Capítulo 16
EL PERDÓN DE LAS
ILUSIONES
I. La verdadera
empatía
1. Sentir empatía no significa que debas unirte al sufrimiento, pues
el sufrimiento es precisamente lo que debes negarte a comprender. Unirse al
sufrimiento de otro es la interpretación que el ego hace de la empatía, de la
cual siempre se vale para entablar relaciones especiales en las que el
sufrimiento se comparte. La capacidad de sentir empatía le es muy útil al
Espíritu Santo, siempre que permitas que la use a Su manera. La manera en que
Él la usa es muy diferente. Él no
comprende el sufrimiento, y Su deseo es que enseñes que no es comprensible.
Cuando se relaciona a través de ti, Él no se relaciona con otro ego a través
del tuyo. No se une en el dolor, pues comprende que curar el dolor no se logra
con intentos ilusorios de unirte a él y de aliviarlo compartiendo el desvarío.
2. La prueba más clara de que la empatía, tal como el ego la usa, es
destructiva, reside en el hecho de que solo se aplica a un determinado tipo de
problemas y a ciertos individuos. Él mismo los selecciona y se une a ellos.
Pero nunca se une a nada, excepto para fortalecerse a sí mismo. Al haberse
identificado con lo que cree entender, el ego se ve a sí mismo y procura
expandirse compartiendo lo que es como él. No dejes que esta maniobra te engañe. El ego siempre utiliza la empatía para debilitar,
y debilitar es atacar. Tú no sabes lo que es la empatía. Pero de esto puedes estar seguro: solo con que
te sentases calmadamente y permitieras que el Espíritu Santo se relacionase a
través de ti, sentirías empatía por la fortaleza y, de este modo, tu fortaleza
aumentaría, no tu debilidad.
3. Tu papel consiste únicamente en recordar esto: no quieres que nada
que tú consideres valioso sea lo que tiene lugar en una relación. No decides
hacer nada a tu manera para deteriorarla o para crear armonía en ella. No sabes lo que es curar. Todo lo que has
aprendido acerca de la empatía procede del pasado. Y no hay nada del pasado que desees compartir,
pues no hay nada del pasado que desees conservar. No te valgas de la empatía para otorgarle
realidad al pasado y así perpetuarlo. Hazte a un lado tranquilamente y deja que la
curación se lleve a cabo por ti. Mantén un solo pensamiento en la mente y no lo
pierdas de vista, por muy grande que sea la tentación de juzgar cualquier
situación y de determinar tu reacción basándote en los juicios que has hecho de
la misma. Concentra tu mente solo en
esto: No estoy solo, y no quiero imponer el pasado a mi Invitado. Lo invité y Él está aquí. No tengo que hacer
nada, excepto no interferir.
4. La verdadera empatía procede de Aquel que sabe lo que es. Tú
aprenderás a hacer la misma interpretación que Él hace de ella si le permites
que se valga de tu capacidad para ser fuerte y no débil. Él no te abandonará, pero asegúrate de que tú
no lo abandonas a Él. La humildad es
fuerza solo en este sentido: reconocer y aceptar el hecho de que no sabes es
reconocer y aceptar el hecho de que Él sí sabe. No estás seguro de que Él desempeñará Su
función porque tú nunca has desempeñado la tuya completamente. Es imposible que sepas cómo responder a lo que
no comprendes. No caigas en esta
tentación ni sucumbas al uso triunfante que el ego hace de la empatía para su
propia vanagloria.
5. El triunfo de la debilidad no es lo que deseas ofrecerle a un
hermano. Sin embargo, no reconoces otro
triunfo que ése. Eso no es conocimiento,
y la forma de empatía que suscitaría es tan distorsionada, que no haría sino
aprisionar lo que quiere liberar. Los que no han sido redimidos no pueden
redimir, sin embargo, tienen un Redentor.
No trates de ser Su maestro. Tú
eres el estudiante; Él, el Maestro. No confundas tu papel con el Suyo, pues eso nunca
le brindará paz a nadie. Ofrécele tu
capacidad de sentir empatía, pues lo que deseas compartir es Su percepción y Su
fortaleza. Y permite que Él te ofrezca
Su fortaleza y Su percepción para que puedan ser compartidas a través de ti.
6. El significado del amor se pierde en cualquier relación que vaya en
busca de debilidad y espere encontrar amor en ella. El poder del amor, que es su significado,
radica en la Fortaleza de Dios que la arropa y la bendice silenciosamente al
envolverla en sus alas sanadoras. No
intervengas en esto ni trates de reemplazarlo con un “milagro” tuyo. He dicho que si un hermano te pide que hagas
algo que a ti te parece absurdo, que lo hagas. Pero ten por seguro que esto no significa que
tengas que hacer algo que pudiera ocasionarte daño a ti o a él, pues lo que le
hace daño a uno, le hará daño al otro. Las peticiones absurdas son absurdas
sencillamente porque son conflictivas, ya que siempre contienen ciertos elementos
del deseo de ser especial. Solo el Espíritu Santo reconoce las necesidades
absurdas así como las reales. Y Él te
enseñará cómo satisfacer las dos sin que ninguna quede excluida.
7. Tú intentarás hacer esto únicamente en secreto. Y pensarás que al satisfacer las necesidades
de uno el otro no se ve afectado porque los mantienes separados y ocultos el
uno del otro. No es ése el camino que
debes seguir, pues no conduce ni a la verdad ni a la vida. Ninguna necesidad
quedará insatisfecha por mucho tiempo si la pones en manos de Aquel Cuya
función es satisfacerla. Ésa es Su
función, no la tuya. Él no satisfará
ninguna necesidad en secreto, pues quiere compartir todo lo que des a través de
Él. Por eso es por lo que lo da. Lo que tú das a través de Él es para toda la
Filiación, no solo para una parte de ella. Deja Su función en Sus manos, pues Él la
llevará a cabo solo con que lo invites a formar parte de tus relaciones y a
bendecirlas por ti.
II. El poder de la
santidad
1. Puede que aún pienses que no es posible entender lo que es la
santidad porque no puedes ver cómo se puede extender de manera que incluya a
todo el mundo. Y se te ha dicho que para
que sea santa tiene que incluir a todo el mundo. La extensión de la santidad no es algo que te
deba preocupar, pues no comprendes la naturaleza de los milagros. Tampoco eres tú el que los obra. Esto lo demuestra el hecho de que los milagros
se extienden más allá de los límites que tú percibes. ¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender
el milagro a toda la Filiación cuando no entiendes lo que es el milagro? Un atributo no es más difícil de entender que
el todo del que forma parte. Si los
milagros existen, sus atributos tienen que ser milagrosos al ser parte de
ellos.
