitud hacia Él, que Él a Su
vez compartirá con todas Sus Creaciones, a las que da por igual todo lo que es
aceptable para Él. Por ser aceptable para Él, es el regalo de libertad,
que es lo que Su Voluntad dispone para todos Sus Hijos. Al ofrecer libertad te
liberas.
8. La libertad es el único regalo que puedes
ofrecerles a los Hijos de Dios, ya que es el reconocimiento de lo que ellos son
y de lo que Él es. La libertad es creación porque es amor. No amas a quien
tratas de aprisionar. Por lo tanto, cuando tratas de aprisionar a alguien,
incluyéndote a ti mismo, no le amas y no te puedes identificar con él. Cuando
te aprisionas a ti mismo pierdes de vista tu verdadera identificación conmigo y
con el Padre. Tu identificación es con el Padre y con el Hijo. Es imposible que
te identifiques con Uno y no con el Otro. Si eres parte de Uno, eres parte del
Otro, ya que Ambos son Uno. La Santísima Trinidad es santa porque es Una. Si te
excluyes a ti mismo de esta unión, estás percibiendo a la Santísima Trinidad
como desunida. Tú no puedes sino estar incluido en Ella porque la Santísima
Trinidad lo es todo. A menos que ocupes el lugar que te corresponde en Ella y cumplas
la función que por ser parte de Ella te corresponde desempeñar, la Santísima
Trinidad estará tan desposeída como tú. Ninguna de Sus partes puede estar
aprisionada si es que Su verdad ha de conocerse.
V. La
voluntad indivisa de la Filiación
1. ¿Cómo ibas a poder estar en paz estando separado
de tu Identidad? La disociación no es una solución; es algo ilusorio. Los
ilusos creen que la verdad los va a agredir, y no la reconocen porque prefieren
lo ilusorio. Al juzgar a la verdad como algo indeseable, perciben entonces sus
propias ilusiones, las cuales obstruyen el Conocimiento. Ayúdales ofreciéndoles
tu mente unificada para su beneficio, tal como yo te ofrezco la mía en
beneficio de la tuya. Solos no podemos hacer nada, pero juntos nuestras mentes
se funden en algo cuyo poder es mucho mayor que el poder de sus partes
separadas. Puesto que nuestras mentes no están separadas, la Mente de Dios se
establece en ellas como nuestra mente. Esta Mente es invencible porque es
indivisa.
2. La voluntad indivisa de la Filiación —la
Voluntad de Dios— es el creador perfecto
por ser completamente semejante a Dios y por ser Su Voluntad. No puedes estar
excluido de ella si es que has de entender lo que es y lo que eres tú. Al creer
que tu voluntad está separada de la mía te excluyes de la Voluntad de Dios que
es lo que eres. Con todo, curar sigue siendo brindar plenitud. Por lo tanto,
curar es unirse a los que son como tú, ya que percibir esta semejanza es
reconocer al Padre. Si tu perfección reside en Él y solo en Él, ¿cómo podrías
conocerla sin reconocerlo a Él? Reconocer a Dios es reconocerte a ti mismo. No
hay separación entre Dios y Su Creación. Te darás cuenta de esto cuando
comprendas que no hay separación entre tu voluntad y la mía. Deja que el Amor
de Dios irradie sobre ti mediante tu aceptación de mí. Mi realidad es tuya y
Suya. Cuando unes tu mente a la mía estás proclamando que eres consciente de
que la Voluntad de Dios es Una.
3. La Unicidad de Dios y la nuestra no están
separadas porque Su Unicidad incluye la nuestra. Unirte a mí es restituir Su
Poder en ti toda vez que es algo que compartimos. Te ofrezco únicamente el
reconocimiento de Su Poder en ti, pero en eso radica toda la verdad. A medida
que tú y yo nos unamos, nos unimos a Él. ¡Gloria a la unión de Dios con Sus
santos Hijos! Toda gloria reside en Ellos porque están unidos. Los milagros que
obramos dan testimonio de lo que la Voluntad del Padre dispone para Su Hijo y
de nuestro gozo al unirnos a lo que Su Voluntad dispone para nosotros.
4. Cuando te unes a mí lo haces sin el ego porque
yo he renunciado al ego en mí y, por lo tanto, no puedo unirme al tuyo. Nuestra
unión es, por consiguiente, la manera de renunciar al ego en ti. La verdad en
nosotros dos está más allá del ego. Que trascenderemos el ego está garantizado
por Dios, y yo comparto Su Certeza con respecto a nosotros dos y a todos
nosotros. Les devuelvo la Paz de Dios a todos Sus Hijos porque la recibí de Él
para todos nosotros. Nada puede prevalecer contra nuestras voluntades unidas
porque nada puede prevalecer contra la Voluntad de Dios.
