Capítulo 30
EL NUEVO COMIENZO
Introducción
1. El nuevo comienzo se convierte ahora en el foco central de nuestro
programa de estudios. No hay duda con respecto a cuál es la meta, pero ahora se
necesitan métodos específicos para alcanzarla. La rapidez con la que puedes
hacerlo depende únicamente de esto: que estés dispuesto a poner en práctica
cada paso. Cada uno de ellos te ayudará un poco más cada vez que lo practiques.
Y todos conjuntamente te conducirán más allá de los sueños de juicios a los de
perdón, liberándote así del dolor y del miedo. Ninguno de estos pasos es algo
nuevo para ti, pero todavía son ideas más que reglas por las que riges tu
pensamiento. Por lo tanto, necesitamos ponerlos en práctica por algún tiempo,
hasta que se conviertan en las reglas por las que riges tu vida. Nuestro
propósito es ahora convertirlos en hábito, de modo que estén a tu disposición
en caso de necesidad.
I. Reglas para tomar
decisiones
1. Tomar decisiones es un proceso continuo, pero no siempre te das
cuenta de cuándo las estás tomando. Mas con un poco de práctica con aquellas de
las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará
con las demás. No es conveniente que te preocupes por cada paso que tengas que
dar. Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una
gran ventaja. Mas si experimentas una gran resistencia y ves que tu resolución
flaquea, es que todavía no estás listo. No luches contra ti mismo. Piensa más
bien en la clase de día que te gustaría tener y dite a ti mismo que hay una
manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. Trata entonces
una vez más de tener la clase de día que deseas.
2. (1º) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: Hoy no
tomaré ninguna decisión por mi cuenta. Esto quiere decir que estás eligiendo no
ser el juez de lo que debes hacer. Pero quiere decir también que no juzgarás
las situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión. Pues si las
juzgas, habrás establecido las reglas que determinan cómo debes reaccionar ante
ellas. Y así, una respuesta diferente no haría sino causarte confusión,
incertidumbre y temor.
3. El mayor problema que tienes ahora es que todavía decides primero
lo que vas a hacer y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer. Y es
posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste
inicialmente. Esto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo
que te sientes atacado y, por ende, furioso. Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se
puede evitar. Pero es inevitable que ocurra al principio, mientras aún estás
aprendiendo a escuchar.
4. (2º) Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispongas
de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la
clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las
cosas que quieres que te sucedan, así como lo que quieres experimentar y di: Si
no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me
concederá. Si practicas estos dos procedimientos debidamente, te ayudarán a
dejarte guiar sin temor, pues no permitirán que primero surja la oposición para
luego convertirse en un problema de por sí. 5. Mas habrá ocasiones en las que ya
habrás juzgado de antemano. En esos casos la respuesta suscitará un ataque, a
no ser que rectifiques tu mente de inmediato para que solo desee una respuesta
efectiva. Ten por seguro que eso es lo que ha sucedido si no estás dispuesto a
detenerte por un momento y pedir que se te dé la respuesta. Pues eso quiere decir
que ya has tomado una decisión por tu cuenta y que no puedes ver cuál fue la
pregunta. Necesitas ahora un rápido reconstituyente antes de volver a
preguntar.
6. (3º) Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y
reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. Date cuenta entonces
de que has hecho una pregunta por tu cuenta y de que debes haberla contestado
de acuerdo con las condiciones que tú mismo has establecido. Di entonces: No
tengo ninguna pregunta. Me olvidé de lo que tenía que decidir. Esto cancela las
condiciones que estableciste y permite que la respuesta te muestre cuál debió
haber sido la pregunta realmente.
7. Trata de observar esta regla sin demora, a pesar de tu resistencia,
pues ya estás enfadado. Y tu temor de que se te vaya a dar una respuesta que no
coincida con la pregunta tal como la planteaste cobrará ímpetu y acabarás
creyendo que el día que deseas es uno en el que a tus preguntas se les dan tus
respuestas. Y no será así, pues ello te arruinaría el día al privarte de lo que
realmente deseas. Esto puede ser muy difícil de entender, una vez que has
decidido por tu cuenta qué reglas te prometen un día feliz. No obstante, esa
decisión todavía puede revocarse mediante métodos sencillos que puedes aceptar.
8. (4º) Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte
de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo siguiente: Por lo
menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora. Esto por lo
menos es obvio y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo.
9. (5º) Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás
sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con: Por lo tanto, espero
haber estado equivocado. Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda
que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que es algo que deseas y
necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. Esta ínfima apertura
bastará para que puedas seguir adelante y dar los pocos pasos que te faltan
para dejar que se te ayude.
10. Ahora has llegado a un punto crucial porque te has dado cuenta de
que saldrías ganando si lo que decidiste no es lo que quieres. Hasta que no
llegues a este punto, creerás que tu felicidad depende de tener razón. Pero por
lo menos ya has alcanzado un cierto grado de sensatez: te has dado cuenta de
que sería mejor para ti que estuvieses equivocado.
11. (6º) Este ápice de sabiduría bastará para llevarte aún más lejos. No
se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr algo que
quieres. Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad: Quiero ver esto de
otra manera. Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que
deseas tener y has recordado lo que realmente quieres. Su propósito ya no está
velado por la demente idea de que lo quieres para satisfacer tu empeño de tener
razón cuando en realidad estás equivocado. De este modo, el hecho de que estás
dispuesto a pedir llega hasta tu conciencia, pues no puedes estar en conflicto
cuando pides lo que realmente quieres y comprendes que eso es lo que estás
pidiendo.
12. (7º) Este último paso es solo el reconocimiento de que no te
opones a recibir ayuda. Es la declaración de una mente receptiva, que aunque
todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver:
Tal vez hay otra manera de ver esto. ¿Qué puedo perder con preguntar? Ahora
puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tenga sentido y, consecuentemente,
la respuesta tendrá sentido también. Y no te opondrás a ella, pues comprenderás
que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará.
13. Debe quedar claro, no obstante, que es más fácil que tu día
transcurra felizmente si no permites que la infelicidad haga acto de presencia
en primer lugar. Pero esto requiere tener práctica con las reglas que te protegen
de los embates del temor. Cuando hayas dominado estas reglas, el amargo sueño
de juicios habrá sido des-hecho para siempre. Pero mientras tanto, necesitas
poner en práctica las reglas que lo des-hacen. Examinemos una vez más, pues, la
primera de las resoluciones que aquí se ofrecen.
14. Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente si decides no
tomar ninguna decisión por tu cuenta. Esto de por sí parece ser una decisión. Sin
embargo, tú no puedes tomar decisiones por tu cuenta. La única cuestión es
entonces con quién eliges tomarlas. Eso es todo. La primera regla, pues, no es
una coacción, sino la simple afirmación de un simple hecho. No tomas decisiones
por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. Pues o bien se toman con
ídolos o bien con Dios. Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que
elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer.
15. Tu día no transcurre al azar. La clase de día que tienes lo
determina aquello con lo que eliges vivirlo y la manera en que percibe tu
felicidad el amigo a quien acudes en busca de consejo. Siempre pides consejo
antes de tomar cualquier decisión. Es esencial que entiendas esto, para que te
des cuenta de que no hay coerción ni ningún motivo para pensar que coarta tu
libertad. Nadie puede escaparse de lo que inevitablemente ha de ocurrir. Y si
tú crees que puedes, estás equivocado.
16. La segunda regla es asimismo un hecho. Pues tu consejero y tú
tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda
ocurrir. Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. Pues nada
puede ocurrir sin algún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con la
Voz que habla en favor de Dios. Las decisiones producen resultados precisamente
porque no se toman aisladamente. Las tomas tu consejero y tú, y son tanto para
ti como para el mundo. El día que deseas tener se lo ofreces al mundo, pues
transcurrirá tal como lo hayas pedido y reforzará el dominio de tu consejero en
el mundo. ¿A qué reino le pertenece tu
mundo hoy? ¿Qué clase de día vas a decidir tener?
17. Hoy solo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que
se la ofrezcan al mundo entero. Solo se necesitan dos que comprendan que no
pueden tomar decisiones por su cuenta para garantizar que el júbilo que
pidieron sea plenamente compartido por todos. Pues han entendido la ley básica
que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos
que puedan tener jamás. Solo se necesitan dos. Estos dos tienen que haberse
unido antes de que se pueda tomar una decisión. Permite que esto sea lo único
que tengas presente, y tendrás la clase de día que deseas tener y, al tenerlo,
se lo ofrecerás al mundo. El juicio que habías emitido sobre el mundo queda
anulado mediante tu decisión de tener un día feliz. Y tal como has recibido,
así tienes que dar.
II. El libre albedrío
1. ¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar
contra ti mismo? 2 Él solo te dice lo que es tu voluntad; Él habla por ti. En
Su Divinidad radica la tuya. Y del único conocimiento de que goza es del tuyo,
que ha sido salvaguardado para ti a fin de que puedas hacer tu voluntad a
través de Él. Dios te pide que hagas tu voluntad. Él se une a ti, pues no
estableció Su Reino solo. Y el Cielo mismo, donde todo lo creado es para ti, no
representa otra cosa que tu voluntad. Ni una sola chispa de vida fue creada sin
tu grato consentimiento y tal como quisiste que fuera. Ni uno solo de los
Pensamientos que Dios haya tenido alguna vez pudo haber nacido sin tu
bendición. Dios no es tu enemigo. Él solo quiere oírte llamarle “Amigo”.
2. ¡Qué maravilloso es hacer tu voluntad! Pues eso es libertad. A nada
más debería llamársele por ese nombre. A menos que hagas tu voluntad no serás
libre. ¿Y hubiera podido Dios dejar a Su Hijo sin lo que éste eligió para sí
mismo? Lo único que Dios hizo al darte Su perfecta Respuesta fue asegurarse de
que nunca perdieses tu voluntad. Escúchala ahora, para que te puedas acordar de
Su Amor y conocer tu voluntad. Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese
un prisionero de aquello que no desea. Él se une a tu voluntad de ser libre. Y
oponerte a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado.
3. Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de
amar. Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el
reino del miedo. Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz
así como la tuya, recordándote que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero
del miedo, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa
vida. Tu voluntad no tiene límites, pues no es tu voluntad que sea limitada. Lo
que mora en ti se ha unido a Dios Mismo en el nacimiento de toda la Creación.
Acuérdate de Aquel que te creó, Quien a través de tu voluntad creó todo. Todo
lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. Ni una sola luz
celestial podría brillar si no fuera por ti, pues fue tu voluntad lo que las
ubicó en el Cielo.
4. ¿Qué motivos podrías tener para sentir ira contra un mundo que
simplemente aguarda tu bendición para ser libre? Si fueras un prisionero,
entonces Dios Mismo no podría ser libre. Pues lo que se le hace a quien Dios
ama, se le hace a Dios Mismo. No pienses que Aquel que te hizo co-creador del
universo junto con Él quiere aprisionarte. Él solo desea que tu voluntad sea
eternamente ilimitada. Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando
hayas reconocido que eres libre. Pero no perdonarás al mundo hasta que no hayas
perdonado a Aquel que te dio tu voluntad. Pues es a través de tu voluntad como
el mundo se libera. Y no puedes ser libre estando separado de Aquel Cuya santa
Voluntad compartes.
5. Dios se dirige a ti y te pide que salves al mundo, pues mediante tu
salvación el mundo sana. Y todo el que camina sobre la faz de la tierra depende
de tu decisión para aprender que la muerte no tiene ningún poder sobre él, toda
vez que comparte tu libertad y voluntad. Tu voluntad es sanarlo, y puesto que
esto es una decisión que tomaste con él, él ha sanado. Y ahora Dios ha sido
perdonado, pues decidiste ver a tu hermano como amigo.
III. Más allá de todo
ídolo
1. Los ídolos son algo muy concreto. Mas tu voluntad es universal,
puesto que es ilimitada. Y así, no tiene forma ni su contenido se puede expresar
en función de la forma. Los ídolos son límites. Representan la creencia de que
hay ciertas formas que pueden brindar felicidad y de que limitando se consigue
todo. Es como si dijeras: “No tengo necesidad de todo. Lo único que quiero es
este trocito y para mí será como si fuera todo”. Y esto no puede sino dejarte
insatisfecho porque tu voluntad es que todo sea tuyo. Decídete en favor de los
ídolos y estarás buscando perder. Decídete por la verdad y todo será tuyo.