2. Existe una tendencia a fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad
de una pequeña porción del todo. Eso no es más que un intento de evitar el todo
o de no querer contemplarlo, concentrándote en lo que crees que te sería más
fácil entender, lo cual no es sino otra
manera en la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. Otra manera de considerar los milagros—que es
mucho mejor y más útil—es ésta: los milagros son algo que no entiendes ni total
ni parcialmente. Pero se han manifestado
a través de ti. Por lo tanto, tu entendimiento
no es necesario. Mas sigue siendo imposible
llevar a cabo lo que no entiendes. Así
que debe haber Algo en ti que sí entiende.
3. Es imposible que los milagros te parezcan naturales porque lo que
has hecho para hacerle daño a tu mente la ha vuelto tan antinatural, que no recuerda
lo que le es natural. Y cuando se te
dice lo que es natural, no puedes comprenderlo. El reconocimiento de que la parte es igual al
todo y de que el todo está en cada parte es perfectamente natural, pues así es
como Dios piensa, y lo que es natural para Él es natural para ti. Una
percepción completamente natural te mostraría de inmediato que es imposible que
haya grados de dificultad en los milagros, pues ello estaría en contradicción
con su significado. Y si pudieras comprender su significado, sus atributos no
podrían causarte perplejidad.
4. Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado
solo. Cada vez que te extendiste hasta otra mente y te uniste a ella tuviste
éxito. Cuando dos mentes se unen y comparten una idea por igual, se establece
el primer eslabón de la conciencia de que la Filiación es una. Cuando estableces esta unión tal como el
Espíritu Santo te pide y se la ofreces a Él para que se valga de ella como crea
conveniente, la percepción que naturalmente Él tiene de dicho regalo le permite
comprenderla, y a ti, usar Su comprensión en beneficio propio. Es imposible convencerte de la realidad de lo
que sin duda se ha logrado por el simple hecho de haber estado tú dispuesto a
ello, mientras creas que a menos que tú lo entiendas no es real.
5. ¿Cómo puedes tener fe en la realidad mientras sigas empeñado en
querer hacerla irreal? ¿Crees realmente que te encuentras más a salvo afirmando
que las ilusiones son reales que aceptando jubilosamente la verdad tal como es
y dando gracias por ella? Honra la verdad que se te ha dado y regocíjate de que
no la comprendas. Los milagros son algo
natural para Aquel que habla por Dios, pues Su tarea es traducir el milagro al
conocimiento que representa, que para ti se encuentra oculto. Permite que el
entendimiento que Él tiene de los milagros te baste, y no les vuelvas la
espalda a los testigos que Él te ha dado, quienes dan fe de su realidad.
6. No hay prueba que pueda convencerte de la verdad de lo que no
deseas. No obstante, tu relación con Él
es real. No veas esto con miedo, sino
con regocijo. Aquel que invocaste está
contigo. Dale la bienvenida y honra a los testigos que te traen las buenas
nuevas de Su llegada. Es cierto, tal
como temes, que reconocerlo a Él supone la negación de todo lo que crees saber.
Pero lo que crees saber nunca fue verdad. ¿De qué te sirve aferrarte a ello y negar las pruebas
en favor de la verdad? Pues estás
demasiado cerca de la verdad como para poder renunciar a ella ahora, y no
podrás sino ceder ante su irresistible atracción. Puedes demorar esto ahora,
pero solo por un tiempo. El Anfitrión de Dios te ha llamado y tú le has oído.
Nunca jamás volverás a estar completamente dispuesto a no escuchar.
7. Éste es un año de júbilo, en el que escucharás cada vez más y en el
que la paz aumentará en igual medida. Tanto el poder de la santidad como la
debilidad del ataque se están llevando a tu conciencia. Y esto se ha logrado en
una mente que está firmemente convencida de que la santidad es debilidad y el
ataque poder. ¿No es este milagro prueba suficiente de que tu Maestro no
procede de ti? Pero recuerda también que cada vez que escuchaste Su
interpretación los resultados te produjeron júbilo. ¿Preferirías acaso los resultados de tu
interpretación, teniendo en cuenta honestamente cuáles han sido dichos resultados?
Dios dispone para ti algo mejor. ¿No
podrías contemplar con más caridad a quien Dios ama con perfecto amor?
8. No hagas interpretaciones que se opongan al Amor de Dios, pues
tienes muchos testigos que hablan de él tan claramente, que solo los ciegos y
los sordos podrían no verlos ni oírlos. Proponte este año a no negar lo que Dios te ha
dado. Despierta y compártelo, pues ésa
es la única razón por la que Él te ha llamado. Su Voz ha hablado claramente, pero tienes muy
poca fe en lo que oíste debido a que has preferido tener más fe en el desastre
que has ocasionado. Resolvamos hoy
juntos aceptar las buenas nuevas de que ese desastre no es real y de que la
realidad no es un desastre. La realidad
es algo seguro, está a salvo y es completamente bondadosa con todo el mundo y
con todas las cosas. No hay amor más
grande que aceptar esto y alegrarse. Pues el amor solo pide que seas feliz, y
te dará todo lo que contribuya a tu felicidad.
9. El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún
problema que hayas puesto en Sus manos ni jamás dejará de hacerlo. Cada vez que has tratado de resolver algo por
tu cuenta, has fracasado. ¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y
te des cuenta de lo que significan? Éste
es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que
deben ponerse en práctica y no dejarse en desuso. Ya te han dado suficientes pruebas de su poder
como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. Dedica este año a la verdad y déjala obrar en
paz. Ten fe en Aquel que tiene fe en ti.
Piensa en lo que realmente has visto y
oído, y acéptalo. ¿Cómo puedes estar
solo con semejantes testigos?
III. Las recompensas
que se derivan de enseñar
1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y que enseña
continuamente. Es posible que hayas
enseñado bien, pero que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te
produce enseñar. Si examinases lo que has enseñado y cuán ajeno es a lo que
creías saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que
proceder de más allá de tu sistema de pensamiento. Por lo tanto, Él pudo verlo
objetivamente y percibir que no era cierto. Tuvo que haber hecho esto basándose en un
sistema de pensamiento muy diferente, que no tiene nada en común con el tuyo. Pues
ciertamente lo que Él ha enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no
tiene nada en común con lo que tú enseñabas antes de que Él llegase. Y como
resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el
sufrimiento ha desaparecido para ser reemplazado por la alegría.