5. ¿Quieres saber lo que la Voluntad de Dios
dispone para ti? Pregúntamelo a mí que lo sé por ti y lo sabrás. No te negaré
nada tal como Dios no me niega nada a mí. Nuestra jornada es simplemente la de
regreso a Dios, que es nuestro hogar. Siempre que el miedo se interpone en el
camino hacia la paz es porque el ego ha intentado unirse a nuestra jornada,
aunque en realidad no puede hacerlo. Presintiendo la derrota e irritado por
ella, se considera rechazado y se vuelve vengativo. Eres invulnerable a sus
represalias porque yo estoy contigo. En esta jornada me has elegido a mí de
compañero en vez de al ego. No trates de aferrarte a ambos, pues si lo haces
estarás tratando de ir en direcciones contrarias y te perderás.
6. El camino del ego no es mi camino, pero tampoco
es el tuyo. El Espíritu Santo les ofrece una sola dirección a todas las mentes,
y la que me enseñó a mí es la que te enseña a ti. No perdamos de vista la
dirección que nos señala por razón de las ilusiones, pues solo la ilusión de
que existe otra dirección puede nublar aquella a favor de la cual la Voz de
Dios habla en todos nosotros. Nunca le concedas al ego el poder de interferir
en la jornada. El ego no tiene ningún poder porque la jornada es el camino que
conduce a lo que es verdad. Deja atrás todas las ilusiones y ve más allá de
todos los intentos del ego de demorarte. Yo voy delante de ti porque he trascendido
el ego. Dame, por lo tanto, la mano puesto que tu deseo es trascenderlo
también. Mi fortaleza estará siempre disponible, y si eliges compartirla
dispondrás de ella. Te la doy gustosamente y de todo corazón porque te necesito
tanto como tú me necesitas a mí.
VI. El
tesoro de Dios
1. Somos la voluntad unida de la Filiación, cuya plenitud
es para todos. Comenzamos nuestra jornada de regreso partiendo juntos y, según
avanzamos juntos, congregamos a nuestros hermanos. Cada aumento de nuestra
fuerza se lo ofrecemos a todos para que ellos puedan también superar su
debilidad y añadir su fuerza a la nuestra. Dios nos espera a todos con los
brazos abiertos, y nos dará la bienvenida tal como yo te la estoy dando a ti.
No dejes que nada que el mundo te ofrezca haga que te olvides del Reino de
Dios.
2. El mundo no puede añadirle nada al Poder y a la
Gloria de Dios y de Sus santos Hijos, pero si Sus Hijos ponen su atención en
él, éste puede cegarlos e impedir que vean al Padre. No puedes ver el mundo y
conocer a Dios. Solo uno de ellos es verdad. He venido a decirte que no es a ti
a quien corresponde decidir cuál de ellos lo es. Si lo fuera, ya te
habrías destruido a ti mismo. Mas Dios no dispuso la destrucción de Sus
Creaciones, pues las creó para toda la eternidad. Su Voluntad te ha salvado, no
de ti mismo, sino de la ilusión de ti mismo. Dios te ha salvado para ti
mismo.
3. Glorifiquemos a Aquel que el mundo niega, pues
el mundo no tiene poder alguno sobre Su Reino. Nadie que Dios haya creado puede
encontrar dicha en nada excepto en lo eterno, no porque se le prive de todo lo
demás, sino porque nada más es digno de él. Lo que Dios y Sus Hijos crean es
eterno, y en esto y solo en esto, radica Su Dicha.
4. Escucha la parábola del hijo pródigo y aprende
cuál es el tesoro de Dios y el tuyo: el hijo de un padre amoroso abandonó su
hogar y pensó que había derrochado toda su fortuna a cambio de baratijas, si
bien no había entendido en su momento la falta de valor de las mismas. Le daba
vergüenza volver a su padre porque pensaba que lo había herido. Mas cuando
regresó a casa, su padre lo recibió jubilosamente toda vez que el hijo en sí
era su tesoro. El padre no quería nada más.
5. Lo único que Dios desea es Su Hijo porque Su
Hijo es Su único tesoro. Tú deseas tus creaciones tal como Él desea las Suyas.
Tus creaciones son tu regalo a la Santísima Trinidad, creadas como muestra de
agradecimiento por tu propia creación. De la misma manera en que tú no has
abandonado a tu Creador, tus creaciones tampoco te han abandonado, sino que
extienden tu creación de la misma forma en que Dios se extendió a Sí Mismo
hasta ti. ¿Pueden acaso las Creaciones de Dios derivar dicha de lo que no es
real? ¿Y qué es real sino las Creaciones de Dios y aquellas que son creadas
como las Suyas? Tus creaciones te aman tal como tú amas a tu Padre por el
regalo de tu creación. Ningún otro regalo es eterno, por lo tanto, ningún otro
regalo es verdadero. ¿Cómo entonces ibas a poder aceptar o dar cualquier otra
cosa y esperar dicha a cambio? ¿Y qué otra cosa podrías desear sino la
dicha? Tú ni te hiciste a ti mismo ni estableciste tu función. Lo único
que hiciste fue tomar la decisión de ser indigno de ambas cosas. Pero no puedes
hacerte indigno porque eres el tesoro de Dios, y lo que para Él tiene valor es
valioso. No se puede poner en duda su valor, pues éste reside en el hecho de
que Dios se compartió a Sí Mismo con él estableciendo así su valor para
siempre.