2. No es la forma en sí lo que andas buscando. ¿Qué forma puede ser un
substituto del Amor de Dios el Padre? ¿Qué forma puede ocupar el lugar de todo
el amor que reside en la Divinidad de Dios el Hijo? ¿Qué ídolo puede dividir en
dos lo que es eternamente uno? ¿Y se podría acaso limitar lo que es ilimitado?
No deseas ningún ídolo, pues ésa no es tu voluntad. Ningún ídolo puede concederte
el regalo que buscas. Cuando decides qué forma debe tener lo que quieres, dejas
de entender su propósito. Y de ese modo, ves tu voluntad en el ídolo,
reduciéndola así a una forma concreta. Mas eso nunca podrá ser tu voluntad
porque lo que es partícipe de toda la Creación no puede contentarse con ideas
triviales o con cosas insignificantes.
3. Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de compleción. Lo
pleno no tiene forma porque es ilimitado. Buscar una persona o una cosa
especial para añadir a lo que eres y así alcanzar la compleción, solo puede
querer decir que crees que te falta algo que una forma puede proporcionarte. Y
que al encontrarla, alcanzarás la compleción en una forma que a ti te gusta. El
propósito de todo ídolo es éste: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia
de que te falta algo. Esto solo podría ser cierto si hubieses pecado. Pues el
pecado es la idea de que te encuentras solo y aparte de lo que es pleno. Es
necesario, por lo tanto, que la búsqueda de la plenitud se lleve a cabo más
allá de los límites que tú mismo te has impuesto.
4. No es nunca el ídolo lo que realmente quieres. Mas lo que crees que
te ofrece, eso ciertamente lo quieres y tienes derecho a pedirlo. Y es
imposible que te sea negado. El que tu voluntad sea estar completo es la
Voluntad de Dios, y por tal razón se te concede. Dios no sabe nada de formas. No
te puede contestar utilizando términos que no tienen sentido. Y tu voluntad no
se puede satisfacer con formas huecas, concebidas exclusivamente para llenar
una brecha que no existe. No es esto lo que quieres. La Creación no le da a
ninguna persona ni a ninguna cosa separada el poder de completar al Hijo de
Dios. ¿A qué ídolo se puede apelar para que le dé al Hijo de Dios lo que ya es
suyo?
5. Alcanzar la compleción es la función del Hijo de Dios. Sin embargo,
no tiene necesidad de buscarla. Más allá de todo ídolo se alza su santa
voluntad de ser únicamente lo que es. Pues ser más que pleno no tiene sentido. Si
se hubiese producido algún cambio en el Hijo de Dios o si se le pudiera reducir
a alguna forma y limitar a lo que no se encuentra en él, entonces no sería tal
como Dios lo creó. ¿Qué necesidad tiene de ídolos para ser Quién es? ¿Podría
acaso desprenderse de alguna parte de sí mismo? Lo que no es pleno no puede
otorgar plenitud. Mas lo que se pide sinceramente no puede ser negado. Tu
voluntad se te concede. No en una forma que no habría de satisfacerte, sino en
el Pensamiento pleno y completamente hermoso que Dios abriga de ti.
6. Lo que Dios no conoce no existe. Y lo que Él conoce existe para
siempre y es inmutable. Pues los pensamientos duran tanto como la mente que los
pensó. Y la Mente de Dios no tiene fin ni puede haber un instante en que Sus
Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. Los pensamientos ni nacen ni
mueren. Comparten los atributos de su creador y no tienen una vida separada
aparte de la de él. Tus pensamientos están en tu mente, tal como tú estás en la
Mente que te pensó. Por lo tanto, no hay partes separadas en lo que existe
dentro de la Mente de Dios. Su Mente es por siempre Una y está eternamente
unida y en paz.
7. Los pensamientos parecen ir y venir. Sin embargo, lo único que esto
significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no. Un
pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna
a tu conciencia. Mas no murió cuando lo olvidaste. Siempre estuvo ahí, sin embargo,
no eras consciente de él. El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto
afectado en modo alguno por tu olvido. Siempre será exactamente como era antes
de que te olvidaras de él, como seguirá siendo cuando lo recuerdes y como fue
durante el lapso en que lo habías olvidado.
8. Los Pensamientos de Dios están mucho más allá de cualquier
posibilidad de cambio y su resplandor es eterno. No están esperando a nacer, sino
a que se les dé la bienvenida y se les recuerde. El Pensamiento que Dios abriga
de ti es como una estrella inmutable en un eterno firmamento. Se encuentra tan
alto en el Cielo que aquellos que se encuentran fuera del Cielo no saben que
está allí. No obstante, brillará por toda la eternidad, sereno, puro y hermoso.
En ningún momento ha dejado de estar allí ni ha habido jamás un instante en que
su luz se haya atenuado o haya perdido su perfección.
9. El que conoce al Padre conoce esta luz, pues Él es el eterno
firmamento que la mantiene a salvo, por siempre elevada y firmemente anclada. La
perfecta pureza de esa luz no depende de si se ve en la tierra o no. El
firmamento la envuelve y la mantiene dulcemente en su perfecto lugar, el cual
está tan lejos de la tierra como la tierra lo está del Cielo. No es la
distancia ni el tiempo lo que hace que esta estrella sea invisible desde la
tierra. Mas aquellos que andan en pos de ídolos no pueden saber que la estrella
está ahí.
10. Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga
de ti. Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el
terror del mundo, por los sueños de nacimiento y muerte que aquí se tienen ni
por las innumerables formas que el miedo puede adoptar, sino que, sin
perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. Rodeado de una
calma tan absoluta que el estruendo de batallas ni siquiera llega hasta él,
dicho Pensamiento descansa en la certeza y en perfecta paz. Tu única realidad
se mantiene a salvo en él, completamente inconsciente del mundo que se postra ante
ídolos y no conoce a Dios. El Pensamiento que Dios abriga de ti, completamente
seguro de su inmutabilidad y de que descansa en su eterno hogar, nunca ha
abandonado la Mente de su Creador, al que conoce tal como su Creador sabe que
dicho Pensamiento se encuentra en Su Propia Mente.