2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad, pero no has
aprendido a ser libre. Anteriormente dije: “Por sus frutos los conoceréis y ellos
se conocerán a sí mismos”. Pues es indudable que te juzgas a ti mismo de
acuerdo con lo que enseñas. Las enseñanzas del ego producen resultados
inmediatos porque aceptas sus decisiones inmediatamente como tu elección. Y esa
aceptación significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. Causa y efecto están claramente definidos en
el sistema de pensamiento del ego, pues todo tu aprendizaje ha estado encauzado
a establecer la relación que hay entre ellos. ¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan
diligentemente te enseñaste a creer? Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has
ejercido al elegir sus testigos y cuánto al evitar a los que hablan en favor de
la causa de la verdad y de sus efectos.
3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas aprendido lo que has
enseñado que no percibes a la Filiación como una? ¿Y no te demuestra también que no te
consideras a ti mismo uno? Pues es
imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente
imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. Nunca habrías podido enseñar lo que es la
libertad a no ser que creyeses en ella. Lo que enseñaste, pues, tuvo que haber
procedido de ti. Sin embargo, es
evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces a pesar de que
está activo. Lo que está activo tiene
que estar presente. Y solo si niegas Sus
obras podrías negar Su presencia.
4. El propósito de este curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. Has enseñado lo que eres, pero no has
permitido que lo que eres te enseñe a ti. Has tenido sumo cuidado en evitar lo obvio y
en no ver la verdadera relación que existe entre causa y efecto, la cual es
perfectamente evidente. Dentro de ti, no obstante, se encuentra todo lo que has
enseñado. ¿Qué parte de ti puede ser la
que no lo ha aprendido? Tiene que ser esa parte que realmente es externa a ti,
no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. Y es esa parte
que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. Lo que aceptas en tu mente no puede realmente
cambiarla. Las ilusiones no son sino
creencias en algo que no existe. Y el aparente conflicto entre la verdad y la
ilusión solo puede ser resuelto separándote de la ilusión, no de la verdad.
5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el Espíritu Santo es
parte de ti. Al haber sido creado por
Dios, Él no ha abandonado a Dios ni a Su Creación. Él es a la vez Dios y tú, del mismo modo en que
tú eres a la vez Dios y Él. Pues la
Respuesta de Dios a la separación te aportó más de lo que tú quisiste
arrebatar. Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones manteniendo unido a ti
lo que tú quisiste excluir. Y tus
creaciones ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. Tus creaciones son muy reales, pues forman
parte del Ser que desconoces. Se
comunican contigo a través del Espíritu Santo, y para que aprendas a enseñar lo
que eres, gustosamente te ofrecen su poder y gratitud por su creación a ti que
eres su hogar. Tú que eres anfitrión de
Dios lo eres también de ellas. Pues nada
real ha abandonado jamás la mente de su creador. Y lo que no es real nunca
estuvo en ella.
6. Tú no eres dos seres en conflicto. ¿Qué puede haber más allá de Dios? Si tú, que
lo contienes a Él y a quien Él contiene, eres el universo, todo lo demás tiene
que estar afuera, donde no existe nada. Has enseñado esto y, desde muy lejos en
el universo aunque no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se
han congregado para ayudarte a aprenderlo. Su gratitud se ha unido a la tuya y a la de
Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. Pues lo que enseñaste es verdad. Si eliges
estar solo, te excluyes a ti mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de
ella. Pero unido a ellos no puedes sino
aprender que solamente te enseñaste a ti mismo, y que aprendiste de la
convicción que compartiste con ellos.
7. Este año comenzarás a
aprender y a hacer que lo que aprendas sea comparable a lo que enseñas. Has elegido esto al estar dispuesto a enseñar.
Aunque enseñar parecía ocasionarte
dolor, dispondrás de la dicha que se deriva de ello. Pues esa dicha reside en el alumno, que se la
ofrece al maestro con gratitud y la comparte con él. A medida que sigas aprendiendo, tu gratitud
hacia tu Ser, que te enseña lo que Él es, aumentará y te ayudará a honrarlo. Y te darás cuenta de Su poder, de Su fuerza y
de Su pureza, y lo amarás como Su Padre lo ama. Su Reino no tiene límites ni fin, y no hay
nada en Él que no sea perfecto y eterno. Tú eres todo esto, y no hay nada
aparte de esto que pueda ser lo que tú eres.
8. Tu santísimo Ser es digno de toda alabanza por lo que eres y por lo
que es Aquel que te creó como eres. Tarde o temprano todo el mundo tiene que sellar
la brecha que se imagina existe entre sus dos seres. Cada cual construye un puente, a través del
cual salvará la brecha que le separa de su Ser, tan pronto como esté dispuesto
a hacer un ligero esfuerzo por construirlo. Sus parvos esfuerzos están
poderosamente respaldados por la fortaleza del Cielo y por la voluntad conjunta
de todos los que hacen que el Cielo sea lo que es, al estar unidos dentro de
él. Y así, todo aquel que está dispuesto
a cruzar es literalmente transportado hasta el otro lado.
9. Tu puente está mejor construido de lo que te imaginas, y tus pies
están firmemente asentados en él. No
dudes de que la atracción de los que están al otro lado esperándote no te vaya
a ayudar a cruzar sin contratiempos. Pues llegarás allí donde quieres estar y
donde te aguarda tu Ser.
IV. La ilusión de
amor en contraposición a la realidad del amor
1. No temas examinar la relación de odio especial, pues tu liberación
radica en que la examines. Sería
imposible no conocer el significado del amor si no fuera por eso. Pues la relación de amor especial, en la que
el significado del amor se halla oculto, se emprende solamente para
contrarrestar el odio, no para abandonarlo. Tu salvación se perfilará claramente ante tus
ojos abiertos a medida que examines esto.
No puedes limitar el odio. La relación de amor especial no lo
contrarrestará, sino que simplemente lo ocultará donde no puedas verlo. Mas es esencial que lo veas y que no trates de
ocultarlo, pues el intento de equilibrar el odio con el amor es lo que hace que
el amor no tenga ningún significado para ti. No te das cuenta de la magnitud de
la ruptura que esto representa. Mientras
no te des cuenta, no podrás reconocer la existencia de dicha ruptura y, por lo
tanto, no podrá ser subsanada.