6. Tu función es acrecentar el tesoro de Dios
creando el tuyo. Su Voluntad hacia ti es Su Voluntad para ti. No te negaría la
capacidad de crear porque en ello radica Su Dicha. Y tú no puedes hallar dicha
excepto como Dios lo hace. Su Dicha estriba en haberte creado, y te extiende Su
Paternidad para que puedas extenderte tal como Él lo hizo. No comprendes esto
porque no lo comprendes a Él. Nadie que no acepte su función puede
comprenderlo, y nadie puede aceptar su función a menos que sepa lo que él mismo
es. La Creación es la Voluntad de Dios. Su Voluntad te creó para que tú a tu
vez crearas. Tu voluntad no fue creada aparte de la Suya, por lo tanto, tiene
que disponer lo mismo que la Suya.
7. La idea de una “voluntad reacia” no tiene
sentido por ser una contradicción intrínseca que en realidad no significa nada.
Cuando piensas que no estás dispuesto a ejercer tu voluntad en conformidad con
la de Dios, no estás pensando realmente. La Voluntad de Dios es puro
pensamiento y no se puede contradecir con pensamientos. Dios no se contradice a
Sí Mismo, y Sus Hijos, que son como Él, no pueden contradecirse a sí mismos ni
contradecirlo a Él. No obstante, sus pensamientos son tan poderosos que pueden
incluso aprisionar a la mente del Hijo de Dios si así lo deciden. Esta decisión
hace que el Hijo de Dios no conozca su función, aunque ésta nunca le es
desconocida a su Creador. Y puesto que no le es desconocida a su Creador, él
siempre la puede conocer.
8. La única pregunta que siempre deberías hacerte
es: “¿Deseo saber lo que la Voluntad de mi Padre dispone para mí?” Él no te lo
ocultará. Me lo reveló a mí cuando se lo pregunté, y así supe lo que Él ya
había dado. Nuestra función es colaborar juntos porque separados el uno del
otro no podemos funcionar en absoluto. El poder del Hijo de Dios reside en
todos nosotros, pero no en ninguno de nosotros por separado. Dios no desea que
estemos solos porque Su Voluntad no es estar solo. Por eso creó a Su Hijo y le
dio el poder de crear junto con Él. Nuestras creaciones son tan santas como
nosotros, y nosotros que somos los Hijos de Dios, somos tan santos como Él. Por
medio de nuestras creaciones extendemos nuestro amor aumentando así el gozo de
la Santísima Trinidad. No comprendes esto porque no te consideras valioso
aunque eres el tesoro de Dios. Como resultado de esa creencia no puedes
entender nada.
9. Yo soy consciente del valor que Dios te otorga.
Mi devoción por ti procede de Él, pues nació del conocimiento que tengo de mí
mismo y de Él. No podemos estar separados. Lo que Dios ha unido no se puede
separar, y Dios ha unido a todos Sus Hijos en Sí Mismo. ¿Cómo ibas a poder
estar separado de tu vida y de tu Ser? El viaje a Dios es simplemente el re-despertar
del conocimiento de donde estás siempre y de lo que eres eternamente. Es un
viaje sin distancia hacia una meta que nunca ha cambiado. La verdad solo puede
ser experimentada. No se puede describir ni explicar. Yo puedo hacerte
consciente de las condiciones que la facilitan, pero la experiencia en sí forma
parte del ámbito de Dios. Juntos podemos satisfacer sus condiciones, pero la
verdad vendrá a ti por su cuenta.
10. Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti
es tuyo. Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su
propio tesoro. Allí donde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el
Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. Tú, a quien Dios ama, eres
completamente bendito. Aprende esto de mí y libera la santa voluntad de todos
aquellos que son tan benditos como tú.