11. ¿Dónde podría existir el Pensamiento que Dios abriga de ti sino
donde te encuentras? ¿Podría acaso tu realidad ser algo aparte de ti y
encontrarse en un mundo que le es completamente desconocido? Fuera de ti no hay
eterno firmamento ni estrella inmutable ni realidad alguna. La mente del Hijo
del Cielo, en el Cielo está, pues ahí la Mente del Padre y la del Hijo se
unieron en la Creación, la cual no tiene fin. Tú no tienes dos realidades, sino
una sola, y no puedes ser consciente más que de una. Tu realidad es o bien un
ídolo o bien el Pensamiento que Dios abriga de ti. No olvides, por lo tanto,
que los ídolos tienen que mantener oculto lo que eres, no de la Mente de Dios,
sino de la tuya. La estrella sigue brillando y el firmamento jamás ha cambiado.
Mas tú, el santo Hijo de Dios, no eres consciente de tu realidad.
IV. La verdad que
yace tras las ilusiones
1. Atacarás lo que no te satisfaga y, así, no te darás cuenta de que
fuiste tú mismo quien lo inventó. Tu batalla es siempre con las ilusiones. Pues
la verdad que yace tras ellas es tan hermosa y tan serena en su amorosa
dulzura, que si fueras consciente de ella te olvidarías por completo de tus
defensas y te apresurarías a echarte en sus brazos. La verdad jamás puede ser
atacada. Y sabías esto cuando inventaste los ídolos. Los concebiste
precisamente para olvidarte de este hecho. Lo único que atacas son las ideas
falsas, nunca las verdaderas. Los ídolos son todas las ideas que concebiste
para llenar la brecha que crees se formó entre lo que es verdad y tú. Y las
atacas por lo que crees que representan. Pero lo que yace tras ellas no puede
ser atacado.
2. Los dioses que inventaste—opresores e incapaces de satisfacerte—son
como juguetes infantiles descomunales. Un niño se asusta cuando una cabeza de
madera salta de una caja de resorte al ésta abrirse repentinamente o cuando un
oso de peluche, suave y silencioso, emite sonidos cuando lo aprieta. Las reglas
que había establecido para las cajas de resorte y para los osos de peluche le
han fallado y le han hecho perder el “control” de lo que le rodea. Ahora tiene
miedo, pues pensó que las reglas lo protegían. Ahora tiene que aprender que las
cajas y los osos no lo engañaron ni violaron ninguna regla, y que lo ocurrido
no quiere decir que su mundo se haya vuelto caótico y peligroso. Es él quien estaba equivocado. No sabía qué era lo
que lo mantenía a salvo y pensó que lo había abandonado.
3. La inexistente brecha se encuentra repleta de juguetes de
innumerables formas. Cada uno parece violar las reglas que estableciste para
él. Sin embargo, ninguno de ellos fue jamás lo que tú pensabas que era. Y así,
no pueden sino dar la impresión de que violan las reglas de seguridad que
estableciste, toda vez que éstas son falsas. Mas tú no estás en peligro. Puedes
reírte de los muñecos que saltan de cajas de resorte y de los juguetes que
emiten sonidos, de la misma manera en que lo hace el niño que ya ha aprendido
que no suponen ningún peligro para él. Sin embargo, mientras le guste jugar con
ellos, seguirá percibiéndolos como si respetaran las reglas que él estableció
para su propio deleite. Por lo tanto, todavía habrá reglas que dichos juguetes
parecerán violar y, consecuentemente, se asustará. Mas ¿está realmente a merced
de sus juguetes? ¿Y pueden éstos realmente suponer una amenaza para él?
4. La realidad obedece las Leyes de Dios y no las reglas que tú
estableces. Son Sus Leyes las que garantizan tu seguridad. Las ilusiones que
creas con respecto a ti mismo no obedecen ninguna ley. Parecen danzar por un
rato, al compás de las leyes que promulgaste para ellas. Mas luego se desploman
para no levantarse más. No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes
su pérdida. Su danza jamás te brindó felicidad alguna, pero tampoco eran cosas
que pudieran asustarte o mantenerte a salvo si respetaban tus reglas. Las
ilusiones no deben ni apreciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben
considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco. Ve
significado en una sola de ellas y lo verás en todas ellas. No veas significado en ninguna, y no podrán
afectarte en absoluto.
5. Las apariencias engañan precisamente porque son apariencias y no la
realidad. No les prestes atención sea cual sea la forma que adopten. Lo único
que hacen es distorsionar la realidad y producir temor, debido a que ocultan la
verdad. No ataques lo que tú mismo hiciste a fin de ser engañado, pues eso
demostraría que has sido engañado. El ataque tiene el poder de hacer que las
ilusiones parezcan reales. Mas en realidad no hace nada. ¿Quién podría tener
miedo de un poder que no tiene efectos reales? ¿Qué podría ser dicho poder sino
una ilusión que hace que las cosas parezcan ser como él mismo? Observa
calmadamente sus juguetes y comprende que no son más que ídolos que no hacen
sino danzar al compás de vanos deseos. No los veneres, pues no existen. Cuando
atacas, no obstante, te olvidas de esto. El Hijo de Dios no necesita defenderse
de sus sueños. Sus ídolos no suponen ninguna amenaza para él. El único error
que comete es creer que son reales. Mas ¿hay algo que las ilusiones puedan
lograr?
6. Lo único que las apariencias pueden hacer es engañar a la mente que
desea ser engañada. Pero tú puedes tomar una decisión muy simple que te situará
por siempre más allá del engaño. No te preocupes por cómo se va a lograr esto,
pues eso no es algo que puedas entender. Pero sí verás los grandes cambios que
se producirán de inmediato una vez que hayas tomado esta simple decisión: que
no deseas lo que crees que un ídolo te puede dar. Pues así es como el Hijo de
Dios declara que se ha liberado de todos ellos. Y, por lo tanto, es libre.
7. ¡Qué paradójica es la salvación! ¿Qué otra cosa podría ser, sino un
sueño feliz? Lo único que te pide es que perdones todas las cosas que nadie
jamás hizo nunca, que pases por alto lo que no existe y que no veas lo ilusorio
como si fuera real. Se te pide únicamente que permitas que se haga tu voluntad
y que dejes de buscar las cosas que ya no deseas. Y se te pide también que permitas que se te
libere de los sueños de lo que nunca fuiste y desistas de tu empeño en querer
substituir la Voluntad de Dios por la fuerza de los deseos vanos.
8. Llegado este punto, el sueño de separación empieza a desvanecerse y
a desaparecer. Pues aquí la brecha inexistente comienza a percibirse libre de
los juguetes de terror que tú inventaste. Esto es lo único que se te pide.