2. Los símbolos del odio enfrentados a los del amor parecen dar lugar
a un conflicto que no existe. Pues los símbolos siempre representan algo
diferente de sí mismos, y si el amor lo es todo, la idea de un símbolo de amor
no tiene sentido. Saldrás ileso de este último acto del proceso de
des-hacimiento y emergerás finalmente como lo que eres. Éste es el último paso
en el proceso de estar listo para Dios. No te muestres renuente ahora, pues
estás demasiado cerca, y cruzarás el puente sin ningún contratiempo, al ser
transportado serenamente de la guerra a la paz. La ilusión de amor jamás te
satisfará, pero la realidad del amor, que te espera al otro lado, te lo dará
todo.
3. La relación de amor especial es un intento de limitar los efectos
destructivos del odio, tratando de encontrar refugio en medio de la tormenta de
culpabilidad. Dicha relación no hace ningún esfuerzo por elevarse por encima de
la tormenta hasta encontrar la luz del sol. Por el contrario, hace hincapié en la culpa
que se encuentra fuera del refugio, intentando construir barricadas contra ella
a fin de mantenerte a salvo. La relación
de amor especial no se percibe como algo con valor intrínseco, sino como un
enclave de seguridad desde donde es posible separarse del odio y mantenerlo
alejado. La otra persona envuelta en
esta relación de amor especial es aceptable siempre y cuando se ajuste a ese
propósito. El odio puede hacer acto de
presencia, y de hecho se le da la bienvenida en ciertos aspectos de la
relación, pero la relación se mantiene viva gracias a la ilusión de amor. Si ésta desaparece, la relación se rompe o se
vuelve insatisfactoria debido a la desilusión.
4. El amor no es una ilusión.
Es un hecho. Si ha habido
desilusión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, pues el odio es una
ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor. No cabe duda de que los que eligen a algunas
personas como pareja en cualquier aspecto de la vida y se valen de ellas para
cualquier propósito que no desean compartir con nadie más, están tratando de
vivir con culpa en vez de morir de ella. Éstas son las únicas alternativas que ven.
Para ellos el amor es solo un escape de la muerte. Lo buscan desesperadamente, pero no en la paz
en la que él gustosamente vendría hasta ellos quedamente. Y cuando descubren que el miedo a la muerte se
cierne todavía sobre ellos, la ilusión de que la relación de amor especial es
lo que no es, se desvanece. Cuando se
desmantelan las barricadas contra el miedo, éste se abalanza adentro y el odio
triunfa.
5. No hay tal cosa como triunfos de amor. Solo el odio está interesado en el “triunfo
del amor”. La ilusión de amor puede
triunfar sobre la ilusión de odio, pero siempre a costa de convertir a las dos
en ilusiones. Mientras perdure la ilusión de odio, el amor será una ilusión
para ti. Por lo tanto, la única elección
que te queda entonces es cuál de las dos ilusiones prefieres. En la elección entre la verdad y la ilusión no
hay conflicto. Si se vieran desde este
punto de vista, nadie tendría dudas acerca de cuál elegir. Mas el conflicto se manifiesta en el instante
en que la elección parece ser entre ilusiones, si bien esta elección es
intranscendente. Cuando una alternativa
es tan peligrosa como la otra, la decisión tiene que ser una de desesperación.
6. Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y
encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad,
pero sí es necesario que busques todo lo que es falso. Toda ilusión es una
ilusión de miedo, sea cual fuere la forma en que se manifieste. Y el intento de
escapar de una ilusión refugiándote en otra no puede sino fracasar. Si buscas
amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estás percibiendo odio dentro de ti
y de que ello te da miedo. Pero la paz nunca procederá de la ilusión de amor,
sino solo de la realidad de éste.
7. Reconoce lo que sigue, pues es verdad, y la verdad tiene que ser
reconocida para que se pueda distinguir de la ilusión: la relación de amor
especial es un intento de llevar amor a la separación. Y como tal, no es más que un intento de llevar
amor al miedo y de hacer que sea real en él. La relación de amor especial, que viola
totalmente la única condición del amor, quiere realizar lo imposible. ¿Cómo iba a poder hacer eso salvo en
ilusiones? Es esencial que examinemos muy de cerca qué es exactamente lo que
crees que puedes hacer para resolver un dilema que te parece muy real, pero que
en realidad no existe. Ya estás muy cerca de la verdad, y esto es lo único que
se interpone entre ti y el puente que te conduce hasta ella.
8. El Cielo aguarda silenciosamente, y tus creaciones extienden sus
manos para ayudarte a cruzar y para que les des la bienvenida, pues son ellas
lo que andas buscando. Lo único que
buscas es tu compleción, y son ellas las que te completan. La relación de amor
especial no es más que un pobre substituto de lo que en verdad—y no en
ilusiones—te completa. La relación que
tienes con tus creaciones está libre de culpa, y esto te permite contemplar a
todos tus hermanos con gratitud, pues tus creaciones fueron creadas en unión
con ellos. La aceptación de tus creaciones es la aceptación de la Unicidad de
la Creación, sin la cual nunca podrías estar completo. Ninguna clase de especialismo te puede ofrecer lo que Dios ha dado y lo que
tú das junto con Él.
9. Al otro lado del puente se encuentra tu compleción, pues estarás
totalmente en Dios, sin querer nada en especial excepto ser exactamente como
Él, y mediante tu compleción le brindarás a Él la Suya. No tengas miedo de cruzar el puente y entrar a
la morada de la paz y de la perfecta santidad. Solo ahí está establecida para
siempre la Compleción de Dios y la de Su Hijo. No busques esto en el desolado
mundo de las ilusiones, donde nada es seguro y todo te deja insatisfecho. En el Nombre de Dios, estate completamente
dispuesto a abandonar todas las ilusiones. En cualquier relación en la que estés
totalmente dispuesto a aceptar la compleción y solo la compleción, ahí Dios se
completa y Su Hijo junto con Él.
10. El puente que conduce a la unión contigo mismo conduce
inevitablemente al Conocimiento, pues fue construido con Dios a tu lado, y te
conducirá directamente hasta Aquel en Quien reside tu compleción, la cual es
completamente compatible con la Suya. Cada ilusión que aceptas en tu mente
considerando que es alcanzable, invalida tu propia sensación de compleción y,
de esa forma, niega la Plenitud de tu Padre. Cada fantasía, ya sea de amor o de
odio, te priva del Conocimiento, pues las fantasías son el velo tras el cual la
verdad yace oculta. Lo único que necesitas para descorrer ese velo que tan
negro y tupido parece, es valorar la verdad por encima de cualquier fantasía y
no estar dispuesto en modo alguno a conformarte con ilusiones en lugar de la
verdad.