VII. El
cuerpo como medio de comunicación
1. Los ataques son siempre físicos. Cuando se
infiltra en tu mente cualquier forma de ataque es que estás equiparándote con
el cuerpo, ya que ésta es la interpretación que el ego hace de él. No tienes
que atacar físicamente para aceptar esta interpretación. La aceptas por el mero
hecho de creer que atacando puedes obtener lo que deseas. Si no creyeses esto,
la idea del ataque no tendría atractivo alguno para ti. Siempre que te
equiparas con el cuerpo experimentas depresión. Cuando un Hijo de Dios piensa
así de sí mismo se está menospreciando y está haciendo lo mismo con sus
hermanos; y está negándose a sí mismo la salvación puesto que solo puede encontrarse
a sí mismo en ellos
2. Recuerda que para el Espíritu Santo el cuerpo es
únicamente un medio de comunicación. Al ser el Espíritu Santo el nexo de
comunicación entre Dios y Sus Hijos separados, interpreta todo lo que has hecho
a la luz de lo que Él es. El ego separa mediante el cuerpo. El Espíritu Santo
llega a otros a través de él. No percibes a tus hermanos tal como el Espíritu
Santo lo hace porque no crees que los cuerpos sean únicamente medios para unir
mentes, y para unirlas con la tuya y con la mía. Esta interpretación del cuerpo
te hará cambiar de parecer con respecto a su valor. De por sí, no tiene valor
alguno.
3. Si usas el cuerpo para atacar, se convierte en
algo perjudicial para ti. Si lo usas con el solo propósito de llegar hasta las
mentes de aquellos que creen ser cuerpos para enseñarles a través del mismo
cuerpo que eso no es verdad, entenderás el poder de la mente que reside en ti.
Si usas el cuerpo con este fin y solo con este fin, no lo podrás usar para
atacar. Cuando se usa con el propósito de unir se convierte en una hermosa
lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión se consuma. Ésta es
la forma en que Dios hace que lo que tú has limitado sea ilimitado. El Espíritu
Santo no ve el cuerpo como lo ves tú porque sabe que la única realidad de
cualquier cosa es el servicio que le presta a Dios en favor de la función que
Él le asigna.
4. La comunicación pone fin a la separación. El
ataque la fomenta. El cuerpo es feo o hermoso, violento o apacible, perjudicial
o útil, dependiendo del uso que se haga de él. Y en el cuerpo de otro verás el
uso que has hecho del tuyo. Si tu cuerpo se convierte en un medio que pones a
disposición del Espíritu Santo para que Él lo use en nombre de la unión de la
Filiación, no verás lo físico excepto como es. Úsalo para la verdad y lo verás
correctamente. Úsalo incorrectamente y lo interpretarás mal, lo cual habrás
hecho ya al usarlo incorrectamente. Interpreta cualquier cosa sin el Espíritu
Santo y desconfiarás de ello. Eso te conducirá al odio y al ataque, y hará que
pierdas la paz.
5. No obstante, toda pérdida procede de los falsos
conceptos que albergas, pues es imposible perder, sea cual sea la forma en que
se manifieste la pérdida. Mas cuando ves a un hermano como una entidad física, “pierdes”
su poder y su gloria así como los tuyos. Lo has atacado, pero tienes que
haberte atacado a ti mismo primero. Por tu propia salvación—que le ha de
brindar a él la suya—no lo veas así. No dejes que él se menosprecie a sí mismo
en tu mente; más bien libéralo de su creencia de que es insignificante y así te
liberarás tú de la tuya. Como parte de ti, él es santo. Como parte de mí, tú lo
eres. Entablar comunicación con cualquier parte de Dios es ir más allá del
Reino hasta su Creador por medio de Su Voz, la cual Él estableció como parte de
ti.
6. Alégrate, por lo tanto, de que no puedas hacer
nada por ti mismo, pues no eres de ti mismo. La Voluntad de Aquel del que
formas parte ha establecido para ti tu poder y tu gloria. a Con ellos puedes
lograr perfectamente lo que Su santa Voluntad ha dispuesto para ti, una vez que
lo aceptes. Él no te ha privado de Sus dones, mas tú crees que se los has
arrebatado a Él. Por amor a Su Nombre, no dejes que ningún Hijo de Dios
permanezca oculto, pues Su Nombre es el tuyo.
7. La Biblia dice: “El Verbo (o pensamiento) se
hizo carne”. Estrictamente hablando, eso es imposible, puesto que parece
implicar que un orden de realidad pasó a ser otro. Los distintos órdenes de
realidad, al igual que los distintos grados de dificultad de los milagros, tan solo
dan la impresión de existir. El pensamiento no se puede convertir en carne
excepto mediante una creencia, ya que el pensamiento no es algo físico. No
obstante, el pensamiento es comunicación, para la cual sí puede usarse el cuerpo.
Éste es el único uso natural que se puede hacer de él. Usarlo de forma
antinatural es perder de vista el propósito del Espíritu Santo y confundirse
con respecto al objetivo de Su plan de estudios.
8. No hay nada más frustrante para un alumno que un
plan de estudios que no pueda aprender. Cuando eso ocurre, su sensación de ser
competente se resiente y no puede por menos que deprimirse. Enfrentarse a una
situación de aprendizaje imposible es la cosa más deprimente del mundo. De
hecho, es la razón por la que, en última instancia, el mundo en sí es
deprimente. El plan de estudios del Espíritu Santo nunca es deprimente porque
es un plan de estudios que produce dicha. Siempre que se reacciona con
depresión ante el aprendizaje es porque se ha perdido de vista el verdadero
objetivo del plan de estudios.