Alégrate en verdad de que la salvación no pida mucho, sino de que pida tan
poco. En realidad no pide nada. Y aun en las ilusiones solo pide que el perdón
sea el substituto del miedo. Ésa es la única regla para tener sueños felices. La
brecha se vacía de todos los juguetes de temor, poniéndose así de manifiesto su
irrealidad. Los sueños no sirven para nada y el Hijo de Dios ya no tiene
necesidad de ellos. No le ofrecen ni una sola cosa que él pudiera alguna vez
desear. El Hijo de Dios se libera de las ilusiones por su propia voluntad y
simplemente es restaurado a lo que es. ¿Qué podría ser el plan de Dios para su
salvación sino un medio para darse a Sí Mismo Su Hijo?
V. El único propósito
1. El mundo real es el estado mental en el que el único propósito para
el mundo es el perdón. El miedo ha dejado de ser el objetivo, pues escapar de
la culpa se ha convertido ahora en la meta. Se reconoce el valor del perdón,
que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de perseguirse
porque ya no se les atribuye ningún valor a sus “regalos”. No se establecen
reglas fútiles ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño
de miedo. Por el contrario, hay un deseo de querer comprender todas las cosas
creadas tal como realmente son. Y se reconoce que todas las cosas tienen que
ser primero perdonadas y luego comprendidas.
2. En este mundo se piensa que el entendimiento se consigue mediante
el ataque. En el mundo real es evidente que atacando es como se pierde, y se
reconoce claramente la insensatez de tener como objetivo a la culpabilidad. En
dicho mundo no se desean los ídolos, pues se entiende que la culpabilidad es la
única causa de cualquier dolor. Nadie sucumbe ante su vana atracción, pues el
sufrimiento y la muerte se han percibido como cosas que ya no se desean y por
las cuales no vale la pena esforzarse. Se ha vislumbrado la posibilidad de
liberación y se le ha dado la bienvenida, y ahora por fin se comprenden los
medios por los que se puede alcanzar. El mundo se convierte en un lugar de
esperanza porque su único propósito es ser un lugar donde la esperanza de ser
feliz pueda ser colmada. Y nadie está excluido de esta esperanza porque todos
se han unido en la creencia de que el propósito del mundo es uno que todos
tienen que compartir, si es que dicha esperanza ha de ser algo más que un
simple sueño.
3. Aún no se recuerda el Cielo totalmente, pues el propósito del
perdón todavía necesita alcanzarse. Sin embargo, todo el mundo está seguro de
que irá más allá del perdón y de que solo seguirá aquí hasta que éste se
consuma perfectamente en él. Ése es su
único deseo. Todo temor ha desaparecido porque él está unido a sí mismo en su
propósito. Su esperanza de felicidad es tan segura y constante que apenas puede
seguir esperando aquí por más tiempo con los pies aun tocando la tierra. Aun
así, se siente feliz de poder esperar hasta que todas las manos se hayan unido
y todos los corazones estén listos para elevarse e ir con él. Pues así es como
se prepara para dar el paso con el que se trasciende el perdón.
4. El paso final lo da Dios porque únicamente Él pudo crear un Hijo
perfecto y compartir Su Paternidad con él. Nadie que no se encuentre en el
Cielo puede entender esto, pues entenderlo es en sí el Cielo. lncluso el mundo
real tiene un propósito que se encuentra por debajo de la Creación y la
eternidad. Pero el miedo ha desaparecido de él porque su propósito es el perdón,
no la idolatría. Y así, el Hijo del Cielo está listo para ser Quien es, y para
recordar que el Hijo de Dios sabe todo lo que su Padre entiende y que lo
entiende perfectamente junto con Él.
5. El mundo real ni siquiera se aproxima a eso, pues ése es el
propósito de Dios y solo de Dios, si bien se comparte totalmente y se logra
perfectamente. El mundo real es un estado en el que la mente ha aprendido cuán
fácilmente desaparecen los ídolos, que, aunque todavía se perciben, ya no se
desean más. ¡Cuán fácilmente los puede abandonar la mente que ha comprendido
que no son nada, que no están en ninguna parte y que no tienen ningún
propósito! Pues solo entonces se puede entender que el pecado y la culpabilidad
no tienen propósito alguno y que no significan nada.
6. De esta manera es como el propósito del mundo real se lleva
dulcemente hasta tu conciencia para que reemplace al objetivo de pecado y
culpabilidad. Y el perdón purifica felizmente todo lo que se interponía entre
tu imagen de ti mismo y lo que realmente eres. Sin embargo, Dios no necesita
crear a Su Hijo nuevamente para que a éste se le restituya lo que es suyo. Jamás
existió brecha alguna entre tu hermano y tú. Y el Hijo de Dios volverá a saber
lo que supo cuando fue creado.
7. Cuando dos o más hermanos comparten un mismo propósito en el mundo
del miedo, se encuentran ya en el umbral del mundo real. Puede que aún miren
atrás y piensen que ven un ídolo que todavía desean. Mas su trayectoria ha sido
ya firmemente trazada en dirección contraria a la de los ídolos: hacia la
realidad. Pues cuando se dieron la mano, fue la mano de Cristo la que tomaron,
y contemplarán a Aquel de Cuya mano van asidos. La faz de Cristo se ve antes de
que se pueda recordar al Padre, pues Éste permanece en el olvido hasta que Su
Hijo haya llegado más allá del perdón hasta el Amor de Dios. El Amor de Cristo,
no obstante, se acepta primero. Y entonces aflora el conocimiento de que Ambos
son Uno.
8. ¡Cuán fácil y ligero es el paso que te saca de los estrechos
confines del mundo del miedo una vez que has reconocido de Quién es la mano de
la que vas asido! Tienes a mano todo lo necesario para poder alejarte del miedo
para siempre con perfecta certeza, y para seguir adelante y llegar lo antes posible
a las puertas del Cielo. Pues Aquel de Cuya mano vas asido solo estaba
esperando a que te unieras a Él. Y ahora que has venido, ¿se demoraría en
mostrarte el camino que debe recorrer contigo? Su bendición descansa sobre ti
tan indudablemente como el Amor de Dios descansa sobre Él. Su gratitud hacia ti
sobrepasa tu entendimiento, pues le has permitido liberarse de sus cadenas para
que juntos se dirijan a la morada de Su Padre.