11. ¿No te gustaría poder pasar del miedo al amor? Pues tal parece ser
la travesía. El amor te llama, pero el
odio quiere retenerte. No escuches la llamada del odio ni veas ninguna
fantasía. Pues tu compleción radica en la verdad y solo en la verdad. En cada llamada del odio y en cada fantasía
que surge para demorarte, ve solo la petición de ayuda que se eleva
incesantemente desde ti a tu Creador. ¿Cómo no habría Él de responder si tu
compleción supone la Suya? Él te ama sin ilusión alguna, tal como tú no puedes
sino amar también. Pues el amor está
totalmente exento de ilusiones y, por lo tanto, libre de miedo. Aquel a quien
Dios recuerda, solo puede gozar de plenitud. Y Dios nunca se ha olvidado de lo
que le brinda plenitud. En tu compleción
reside la memoria de Su Plenitud así como Su Gratitud hacia ti por Su
Compleción. En Su vínculo contigo reside tanto Su incapacidad de olvidarse como
tu capacidad de recordar. En Él están unidos tanto el que estés dispuesto a
amar, así como todo el Amor de Dios, Quien nunca se olvidó de ti.
12. Del mismo modo en que tu Padre no puede olvidarse de la verdad que
mora en ti, tú tampoco puedes dejar de recordarla. El Espíritu Santo es el puente que conduce
hasta Él, el cual fue construido mediante tu voluntad de unirte a Él, y creado
por Su Júbilo en unión contigo. La
jornada que parecía interminable está llegando a su fin, pues lo que es
interminable está muy cerca. Ya casi lo has reconocido. Démosle ahora juntos la
espalda a todas las ilusiones sin vacilación alguna, y no permitas que nada
obstruya el camino que conduce a la verdad. Juntos haremos el último viaje inútil que nos
aleja de ella, y luego iremos juntos directamente a Dios en gozosa respuesta a
Su petición de que se Le complete.
13. Si las relaciones especiales, de la clase que sean, dificultan la
Compleción de Dios, ¿qué valor pueden tener para ti? Lo que supondría un impedimento para Dios tiene
que serlo para ti también. Solo en el
tiempo parece posible que algo pueda impedir la Compleción de Dios. El puente a través del cual Él quiere llevarte
en Sus Brazos, te lleva del tiempo a la eternidad. Despierta del tiempo, y sin miedo alguno
contesta la Llamada de Aquel que te hizo eterno cuando te creó. A este lado del puente que conduce hacia la
intemporalidad no entiendes nada. Pero conforme lo cruces con paso ligero,
sostenido por la intemporalidad, se te conducirá directamente al Corazón de
Dios. Y ahí y solo ahí, en el centro de
Su Corazón, estarás a salvo para siempre porque gozarás de compleción
eternamente. No hay velo que el Amor de
Dios en nosotros no pueda descorrer. El
camino a la verdad está despejado. Recórrelo conmigo.
V. La decisión de
alcanzar la compleción
1. Cuando se examina la relación especial es necesario, antes que
nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. Tanto la ansiedad como la
desesperación, la culpa y el ataque están presentes, intercalados con períodos
en que parecen haber desaparecido. Es esencial que todos estos estados se vean
tal como realmente son. Sea cual fuere
la forma en que se manifiesten, son siempre un ataque contra el ser para que el
otro se sienta culpable. He hablado de
esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está
intentando que aún no hemos examinado.
2. Dicho llanamente, el intento de culpabilizar va siempre dirigido
contra Dios, pues el ego quiere que
creas que Dios y solo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable
al ataque y sin ninguna protección contra él. La relación de amor especial es el arma
principal del ego para impedir que llegues al Cielo. No parece ser un arma, pero si examinases
cuánto la valoras y por qué, te darías cuenta de que lo es.
3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y
el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dispuestos a renunciar
a la culpabilidad. Aquí es donde más claramente se puede ver la “dinámica” del
ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se
centran sobre la relación de amor especial son con frecuencia muy evidentes. Normalmente se consideran aceptables e incluso
naturales. Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que
creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no
hacen nada por corregirlo. Esto es lo que es “normal” en la separación, y
aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son
normales. Pues este mundo es lo opuesto al Cielo al haber sido concebido para
ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo inverso a la verdad. En
el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo
mismo que la unión. Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor,
el amor se percibe como separación y exclusión.
4. En la relación especial—nacida del deseo oculto de que Dios nos ame
con un amor especial—es donde triunfa el odio del ego. Pues la relación especial es la renuncia al
Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser
especial que Él nos negó. Es esencial
para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el
infierno, sino el Cielo. Pues el ego
jamás querría que vieras que lo único que la separación conlleva son pérdidas,
al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.
5. Para todo el mundo el Cielo es la compleción. En esto no puede
haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. Están,
no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a
cómo se alcanza. El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer
lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. Para el ego, la compleción reside en el
triunfo y en la extensión de la “victoria” incluso hasta el triunfo definitivo
sobre Dios. El ego cree que con esto el
ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiera ser un
obstáculo para él. Ésa es su idea del
Cielo. Para el ego, pues, la unión—la
condición en la que él no puede interferir—tiene que ser el infierno.
6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego
para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro.
Tratar de encontrar lo que supuestamente
es lo “mejor” de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan fantasías
de ambos y a que sea imposible percibir a ninguno de ellos tal como realmente
es. La relación especial es el triunfo de esta confusión. Es un tipo de unión en que la unión está
excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. ¿Qué mejor
ejemplo que esto puede haber de la máxima del ego: “Busca, pero no halles?”
7. Lo más curioso de todo es el concepto del yo que el ego fomenta en
las relaciones especiales. Este “yo” busca relaciones para completarse a sí
mismo. Pero cuando encuentra la relación especial en la que piensa que puede
lograrlo, se entrega a sí mismo y trata de “intercambiarse” por el yo del otro.
Eso no es unión, pues con ello no hay
aumento ni extensión. Cada uno de ellos
trata de sacrificar el yo que no desea a cambio de uno que cree que prefiere. Y
se siente culpable por el “pecado” de apropiarse de algo y de no dar nada
valioso a cambio. ¿Qué valor le puede adjudicar a un yo del que quiere
deshacerse para obtener uno “mejor”?