9. En este mundo ni siquiera el cuerpo se percibe
como algo íntegro. Se considera que su propósito está dividido en muchas
funciones que tienen muy poca o ninguna relación entre sí, de modo que parece
estar regido por el caos. Guiado por el ego, lo está. Guiado por el Espíritu
Santo, no. En este último caso, se convierte en un medio a través del cual la
parte de la mente que trataste de separar del Espíritu puede trascender sus
propias distorsiones y retornar a él. El templo del ego se convierte así en el
templo del Espíritu Santo, en el que la devoción por Él reemplaza la devoción
por el ego. En este sentido el cuerpo se convierte ciertamente en el templo de
Dios; Su Voz reside en su interior dirigiendo el uso que se hace de él.
10. La curación es el resultado de usar el cuerpo
exclusivamente para los fines de la comunicación. Puesto que eso es lo natural,
sana al restaurar la unicidad, lo cual es también natural. Toda mente es
íntegra, y la creencia de que parte de la mente es física, o no mental, es una
interpretación fragmentada o enfermiza. Es imposible convertir a la mente en
algo físico, pero es posible hacer que se manifieste a través de lo físico si
usa al cuerpo para ir más allá de sí misma. Al hacer eso la mente se extiende.
No se detiene en el cuerpo porque si lo hace su propósito queda obstruido. Una
mente que ha sido obstruida se ha permitido a sí misma ser vulnerable al ataque
porque se ha vuelto contra sí misma.
11. Despejar estos obstáculos es, por consiguiente,
la única manera de garantizar la ayuda y la curación. Ayudar y curar son las
expresiones naturales de la mente que está operando a través del cuerpo, pero
no en él. Si la mente cree que su objetivo es el cuerpo distorsionará su percepción
de éste, y al bloquear su propia extensión más allá del mismo, dará lugar a
enfermedades, pues estará fomentando la separación. Percibir el cuerpo como una
entidad separada no puede sino fomentar la enfermedad, ya que ello no es
verdad. Un medio de comunicación deja de ser útil si se emplea para cualquier
otra cosa. Usar un instrumento de comunicación como instrumento de ataque es
estar confundido con respecto a su propósito.
12. Comunicar es unir y atacar es separar. ¿Cómo
ibas a poder hacer ambas cosas simultáneamente utilizando el mismo medio y no
sufrir por ello? La percepción del cuerpo solo se puede unificar cuando se ha
aceptado un solo propósito. Esto libera a la mente de la tentación de ver al
cuerpo bajo distintas luces, y puede entonces entregárselo por completo a la
única Luz en la que puede ser realmente entendido. Confundir un recurso de
aprendizaje con un objetivo del plan de estudios es una confusión básica que
impide el entendimiento de ambas cosas. El aprendizaje tiene que conducir más
allá del cuerpo al restablecimiento del poder de la mente en él. Esto
solo se puede lograr si la mente se extiende hasta otras mentes y no interrumpe
su extensión. Esta interrupción es la causa de todas las enfermedades porque la
única función de la mente es extender.
13. Lo opuesto a la dicha es la depresión. Cuando
lo que aprendes fomenta la depresión en lugar de la dicha es que no estás
escuchando al Maestro jubiloso de Dios ni aprendiendo Sus lecciones. Ver un
cuerpo de cualquier otra forma que no sea como un medio de comunicación es
limitar tu mente y hacerte daño a ti mismo. La salud, por lo tanto, no es otra
cosa que un propósito unificado. Si se pone al cuerpo en armonía con el
propósito de la mente, se vuelve íntegro porque la mente solo tiene un
propósito. El ataque tan solo puede ser un propósito que se ha asumido para el
cuerpo, ya que separado de la mente no tiene propósito alguno.
14. Tú no estás limitado por el cuerpo, y el
pensamiento no puede hacerse carne. La mente, no obstante, puede manifestarse a
través del cuerpo si va más allá de él y no lo interpreta como una limitación.
Siempre que ves a alguien limitado a un cuerpo o por un cuerpo, estás
imponiéndote a ti mismo ese mismo límite. ¿Estás dispuesto a aceptar eso cuando
el único propósito de tu aprendizaje debería ser escaparte de toda limitación?
Todo aquel que concibe el cuerpo como un medio de ataque y cree que de ello
puede derivar dicha demuestra inequívocamente que es un mal estudiante. Ha
aceptado un objetivo de aprendizaje que contradice claramente el propósito
unificado del plan de estudios y que le impide aceptar como propio el propósito
de éste.