9. Un viejo odio está desapareciendo del mundo. Y con él va
desapareciendo también todo miedo y rencor. No vuelvas la vista atrás, pues lo
que te espera más adelante es lo que siempre anheló tu corazón. ¡Renuncia al
mundo! Pero no con una actitud de sacrificio, pues nunca lo deseaste. ¿Qué
felicidad que alguna vez buscaste en él no te ocasionó dolor? ¿Qué momento de
satisfacción no se compró con monedas de sufrimiento y a un precio exorbitante?
La dicha no cuesta nada. Es tu sagrado derecho, pues por lo que pagas no es
felicidad. ¡Que la honestidad te acelere en tu camino y que al contemplar en
retrospectiva las experiencias que has tenido aquí no te dejes engañar! Por
todas ellas hubo que pagar un precio descomunal y sufrir penosas consecuencias.
10. No mires atrás excepto con honestidad. Y cuando un ídolo te tiente,
piensa en lo siguiente: Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el “regalo”
de la culpabilidad. Cada cosa que te dio se compró con la moneda del dolor, y
nunca fuiste únicamente tú quien pagó por ella. Sé, pues, misericordioso con tu
hermano. Y no aceptes nunca un ídolo irreflexivamente ni olvides que tu hermano
pagará el costo al igual que tú. Pues se demorará cada vez que tú vuelvas la
vista atrás y no percibas de Quién es la amorosa mano de la que vas asido. Mira,
pues, solo hacia adelante; y camina lleno de confianza con el corazón latiendo
felizmente con esperanza y no palpitando con temor.
11. La Voluntad de Dios reside para siempre en aquellos cuyas manos
están unidas. Hasta que se unieron, pensaban que Él era su enemigo. Mas cuando
se unieron y compartieron un mismo propósito, les fue posible entender que su
voluntad es una. Y así, la Voluntad de Dios no puede sino llegar hasta sus
conciencias. Y no van a poder seguir olvidándose por mucho más tiempo de que no
es sino la suya propia.
VI. La justificación
del perdón
1. La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento. Con
esto comienza uno a escapar del miedo y con esto también es como lo logrará. Con
esto se intercambian los sueños de terror por el mundo real. Pues es en esto
donde yace el perdón, lo cual es tan solo natural. No se te pide que concedas
perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque estaría
justificado. Pues eso querría decir que perdonas un pecado pasando por alto lo
que realmente se encuentra ahí. Eso no es perdón, ya que supondría que, al
reaccionar de una manera que no está justificada, tu perdón se ha convertido en
la respuesta al ataque que se ha perpetrado. Y así, el perdón no habría sido
apropiado, al haberse concedido donde no era debido.
2. El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. No
perdonas lo imperdonable ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. La
salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural
que no concuerda con lo que es real. En lugar de ello, la salvación solo te
pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no
ha ocurrido. Si el perdón no estuviera justificado, se te estaría pidiendo que
sacrificaras tus derechos cuando devuelves perdón por ataque. Mas se te pide
simplemente que consideres el perdón como la respuesta natural ante cualquier
aflicción basada en un error que, por ende, no es más que una petición de
ayuda. El perdón es la única respuesta cuerda, pues impide que tus derechos
sean sacrificados.
3. Este entendimiento es el único cambio que le permite al mundo real
alzarse para ocupar el lugar de los sueños de terror. El miedo no puede surgir
a menos que se justifique el ataque; y si éste tuviera una base real, el perdón
no tendría base alguna. El mundo real se alcanza cuando percibes que aquello en
lo que el perdón se basa es completamente real y está plenamente justificado. Mientras
creas que el perdón es un regalo inmerecido, no podrás sino reforzar la culpa
que quieres “perdonar”. El perdón que no está justificado es un ataque. Y eso
es todo lo que el mundo puede jamás ofrecer. Puede que algunas veces perdone a
los “pecadores”, pero sigue siendo consciente de que han pecado. De modo que no
se merecen el perdón que les concede.
4. Éste es el falso perdón del que el mundo se vale para mantener viva
la sensación de pecado. Y puesto que se considera que Dios es justo, parece
imposible que Su perdón pueda ser verdadero. De este modo, el temor a Dios es
el resultado inevitable de considerar que el perdón es algo inmerecido. Nadie
que se considere a sí mismo culpable puede evitar sentir temor a Dios. Pero se
salva de este dilema si perdona. 6 La mente tiene que considerar al Creador tal
como se considera a sí misma. Si puedes ver que tu hermano es digno de perdón,
es que has aprendido que tú tienes el mismo derecho a ser perdonado que él. Y
no pensarías que Dios tiene destinado para ti un juicio temible que tu hermano
no se merece. Pues la verdad es que tú no mereces ni más ni menos que él.
5. Todo perdón que se considera merecido sana, pues le otorga al
milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. Así es como aprendes que
tú también tienes que haber sido perdonado. No hay ninguna apariencia que no
pueda pasarse por alto. Pues si la hubiera, sería necesario que primero hubiese
algún pecado que estuviera más allá del alcance del perdón. Tendría que haber
algún error que fuera más que una simple equivocación, un tipo especial de
error que fuese inmutable y eterno, y que estuviera más allá de cualquier
posibilidad de corrección o escape. Tendría que haber un error capaz de
des-hacer la Creación y de construir un mundo que pudiera reemplazarla y destruir
la Voluntad de Dios. Solo si esto fuera posible podría haber algunas
apariencias capaces de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él.
6. No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría,
que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de desdicha que el
perdón no puede sanar. Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos
y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. Y así,
piensas que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en
absoluto. No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija
según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que
otras. Pues eso siempre significa que crees que el perdón tiene límites. Y te
habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes liberarte
de la culpa solo en parte. ¿Qué otra cosa puede significar esto sino que el
perdón que te concedes a ti mismo así como a todos los que parecen estar
separados de ti es falso?
7. Tiene que ser verdad que o bien el milagro cura toda clase de enfermedad
o bien no cura en absoluto. Su propósito no puede ser juzgar qué formas son
reales y qué apariencias verdaderas. Si se tuviera que excluir una sola
apariencia de la curación, habría una ilusión que formaría parte de la verdad. Y
no podrías escapar totalmente de la culpa, sino solo en parte. Tienes que
perdonar al Hijo de Dios completamente, pues, de lo contrario, conservarás una
imagen de ti mismo fragmentada y seguirás temiendo mirar en tu interior y
encontrar allí tu liberación de todos los ídolos. La salvación descansa en la
fe de que es imposible que haya algunas clases de culpa que tú no puedas
perdonar. Por lo tanto, no hay ninguna apariencia que hubiese podido ocupar el
lugar de la verdad con respecto al Hijo de Dios.