8. Ese otro yo “mejor” que el ego busca es siempre uno que es más
especial. Y quienquiera que parezca poseer un yo especial es “amado” por lo que
se puede sacar de él. Cuando ambos miembros de la relación especial ven en el
otro ese yo especial, el ego ve “una unión bendecida en el Cielo”. Pues ni uno
ni otro reconocerá que ha pedido el infierno y, por ende, no interferirá en la
ilusión que el ego tiene del Cielo y que le ofrece para que suponga un
obstáculo para él. Pero si el contenido de todas las ilusiones es el miedo y solo
el miedo, la ilusión del Cielo no es más que una forma “atractiva” de miedo en
la que la culpa está profundamente soterrada y se manifiesta en forma de
“amor”.
9. El atractivo del infierno reside únicamente en la terrible
atracción de la culpabilidad, que el ego ofrece a los que depositan su fe en la
pequeñez. La convicción de pequeñez se encuentra en toda relación especial, ya
que solo los que se consideran a sí mismos necesitados podrían valorar el
especialismo. Exigir que se te considere
especial, y la creencia de que hacer que otro se sienta especial es un acto de
amor, hacen del amor algo odioso. El
verdadero propósito de la relación especial—en estricta conformidad con los
objetivos del ego—es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. Pues el
ego en sí es una ilusión, y solo las ilusiones pueden dar testimonio de su
“realidad”.
10. Si percibieras la relación especial como un triunfo sobre Dios,
¿la desearías? No pensemos en su naturaleza aterradora ni en la culpa que
necesariamente conlleva, ni tampoco en la tristeza o en la soledad. Pues esos
no son sino atributos de la doctrina de la separación y de todo el contexto en
que se cree que ésta tiene lugar. El
tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios
tiene que morir. Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial. Mediante la muerte de tu yo crees poder atacar
al yo de otro, arrebatárselo, y así reemplazar al yo que detestas. Y lo detestas porque piensas que no te ofrece
la clase de especialismo que tú exiges. Y al odiarlo lo conviertes en algo
ínfimo e indigno porque tienes miedo de él.
11. ¿Cómo podrías conferirle poder ilimitado a lo que crees haber
atacado? La verdad se ha vuelto tan temible para ti, que a menos que sea débil,
insignificante y no merecedora de que se le otorgue valor, no te atreverás a
mirarla de frente. Piensas que estás más
a salvo dotando al pequeño yo que inventaste con el poder que le arrebataste a
la verdad al vencerla y dejarla indefensa. Observa la precisión con que se ejecuta este
rito en la relación especial. Se erige
un altar entre dos personas separadas, en el que cada una intenta matar a su yo
e instaurar en su cuerpo otro yo que deriva su poder de la muerte del otro. Este rito se repite una y otra vez. Y nunca se
completa ni se completará jamás. El rito de compleción no puede completar nada,
pues la vida no procede de la muerte ni el Cielo del infierno.
12. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a buscar
amor en ritos, recuerda que el amor no es forma, sino contenido. La relación
especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que
ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. La forma no tiene ningún significado
ni jamás lo tendrá. La relación especial
debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de
la muerte de Dios y se transfiere a Su asesino como prueba de que la forma ha
triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado. ¿Desearías que eso fuese posible, aparte de
que es evidente que no lo es? De ser
posible, te habrías convertido a ti mismo en un ser indefenso. Dios no está enfadado. Simplemente no pudo permitir que eso
ocurriera. Y tú no puedes hacer que Él cambie
de parecer al respecto. Ningún rito que
hayas inventado en el que la danza de la muerte te deleita puede causar la
muerte de lo eterno, ni aquello que has
elegido para substituir la Plenitud de Dios puede ejercer influencia alguna
sobre ella.
13. No veas en la relación especial más que el intento absurdo de
querer anteponer otros dioses a Él y de, al adorarlos, encubrir su pequeñez y
la Grandeza de Dios. En nombre de tu propia
compleción no desees esto. Pues cualquier ídolo que antepongas a Él se antepone
a ti y usurpa el lugar de lo que verdaderamente eres.
14. La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son
temibles porque no son verdad. Te parecerán temibles en la medida en que no las
reconozcas como lo que son, y no las reconocerás como lo que son en la medida en
que desees que sean verdad. En esa misma
medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre
la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. Recuerda esto, y no te resultará difícil
percibir la elección exactamente como es y solo como es.
15. El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la
fantasía de que es posible destruir el significado del amor. Y a menos que se restaure en ti el significado
del amor, tú que compartes su significado no podrás conocerte a ti mismo. La separación no es más que la decisión de no
conocerte a ti mismo. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de
aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y
conducirte a las fantasías. Mas por cada
enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total
de todas sus consecuencias.
16. Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este curso y
seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. Pues en este
curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se
confunden en absoluto. ¡Qué simple se
vuelve esta elección cuando se percibe exactamente lo que es! Pues solo las fantasías hacen que elegir sea
confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.
17. Éste es, pues, el año en que debes llevar a cabo la elección más
fácil a la que te hayas enfrentado jamás, y también la única. Cruzarás el puente que conduce a la realidad
simplemente porque te darás cuenta de que Dios está al otro lado y de que aquí
no hay nada en absoluto. Cuando te das cuenta de esto, es imposible no tomar la
decisión que naturalmente nace de dicho entendimiento.
VI. El puente que
conduce al mundo real
1. Ir en busca de una relación
especial es señal de que te equiparas con el ego y no con Dios, pues la relación especial solo tiene valor
para el ego. Para él, a no ser que una
relación tenga valor especial, no tiene ningún significado, pues para el ego
todo amor es especial. Esto, sin
embargo, no puede ser natural, pues es diferente de la relación que Dios tiene
con Su Hijo, y toda relación que no sea como ésa es necesariamente antinatural.
Pues Dios creó el amor tal como Él quería que fuera, y lo dio tal como es. El amor no tiene ningún significado excepto el
que su Creador le otorgó mediante Su Voluntad. Es imposible definirlo de otra manera y
entenderlo.
2. El amor es libertad. Ir en
su busca encadenándote a ti mismo es separarte de él. ¡Por el Amor de Dios, no
sigas buscando la unión en la separación ni la libertad en el cautiverio! Según concedas libertad, serás liberado. No
te olvides de esto o, de lo contrario, el amor será incapaz de encontrarte y
ofrecerte consuelo.
3. Hay una manera en que el Espíritu Santo te pide que le prestes tu
ayuda si quieres disponer de la Suya. El
instante santo es el recurso más útil de que Él dispone para protegerte de la
atracción de la culpabilidad, que es el verdadero señuelo de la relación
especial. No te das cuenta de que ése es
el verdadero atractivo de la relación especial, debido a que el ego te ha
enseñado que la libertad reside en ella. Sin embargo, mientras más detenidamente
examines la relación especial, más claro te resultará que no puede sino
fomentar la culpabilidad y que, por lo tanto, no puede sino aprisionar.