15. La dicha procede de un propósito unificado, y
un propósito unificado es algo que es únicamente propio de Dios. Cuando tu
propósito está unificado es el Suyo. Si crees que puedes interferir en Su
propósito necesitas salvación. Te has condenado a ti mismo, pero la condenación
no es algo que proceda de Dios. Por lo tanto, no es real. Ni tampoco lo son sus
aparentes resultados. Cuando ves a tu hermano como un cuerpo, lo estás
condenando porque te has condenado a ti mismo. No obstante, si toda condenación
es irreal, y tiene que serlo puesto que es una forma de ataque, entonces no
puede tener consecuencias.
16. No te permitas sufrir por causa de las
consecuencias imaginarias de lo que no es real. Libera tu mente de la creencia
de que eso es posible. En su total imposibilidad radica tu única esperanza de
liberación. ¿Y qué otra esperanza querrías abrigar? La única manera de liberarse
de las ilusiones es dejando de creer en ellas. El ataque no existe; lo único
que existe es comunicación ilimitada y, por lo tanto, poder y plenitud
ilimitados. El poder de la plenitud es la extensión. No dejes que tus
pensamientos se detengan en este mundo, y tu mente se volverá receptiva a crear
en Dios.
VIII.
El cuerpo como medio o como fin
1. Las actitudes que se tienen hacia el cuerpo son
las actitudes que se tienen hacia el ataque. Las definiciones del ego con
respecto a todas las cosas son inmaduras y están siempre basadas en el
propósito que él cree que todas ellas tienen. Esto se debe a que es incapaz de
hacer auténticas generalizaciones, y equipara lo que ve con la función que le
adscribe. No lo equipara con lo que es. Para el ego el cuerpo es algo con lo
que atacar. Puesto que te equipara con el cuerpo, el ego te enseña que tu
propósito es atacar. El cuerpo, pues, no es la fuente de su propia salud. La
condición del cuerpo depende exclusivamente de cómo interpretas su función. Las
funciones son algo inherente al estado de ser, pues surgen de él, mas su
relación no es recíproca. El todo ciertamente define a la parte, pero la parte
no define al todo. Conocer en parte, no obstante, es conocer enteramente debido
a la diferencia fundamental que existe entre Conocimiento y percepción. En la
percepción el todo se construye a base de partes que se pueden separar y
ensamblar de nuevo en diferentes combinaciones El Conocimiento, por otra parte,
nunca cambia; su combinación, por lo tanto, es permanente. La idea de que entre
las partes y el todo hay relación solo tiene sentido en el nivel de la
percepción, en la que el cambio es posible. Por lo demás, no hay ninguna
diferencia entre la parte y el todo.
2. El cuerpo existe en un mundo que parece tener dos
voces que luchan por su posesión. En este percibido cuadro se considera al
cuerpo como capaz de alternar su lealtad de una a otra, haciendo que los
conceptos de salud y enfermedad tengan sentido. El ego, como de costumbre, da
lugar a una confusión fundamental entre los medios y el fin. Al considerar al
cuerpo como un fin, el cuerpo no tiene realmente utilidad para el ego, puesto
que el cuerpo no es un fin. Debes haber notado una descollante característica
en todo fin que el ego haya aceptado como propio. Cuando lo alcanzas te deja
insatisfecho. Por eso es por lo que el ego se ve forzado a cambiar
incesantemente de un objetivo a otro, para que sigas abrigando la esperanza de
que todavía te puede ofrecer algo.
3. Ha sido muy difícil superar la creencia del ego
de que el cuerpo es un fin porque esta idea es análoga a la creencia de que el
ataque es un fin. El ego tiene un marcado interés por la enfermedad. Si estás
enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable?
Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque
encubre el ataque obvio que subyace tras la enfermedad. Si reconocieras esto y
además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso
testigo para defender la postura del ego.
4. Es difícil percibir que la enfermedad es un
testigo falso, ya que no te das cuenta de que está en total desacuerdo con lo
que quieres. Este testigo, por consiguiente, parece ser inocente y digno de
confianza debido a que no lo has sometido a un riguroso interrogatorio. De
haberlo hecho, no considerarías a la enfermedad un testigo tan vital en favor
de la postura del ego. Una afirmación más honesta sería que los que quieren al
ego están predispuestos a defenderlo. Por lo tanto, se debe desconfiar desde un
principio de los testigos que el ego elige. El ego no convoca testigos que
disientan de su causa, de la misma manera en que el Espíritu Santo tampoco lo
hace. He dicho que juzgar es la función del Espíritu Santo, para la cual Él
está perfectamente capacitado. Mas cuando el ego actúa como juez, hace todo
menos juzgar imparcialmente. Cuando el ego convoca un testigo, lo ha convertido
de antemano en un aliado.