8. Contempla a tu hermano con el
deseo de verlo tal como es. Y no excluyas ninguna parte de él de tu deseo de
que se cure. 3 Curar es hacer íntegro. Y a lo que es íntegro no le pueden
faltar partes que se hayan dejado fuera. El perdón consiste en reconocer esto y
en alegrarnos de que no haya ninguna forma de enfermedad que el milagro no
tenga el poder de curar.
9. El Hijo de Dios es perfecto, ya que de otro modo no podría ser el
Hijo de Dios. Y no lo podrás conocer mientras creas que no merece librarse de
todas las consecuencias y manifestaciones de la culpa. De la única forma que
debes pensar acerca de él si quieres conocer la verdad acerca de ti mismo es
así: Te doy gracias, Padre, por Tu perfecto Hijo, pues en su gloria veré la mía
propia. He aquí la jubilosa afirmación de que no hay ninguna forma de mal que
pueda prevalecer sobre la Voluntad de Dios; el feliz reconocimiento de que la
culpa no ha triunfado porque tú hayas deseado que las ilusiones fuesen reales. ¿Y
qué es esto sino una simple afirmación de la verdad?
10. Contempla a tu hermano con esta esperanza en ti y comprenderás que
él no pudo haber cometido un error que hubiese podido cambiar la verdad acerca
de él. No es difícil pasar por alto errores a los que no se les ha atribuido
efectos. Mas no perdonarás aquello que consideres que tiene el poder de hacer
del Hijo de Dios un ídolo. Pues en ese caso él se habrá convertido para ti en
una imagen sepulcral y en un signo de muerte. ¿Podría ser eso tu salvador? 6
¿Podría acaso el Padre estar equivocado con respecto a Su Hijo? ¿No será más
bien que te has engañado a ti mismo con respecto a aquel que se te dio para que
lo curases a fin de que tú te pudieras salvar y liberar?
VII. La nueva
interpretación
1. ¿Cómo iba a haber dejado Dios que el significado del mundo estuviera
sujeto a tu interpretación? Si hubiera hecho eso, el mundo no tendría
significado. Pues es imposible que el significado de algo cambie constantemente
y que, aun así, sea verdad. El Espíritu Santo ve en el mundo un solo propósito,
el cual es eternamente inmutable. Ninguna situación puede alterar este objetivo,
sino que tiene que estar de acuerdo con él. Pues solo si el objetivo del mundo
pudiera cambiar con cada situación, podría cada una de ellas estar sujeta a
diferentes interpretaciones cada vez que se pensase en ella. Añades nuevos
elementos al guion que escribes para cada minuto del día, y así, todo lo que
sucede ahora tiene otro significado. Elimina algún elemento y el significado
cambiará consecuentemente.
2. ¿Qué reflejan tus guiones sino tus planes acerca de cómo debería
transcurrir el día? Y así, determinas lo que es un desastre o un triunfo, un
avance o un retroceso, una ganancia o una pérdida. Estos juicios se hacen en
conformidad con los papeles que el guión asigna. El hecho de que de por sí no
significan nada queda demostrado por la facilidad con que estas designaciones
cambian a la luz de otros juicios que se hacen acerca de diferentes aspectos de
la experiencia. Y luego, visto en retrospectiva, crees ver otro significado en
conexión con lo que ocurrió previamente. ¿Qué has hecho realmente sino
demostrar que nada de ello tenía significado alguno? Mas tú le atribuías
significado a la luz de objetivos cambiantes, que alteraban el significado a
medida que cambiaban.
3. Solamente un propósito firme puede otorgarle a cualquier acontecimiento
un significado estable. Pero tiene que otorgarles a todos el mismo significado.
Si a cada acontecimiento se le otorga un significado diferente, quiere decir
que cada uno de ellos tiene un propósito diferente. Y ése sería todo el
significado que tendrían. ¿Qué clase de significado sería ése? ¿Cómo puede ser
que el significado de “significado” sea confusión? La percepción no puede estar
fluctuando constantemente y al mismo tiempo tener un significado estable en
alguna parte. El miedo es un juicio que nunca está justificado. Su presencia no
significa nada, excepto que sirve para mostrarte que escribiste un guion
tenebroso y que, como resultado, tienes miedo. Pero no porque eso que temes
tenga de por sí un significado temible.
4. Abrigar un propósito común es el único medio por el que la
percepción puede estabilizarse y por el que se le puede dar una sola
interpretación al mundo y a todas las experiencias que se tienen en él. En ese
propósito común, todo el mundo y todas las cosas que ves comparten el mismo
juicio. Ahora no tienes por qué juzgar, pues has aprendido que a todo se le ha
dado el mismo significado y te alegras de poder verlo por todas partes. Dicho
significado no puede cambiar porque tu deseo es percibirlo en todas partes,
inalterado por las circunstancias. Por lo tanto, se lo otorgas a todos los
acontecimientos y dejas que ellos te ofrezcan estabilidad a ti.
5. Librarte de juzgar radica simplemente en esto: todas las cosas tienen
el mismo propósito, el cual tú compartes con todo el mundo. Y no hay nada en el
mundo que pueda oponerse a ese propósito, pues es el propósito de todas las
cosas y también el tuyo. Tener un mismo propósito pone fin a todas las ideas de
sacrificio, las cuales no pueden sino atribuir un propósito para el que gana y
otro para el que pierde. Sin esta idea no podría haber pensamientos de sacrificio.
Y es esta idea de que puede haber diferentes objetivos lo que hace que la
percepción oscile y el significado cambie. Con un objetivo unificado esto se
vuelve imposible, pues tu conformidad hace que la interpretación sea estable y
duradera.