4. La relación especial no significa nada sin un cuerpo. Si le atribuyes valor a la relación especial,
tienes que atribuírselo también al cuerpo. Y no podrás sino conservar aquello a lo que
atribuyas valor. La relación especial es un recurso para limitar tu Ser a un
cuerpo, y para limitar la percepción que tienes de los demás a los suyos. Si pudieses ver los Grandes Rayos, éstos te
demostrarían que la relación especial no tiene absolutamente ningún valor. Pues
al verlos, el cuerpo desaparecería, ya que perdería su valor. Y de este modo, perderías todo tu interés en
verlo.
5. Ves el mundo al que atribuyes valor. A este lado del puente ves un
mundo de cuerpos separados que buscan unirse unos con otros en uniones
exclusivas, y convertirse en uno solo a costa de la pérdida que ambos sufren. Cuando dos individuos intentan convertirse en
uno solo están tratando de reducir su grandeza. Cada uno quiere negar su poder, pues una unión
exclusiva excluye al universo. Se deja
afuera mucho más de lo que se admite adentro, pues se deja a Dios afuera y no
se admite nada adentro. Si una sola de
esas uniones se estableciera con perfecta fe, el universo entraría a formar
parte de ella. Mas la relación especial
que el ego persigue no incluye ni siquiera un solo individuo en su totalidad. El ego solo quiere parte de él, y ve solo esa
parte y nada más.
6. ¡Qué diferentes son las cosas al otro lado del puente! Durante algún tiempo se sigue viendo el
cuerpo, pero ya no es lo único que se ve, como ocurre aquí. La pequeña chispa que contiene los Grandes
Rayos también es visible, y no puede ser confinada a la pequeñez por mucho más
tiempo. Una vez que hayas cruzado el puente, el valor del cuerpo disminuirá
tanto ante tus ojos, que ya no tendrás ninguna necesidad de enaltecerlo. Pues
te darás cuenta de que su único valor es el de permitirte llevar a tus hermanos
contigo hasta el puente, para allí ser liberados juntos.
7. El puente en sí no es más que
una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. A este lado ves todo sumamente distorsionado y
desde una perspectiva errónea. Lo que es
pequeño e insignificante se enaltece, y a lo que es fuerte y poderoso no se le
concede ningún valor. Durante la transición hay un período de confusión en el
que es posible experimentar una sensación muy real de desorientación. No tengas miedo de esto, pues lo único que
significa es que has estado dispuesto a abandonar el marco de referencia
distorsionado que parecía mantener a tu mundo intacto. Este marco de referencia
está construido en torno a la relación especial. Sin esta ilusión, no seguirías buscando ningún
significado aquí.
8. No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la
realidad. El tiempo es benévolo, y si lo
usas en beneficio de la realidad se ajustará al ritmo de tu transición. Lo único que es urgente es desencajar a tu
mente de la posición fija que ha adoptado aquí. Ello no te dejará desamparado ni desprovisto
de un marco de referencia. El período de
desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el
tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones.
Cualquier demora te hará ahora más daño que antes, debido únicamente a que te
das cuenta de que es una demora y de que realmente es posible escapar del
dolor. En lugar de desesperación, halla
esperanza y consuelo en esto: muy pronto ya no podrás encontrar en ninguna
relación especial aquí ni siquiera la ilusión de amor, pues ya no estás
completamente loco y no tardarás mucho en reconocer la culpabilidad que te
produce traicionarte a ti mismo.
9. Nada que procures fortalecer en la relación especial es realmente
parte de ti. Y no puedes conservar parte
del sistema de pensamiento que te enseñó que la relación especial es real, y
entender el Pensamiento que sabe lo que eres. Le has permitido al Pensamiento de tu realidad
entrar en tu mente, y puesto que lo invitaste, morará contigo. Tu amor por él no permitirá que te traiciones
a ti mismo, y no podrás entablar ninguna relación en la que dicho pensamiento
no te acompañe, pues no desearás estar separado de él.
10. Alégrate de haber escapado de la parodia de salvación que el ego
te ofrecía, y no mires atrás con nostalgia a la farsa que hacía de tus
relaciones. Ahora nadie tiene que
sufrir, pues has llegado demasiado lejos como para sucumbir a la ilusión de que
la culpa es algo bello y santo. Solo los
que son completamente dementes podrían contemplar la muerte y el sufrimiento,
la enfermedad y la desesperanza, y considerarlos bellos y santos. Lo que la culpa ha forjado es feo, temible y
muy peligroso. No veas ninguna ilusión de verdad y belleza en ello. Y siéntete agradecido de que haya un lugar
donde la verdad y la belleza te aguardan. Ve gustosamente a su encuentro y descubre lo
mucho que te espera por el simple hecho de estar dispuesto a abandonar lo que
no es nada precisamente porque no es nada.
11. La nueva perspectiva que adquirirás al cruzar el puente será el
entendimiento de dónde se encuentra el Cielo. Desde este lado parece
encontrarse fuera de ti y al otro lado del puente. Pero al cruzarlo para unirte al Cielo, éste se
unirá a ti y os volveréis uno. Y pensarás, con feliz asombro, que a cambio de
todo esto renunciaste a lo que no era nada. El júbilo del Cielo, que no tiene
límites, aumenta con cada luz que regresa a ocupar el lugar que le corresponde
en él. ¡Por el Amor de Dios y por el tuyo
propio, no te demores más! ¡Y qué el
instante santo te acelere en tu camino, como indudablemente lo hará solo con
que lo dejes llegar a ti!
12. El Espíritu Santo solo te pide este pequeño favor: que cada vez
que tus pensamientos se desvíen hacia una relación especial que todavía te
atraiga, te unas a Él en un instante santo y ahí le permitas liberarte. Lo
único que necesita es que estés dispuesto a compartir Su perspectiva para que
Él te la conceda en su totalidad. Y no tienes que estar completamente dispuesto
porque Él lo está. Su tarea es expiar tu
renuencia mediante Su perfecta fe, y es Su fe la que tú compartes con Él en el
instante santo. Como resultado de reconocer
que no estás dispuesto a ser liberado, se te ofrece la perfecta buena voluntad
de la que Él goza. Invócale, pues el
Cielo responde a Su llamada. Y permite
que Él invoque al Cielo por ti.