5. Todavía sigue siendo cierto que el cuerpo, de
por sí, no tiene ninguna función porque no es un fin. El ego, no obstante, lo
establece como un fin porque, como tal, su verdadera función queda velada. Éste
es el propósito de todo lo que el ego hace. Su único objetivo es hacer que se
pierda de vista la función de todo. Un cuerpo enfermo no tiene sentido. No
puede tener sentido porque la enfermedad no es el propósito del cuerpo. La
enfermedad tendría sentido solo si las dos premisas básicas en las que se basa
la interpretación que el ego hace del cuerpo fueran ciertas: que el propósito
del cuerpo es atacar y que tú eres un cuerpo. Sin estas dos premisas la
enfermedad es inconcebible.
6. La enfermedad es una forma de demostrar que
puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu
extrema necesidad de depender de dirección externa. El ego usa esto como su
mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. Impone un sinfín de
reglas para que se eviten funestos desenlaces. El Espíritu Santo, perfectamente
consciente de la misma situación, no se molesta en analizarla en absoluto. Si
los datos no tienen sentido, no tiene objeto analizarlos. La función de la
verdad es recopilar información que sea verdadera. Sea cual sea la forma en que
trates de usar el error, de ello no resulta nada. Cuanto más complicados se
vuelven los resultados más difícil puede que resulte reconocer su
insubstancialidad, mas no es necesario examinar todos los posibles resultados a
que las premisas dan lugar a fin de juzgarlos correctamente.
7. Un recurso de aprendizaje no es un maestro. No
te puede decir cómo te sientes. No sabes cómo te sientes porque has aceptado la
confusión del ego y, por lo tanto, crees que un recurso de aprendizaje puede
decirte cómo te sientes. La enfermedad no es más que otro ejemplo de tu
insistencia en querer pedirle dirección a un maestro que no sabe la respuesta.
El ego no puede saber cómo te sientes. Cuando dije que el ego no sabe nada,
dije lo único que es completamente cierto con respecto a él. Pero hay un
corolario: si solo el Conocimiento existe y el ego no lo tiene, entonces el ego
no existe.
8. Tal vez te preguntes cómo es posible que la voz
de algo que no existe pueda ser tan insistente. ¿Has pensado alguna vez en el
poder de distorsión que tiene lo que deseas, aun cuando no es real? Son muchos
los ejemplos que demuestran cómo lo que deseas distorsiona tu percepción. Nadie
puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos. Ni nadie puede
dudar tampoco de que estás dispuesto a escucharle hasta que decidas no aceptar
nada excepto la verdad. Cuando dejes a un lado al ego, desaparecerá. La Voz del
Espíritu Santo es tan potente como la buena voluntad que tengas de escucharla.
No puede ser más potente sin que viole tu libertad de decisión, que el Espíritu
Santo intenta restaurar, no menoscabar.
9. El Espíritu Santo te enseña a usar el cuerpo
solo como un medio de comunicación entre tus hermanos y tú, de modo que Él
pueda enseñar Su mensaje a través de ti. Esto los curará y, por lo tanto, te
curará a ti. Nada que se utilice de acuerdo con su propia función tal como el
Espíritu Santo la ve, puede enfermar. Mas todo lo que se utiliza de cualquier
otra forma no puede sino enfermarse. No permitas que el cuerpo sea el reflejo
de una mente dividida. No dejes que sea una imagen de la percepción de pequeñez
que tienes de ti mismo. No dejes que refleje tu decisión de atacar. Se reconoce
que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda
interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. La
salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor.
La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo
la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la
Vida Misma.
IX. La
curación como resultado de una percepción corregida
1. Dije antes que el Espíritu Santo es la
Respuesta. Y es la Respuesta a todo porque conoce la respuesta a todo. El ego
no sabe lo que es una verdadera pregunta, si bien plantea un sinnúmero de
ellas. Mas tú puedes aprender lo que es una verdadera pregunta a medida que
aprendas a poner en duda el valor del ego, y de este modo desarrolles tu
capacidad para evaluar sus preguntas. Cuando el ego te tiente a enfermar no le
pidas al Espíritu Santo que cure al cuerpo, pues eso no sería sino aceptar la
creencia del ego de que el cuerpo es el que necesita curación. Pídele, más
bien, que te enseñe cómo percibir correctamente el cuerpo, ya que lo único que
puede estar distorsionado es la percepción. Solo la percepción puede estar
enferma porque solo la percepción puede estar equivocada.
2. La percepción errónea es el deseo de que las
cosas sean diferentes de como son. La realidad de todas las cosas es totalmente
inocua porque la condición de su realidad es la inocuidad total. Ésa es también
la condición de la conciencia que tienes de su realidad. Tú no tienes que
buscar la realidad. La realidad te buscará y te encontrará cuando satisfagas
sus condiciones. Sus condiciones son parte de lo que ella es. Y esa parte es lo
único que depende de ti. El resto tiene lugar por su cuenta. Necesitas hacer
tan poco porque tu parte, aunque pequeña, es tan poderosa que te brindará la
totalidad. Acepta, por lo tanto, la pequeña parte que te corresponde y deja que
la totalidad sea tuya.