6. ¿Cómo se iba a poder entablar comunicación mientras los símbolos
que se usan tengan diferentes significados? El objetivo del Espíritu Santo
ofrece una sola interpretación, la cual tiene significado para ti y para tu
hermano. Y así, te puedes comunicar con él y él contigo. Cuando se usan
símbolos que ambos puedan comprender se deja de sacrificar el significado. Todo
sacrificio supone la pérdida de tu capacidad de ver la conexión que hay entre
todos los acontecimientos. Pues si se observan por separado no tienen ningún
significado, ya que les falta la luz bajo la cual se pueden ver y comprender. Y
así, carecen de propósito y no se puede
entender cuál es su finalidad. Ningún pensamiento de pérdida significa nada, pues
nadie está de acuerdo contigo con respecto a su significado. Es parte de un
guion disparatado que no puede ser interpretado de manera que tenga sentido.
Siempre será ininteligible. Esto no es comunicación. Tus sombríos sueños no son
más que los absurdos guiones que escribes por tu cuenta mientras duermes. No
trates de encontrar significado en sueños de separación. Solo los sueños de
perdón se pueden compartir, pues significan lo mismo para ti que para tu
hermano.
7. No hagas interpretaciones desde una perspectiva de soledad, pues lo
que veas no tendrá ningún significado y lo que representa cambiará. Y creerás
que el mundo es un lugar incierto, por el que caminas en peligro, lleno de
incertidumbre. Son únicamente tus interpretaciones las que carecen de
estabilidad, pues no están en armonía con lo que realmente eres. Es éste un
estado tan peligroso en apariencia, que es imposible que no surja el temor. Hermano
mío, no sigas por ese camino. Tenemos un solo Intérprete. Y a través del uso
que Él hace de los símbolos nos unimos y, de esta forma, todos ellos tienen el
mismo significado para todos nosotros. Nuestro idioma común nos permite hablar
con todos nuestros hermanos y entender con ellos que el perdón se nos ha
otorgado a todos y, por ende, podemos comunicarnos otra vez.
VIII. La realidad
inmutable
1. Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. La realidad, en
cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no puedes ver más allá de
las apariencias, te estás dejando engañar. Pues todo lo que ves cambiará; sin
embargo, antes pensabas que era real y ahora crees que es real nuevamente. De
este modo, la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de
cambiar. La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea
real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá
de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar.
2. El milagro es un medio para demostrar que todas las apariencias
pueden cambiar precisamente porque son apariencias y porque carecen del
atributo de inmutabilidad que la realidad entraña. El milagro da fe de que te
puedes salvar de las apariencias al demostrar que éstas pueden cambiar. En tu
hermano reside una inmutabilidad que está más allá de cualquier apariencia o
engaño. Mas se ve nublada por tus cambiantes ideas acerca de él, que tú
percibes como su realidad. Lo que constituiría un sueño feliz con respecto a él
adopta la forma de una apariencia en la que goza de perfecta salud, se
encuentra completamente inmune a cualquier clase de carencia y está
perfectamente a salvo de cualquier clase de desastre. El milagro es la prueba
de que no está limitado por ninguna clase de pérdida o sufrimiento, ya que todo
ello puede cambiar tan fácilmente. Esto demuestra que nunca fueron reales y que
no pudieron haber surgido de su realidad. Pues ésta es inmutable y no hay nada
en el Cielo o en la tierra que pueda jamás alterar sus efectos. Es evidente, en
cambio, que las apariencias son irreales precisamente porque pueden cambiar.
3. ¿Qué es la tentación sino el deseo de hacer que las ilusiones sean
reales? No parece ser el deseo de hacer que lo que es real no lo sea. Sin
embargo, es la afirmación de que algunas clases de ídolos ejercen una poderosa
atracción que los hace más difíciles de resistir que aquellos que tú preferirías
que no fueran reales. Toda tentación, por lo tanto, no es más que esto: una
plegaria para que el milagro no ejerza influencia sobre algunos sueños, y para
que, en vez de ello, mantenga su irrealidad oculta y les otorgue realidad. El
Cielo no responde a tal oración ni tampoco se te puede conceder un milagro para
sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides
se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Solo tú te has
limitado a ti mismo.
4. La realidad es inmutable. Los milagros no hacen sino demostrar que
lo que tú has interpuesto entre la realidad y tu conciencia es ilusorio y que no
es en modo alguno una interferencia. El costo de la creencia de que algunas
apariencias están más allá de cualquier esperanza de cambio es que el milagro
no se obra a través de ti de manera consistente. Pues has pedido que no tenga
el poder de sanar todos los sueños. No hay milagro que no se te pueda conceder
si realmente deseas la curación. Pero no se te puede conceder ninguno a menos
que la desees. Elige lo que quieres sanar, y a Aquel que otorga todos los
milagros se le niega la libertad de concederle Sus dones al Hijo de Dios.
Cuando el Hijo de Dios cae en la tentación, niega la realidad. Y de este modo,
se convierte voluntariamente en esclavo de lo que eligió a cambio.
5. Precisamente porque la realidad es inmutable, existe en ella un
milagro que sana todas las cosas cambiantes y te las ofrece para que las veas
de una forma que te brinda felicidad y que está libre de temor. Se te concederá
poder ver a tu hermano de esta forma. Pero no mientras quieras que sea de otra
manera con respecto a ciertas cosas. Pues eso solo significaría que no lo quieres
ver curado e íntegro. El Cristo en él es perfecto. ¿Es esto lo que quieres
contemplar? No dejes entonces que haya sueños acerca de él que tú prefieras ver
en lugar del Cristo en él. Y verás al Cristo en él porque permitiste que Él viniera
a ti. Y cuando se te haya aparecido, tendrás la certeza de que eres como Él,
pues Él es lo inmutable en tu hermano y en ti.
6. Eso es lo que contemplarás cuando decidas que no hay ninguna
apariencia que prefieras conservar en lugar de lo que tu hermano realmente es. No
dejes que la tentación de preferir un sueño permita que la incertidumbre se
presente ahí. No te sientas culpable y temeroso cuando un sueño acerca de lo
que él es te tiente. Pero no le
atribuyas a ese sueño el poder de reemplazar lo inmutable en tu hermano en la
percepción que tienes de él. No hay falsa apariencia que no desaparezca, si en
lugar de ella pides un milagro. No hay dolor del que él no se pueda liberar, solo
con que desees que él sea lo que no puede sino ser. ¿Por qué habrías de temer
ver a Cristo en él? Pues en todo lo que ves no haces sino contemplarte a ti
mismo. Y conforme él sana, tú te liberas de la culpa, pues lo que él aparenta
ser es la imagen que tienes de ti mismo.
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