VII. El final de las
ilusiones
1. Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación
especial. Pues la relación especial es
un intento de revivir el pasado y alterarlo. Toda imaginada ofensa, todo dolor que todavía
se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y
privaciones que se percibieron forman parte de la relación especial, que se
convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. Sin el
pasado, ¿de qué base dispondrías para elegir a un compañero en particular? Toda elección al respecto se hace por razón de
algo “malo” que ocurrió en el pasado a lo que aún estás aferrado y por lo que
otro tiene que pagar.
2. La relación especial es una venganza contra el pasado. Al tratar de eliminar todo sufrimiento pasado,
pasa por alto el presente, pues está obsesionada con el pasado y comprometida
totalmente con él. Ninguna relación
especial se experimenta en el presente. Sombras del pasado la envuelven y la
convierten en lo que es. No tiene ningún significado en el presente, y si no
significa nada en el ahora, no significa nada en absoluto. ¿Cómo ibas a poder cambiar el pasado, salvo en
fantasías? ¿Y quién te puede dar aquello
de lo que según tú se te privó en el pasado?
El pasado no es nada. No trates
de culparlo por tus privaciones, pues el pasado ya pasó. En realidad es
imposible que no puedas desprenderte de lo que ya pasó. Debe ser, por lo tanto,
que estás perpetuando la ilusión de que todavía está ahí porque crees que sirve
para algún propósito que quieres ver realizado. Y debe ser también que ese propósito
no puede realizarse en el presente, sino solo en el pasado.
3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del
pasado. El ego es absolutamente cruel y completamente demente. Se acuerda de todo lo que hiciste que lo
ofendió e intenta asegurarse de que pagues por ello. Las fantasías que introduce en las relaciones
que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destrucción. Pues
el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería
privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. Sin
embargo, si no te tuviera a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no
podría utilizar el pasado contra ti. En
la relación especial permites tu propia destrucción. Que eso es demente es
obvio. Lo que no es tan obvio es que el
presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado
suyo.
4. El pasado ya pasó. No
intentes conservarlo en la relación especial que te mantiene encadenado a él, y
que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso
necesitas volver a él para encontrarla. No hay fantasía que no encierre un
sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. ¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o
abandonarlo?
5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la
venganza. Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se
quebranta seriamente la ilusión de amor. Sin embargo, lo único que el ego nunca permite
que llegue a tu conciencia es que la relación especial es la exteriorización de
tu venganza contra ti mismo. ¿Qué otra cosa podría ser? Cuando vas en busca de una relación especial,
no buscas la gloria dentro de ti. Has
negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. La venganza pasa a ser aquello con lo que
substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.
6. Frente a la demente noción que el ego tiene de la salvación, el
Espíritu Santo te ofrece dulcemente el instante santo. Hemos dicho antes que el
Espíritu Santo tiene que enseñar mediante comparaciones, y que se vale de
opuestos para apuntar hacia la verdad. El instante santo es lo opuesto a la
creencia fija del ego de que la salvación se logra vengando el pasado. En el instante santo se comprende que el
pasado ya pasó, y que, con su pasar, el impulso de venganza se arrancó de raíz
y desapareció. La quietud y la paz del
ahora te envuelven con perfecta dulzura. Todo ha desaparecido, excepto la verdad.
7. Puede que por algún tiempo
todavía trates de llevar ilusiones al instante santo, obstaculizando así el que
seas plenamente consciente de la absoluta diferencia que existe—con respecto a
todo—entre tu experiencia de la verdad y tu experiencia de la ilusión. Mas no
seguirás tratando de hacer eso por mucho más tiempo. En el instante santo el poder del Espíritu
Santo prevalecerá porque te habrás unido a Él. Las ilusiones que cargas contigo atenuarán la
experiencia que tienes de Él por algún tiempo e impedirán que retengas la
experiencia en tu mente. Mas el instante
santo es eterno, y las ilusiones que tienes acerca del tiempo no impedirán que
lo intemporal sea lo que es ni que lo experimentes tal como es.
8. Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad y no podrás sino
recibirlo de verdad. Pues los dones de
Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. Recibirlos consuma Su dación. Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos.
Él dio el instante santo para que te
fuese dado a ti, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. Cuando dispuso que Su Hijo fuese libre, Su
Hijo fue libre. En el instante santo se
encuentra Su recordatorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue
creado. Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte
que has recibido lo que Dios te dio.
9. No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la realidad. Lo único que debes perdonar son las ilusiones
que has albergado contra tus hermanos. Su realidad no tiene pasado, y lo único que se
puede perdonar son las ilusiones. Dios
no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar ningún tipo de
ilusión. Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusiones, perdonándolos
por las ilusiones que percibes en ellos. Así aprenderás que has sido perdonado, pues
fuiste tú quien les ofreció ilusiones. En el instante santo esto es lo que se lleva a
cabo por ti mientras estés en el tiempo, para de este modo brindarte la
verdadera condición del Cielo.
10. Recuerda que siempre eliges entre la verdad y las ilusiones, entre
la verdadera expiación que cura y la “expiación” del ego que destruye. Todo el Poder y Amor de Dios, sin límite
alguno, te apoyarán a medida que busques únicamente el papel que te corresponde
desempeñar en el plan de Expiación que procede de Su Amor. Sé un aliado de Dios y no del ego en tu
búsqueda para descubrir cómo alcanzar la Expiación. Con Su ayuda basta, pues Su
Mensajero sabe cómo restituirte el Reino y hacer que todo tu interés en la
salvación se centre en tu relación con Él.
11. Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se
perdonan todas las ilusiones. Desde ahí
el milagro se extiende para bendecir a todo el mundo y resolver todo problema,
percíbase como grande o pequeño, como que puede ser resuelto o como que no. No hay nada que no ceda ante Él y Su majestad.
Unirse en estrecha relación con el Él es
aceptar todas las relaciones como reales, y gracias a su realidad, abandonar
las ilusiones a cambio de la realidad de tu relación con Dios. Alabada sea la
relación que tienes con Él y ninguna otra. La verdad reside en ella y no en ninguna otra
parte. Eliges esto o nada.
12. Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar la
verdadera relación que tenemos Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que
jamás puede infiltrarse ninguna. Nuestra
santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber en
nosotros que necesite perdón si Tu Perdón es perfecto? El sueño del olvido no es más que nuestra
renuencia a recordar Tu Perdón y Tu Amor. No nos dejes caer en la tentación, pues la
tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y que recibamos únicamente lo que Tú has dado,
y que aceptemos solo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén.
N.T. Hemos utilizado “especialismo” para traducir el término inglés
“specialness”, cuyo significado es “la calidad, condición, estado o deseo de
ser especial”.
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