3. La plenitud cura porque es algo propio de la
mente. Toda clase de enfermedad, e incluso la muerte, son expresiones físicas
del miedo a despertar. Son intentos de reforzar el sueño debido al miedo a
despertar. Ésta es una forma patética de tratar de no ver inutilizando la facultad
de ver. ”Descansa en paz” es una bendición para los vivos, no para los muertos,
ya que el descanso procede de despertar, no de dormir. Dormir es aislarse;
despertar, unirse. Los sueños son ilusiones de unión porque reflejan las
nociones distorsionadas del ego con respecto a lo que significa unirse. El
Espíritu Santo, no obstante, aprovecha también el tiempo que pasas durmiendo, y
si se lo permites, puede utilizar los sueños que tienes mientras duermes para
ayudarte a despertar.
4. La manera en que te despiertas indica cómo
usaste el tiempo que pasaste durmiendo. ¿A quién se lo ofreciste? ¿Bajo qué
maestro lo pusiste? Siempre que te despiertas desanimado es que no se lo
ofreciste al Espíritu Santo. Solo cuando te despiertas feliz utilizaste el
tiempo que pasaste durmiendo en armonía con Su propósito. Dormir puede
ciertamente “drogarte” si lo usas indebidamente en favor de la enfermedad.
Dormir no es una forma de muerte de la misma manera en que la muerte no es una
forma de inconsciencia. La inconsciencia total es imposible. Puedes descansar
en paz debido únicamente a que estás despierto.
5. La curación es la liberación del miedo a
despertar y la substitución de ese miedo por la decisión de despertar. La
decisión de despertar refleja la voluntad de amar, puesto que toda curación
supone la substitución del miedo por el amor. El Espíritu Santo no puede
distinguir entre distintos grados de error, pues si enseñase que una forma de
enfermedad es más grave que otra, estaría enseñando que un error puede ser más
real que otro. Su función es distinguir únicamente entre lo falso y lo
verdadero, y reemplazar lo falso por lo verdadero.
6. El ego, empeñado siempre en debilitar a la
mente, trata de separarla del cuerpo en un intento de destruirla. Mas en
realidad cree que la está protegiendo. Esto se debe a que cree que la mente es
peligrosa y que privarte de ella es curarte. Pero privarte de tu mente es
imposible, puesto que eso significaría destruir lo que Dios creó. El ego
detesta la debilidad, si bien trata por todos los medios de inducirla. El ego
desea únicamente lo que odia. Para el ego eso es perfectamente lógico. Puesto
que cree en el poder del ataque, el ego venera el ataque.
7. La Biblia te exhorta a que seas perfecto, a que
sanes todo error, a que no te preocupes por el hecho de que el cuerpo sea algo
separado y a que hagas todo en mi nombre. Mas no se trata solamente de mi
nombre, pues nuestra Identidad es una identidad compartida. El Hijo de Dios
solo tiene un Nombre; y se te exhorta a que lleves a cabo obras amorosas porque
compartimos esa Unicidad. Nuestras mentes son íntegras porque son una. Si estás
enfermo te estás aislando de mí. Mas no te aíslas únicamente de mí, sino que te
aíslas de ti y de mí.
8. Seguramente habrás comenzado a darte cuenta de
que este curso es muy práctico y de que lo que dice es exactamente lo que
quiere decir. Yo no te pediría que hicieras algo que tú no puedes hacer, y es
imposible que yo pudiera hacer algo que tú no puedas hacer. Teniendo esto en
cuenta, y teniéndolo en cuenta muy literalmente, nada puede impedir que hagas
exactamente lo que yo te pido, y todo te exhorta a que lo hagas. Yo no te
impongo límites porque Dios no te impone ninguno. Cuando te limitas a ti mismo,
no somos de un mismo sentir, y eso es lo que es la enfermedad. La enfermedad,
no obstante, no es algo propio del cuerpo, sino de la mente. Toda forma de
enfermedad es un signo de que la mente está dividida y de que no está aceptando
un propósito unificado.
9. La única manera, por lo tanto, en que el Espíritu
Santo cura es unificando propósitos. Esto se debe a que dicha unificación es el
único nivel en el que la curación tiene sentido. Restablecer el significado en
un sistema de pensamiento caótico es la manera de sanarlo. Tu tarea consiste
únicamente en satisfacer las condiciones para que el significado se pueda
restablecer, puesto que el significado en sí es de Dios. Por otra parte, tu
retorno al significado es esencial para lo que Dios significa porque tu
significado es parte de Su Significado. Tu curación, por lo tanto, es parte de
Su Salud, puesto que es parte de Su Plenitud. Él no puede perder Su Plenitud, pero es posible
que tú no la conozcas. Con todo, Su Voluntad sigue siendo que la conozcas, y Su
Voluntad impera para siempre y en todas las cosas.
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